La corrupción en las elites políticas y sindicales
de México
Samuel F. Velarde
Desde que se fundó el México
corporativo en 1929, bajo la egida de Plutarco Elías Calles y el PNR (Partido
Nacional Revolucionario, abuelo del PRI) el país se condenó a ser gobernado por
una elite política que nunca se caracterizó por democrática. Las purgas internas dentro de este partido
fueron consecutivas, Lázaro Cárdenas corre a Calles y al dirigente obrero Luis
N. Morones a Estados Unidos, de la Madrid encarcela a Jorge Díaz Serrano
director de PEMEX, Salinas de Gortari le siembra armas al dirigente petrolero Hernández
Galicia, Carlos Jongitud Barrios el anterior a la Gordillo cae también por órdenes
de Salinas de Gortari. Es decir, una serie de hechos parecidos que se dan al considerarse que una
persona es peligrosa o ya no sirve a los intereses de ese sistema corporativo y
clientelar, que inició con el PNR y sobrevivió a pesar de la alternancia en el
2000.
Hoy la caída de Elba
Esther Gordillo parece sorpresa, pero si se revisa bien la historia del país,
es un peón más que sufre el jaque mate,
una pieza que dejó de ser útil al gobierno en turno. Mucho se ha escrito al
respecto y no vale la pena convertir este artículo en círculo vicioso. Lo
preocupante aquí es la corrupción imperante en el SNTE, es decir se mata el
perro, pero y ¿la rabia? ¿El SNTE continuará como un sindicato corrupto, amañado,
rebasado por los tiempos? No se sabe.
La riqueza de la ex
dirigente sindical era un secreto a voces, todo mundo sabía de sus
extravagancias que recuerda a la sofisticada Imelda Marcos, aquella esposa del
dictador filipino Fernandino Marcos, a quien parece emulaba al menos en su
estilo. Todo mundo hacia escarnio en secreto de los aspavientos de la profesora
venida a menos, todos se reían de su ignorancia, de su pobre vocabulario, de
sus cirugías, pero nadie se atrevía a enfrentarla directamente. El control que ejercía
dentro del SNTE era efectivo, mucho dinero de por medio.
La pregunta es ¿y
todos aquellos que sostuvieron a la ex dirigente, dónde están?, ¿es justo que
ella solamente pague por la corrupción en el sindicato, hacia todo solita?, no
lo creo. En tal sentido su detención a pesar de estar basada en la ley, también
tiene un gesto político, una venganza muy al estilo del priismo tradicional.
Es principios de sexenio,
oportunidad de quitarse de encima estorbos políticos, pero eso no significa que
la elite política se moralice, esto es otra cosa, si la ex dirigente del SNTE está
en la cárcel, ¿que se hará con otros individuos igual de corruptos? Por lo
pronto la sociedad civil se ríe nuevamente, se sorprende, continúa en esa senda
tragicómica de hacer chistes y escarnio del árbol caído. Pero eso definitivamente, no hace la
primavera democrática.
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