sábado, 28 de julio de 2012


El Deporte en México, a propósito de las Olimpiadas.

Jose Roberto Hernandez Fuentes
Comenzó ya la justa olímpica en donde se llevan a cabo diversas competencias deportivas. México tiene representantes, atletas en varias disciplinas que por orgullo personal y hasta nacional intentarán, en la medida de sus posibilidades, realizar una digna actuación buscando subir al medallero. La competencia es mucha y no sólo pasa por el mero rendimiento del deportista, sino por el apoyo que este ha recibido como tal en cada uno de sus países. Es decir, se trata del trato que se le da a la figura del deportista, o bien del atleta en su nación, de toda la estructura que lo acompaña en su desarrollo no sólo físico sino mental que muchas veces es lo más importante y lo que incide directamente en victorias o derrotas.
Hay países ejemplares que han configurado exitosos sistemas integrales deportivos que se reflejan en los resultados que obtienen los atletas que forman. Y no sólo hablemos de los Estados Unidos que siempre queda en los primeros lugares de los medalleros olímpicos, sino de naciones que a pesar de sus problemas sociopolíticos internos y externos han logrado sacar adelante a muchos de sus atletas gracias a su estructura deportiva. Uno de ellos es Cuba, país centroamericano que destaca en varias disciplinas tanto individuales como colectivas, como en el atletismo ya sea en velocidad o en salto de altura, y qué decir del voleibol en donde son potencia mundial, además cuentan con un excelente desempeño en el boxeo olímpico en todas las categorías. Cuba, para terminar, es uno de los pocos países de Latinoamérica que sacan la casta por la región. Por supuesto hay otros países latinoamericanos que cumplen excelentes desempeños en ciertas competencias. Por ejemplo, Argentina y Brasil en el fútbol y últimamente han destacado también en el baloncesto. En fin, son países que le han apostado al deporte apoyando a sus atletas de manera integral.
            En cuanto a México, el deporte sigue siendo una incógnita y una expectativa. Y no me refiero a los deportistas, sino al apoyo que reciben por parte del gobierno. El deporte como tal ha sido completamente relegado a segundo y a veces hasta tercer término en nuestro país. Lamentablemente se ha utilizado por parte de gente sin escrúpulos como una manera o un espacio donde se puede obtener dinero y nada más. No existe una formalidad deportiva que se refleje en una instancia u organismo serio que regule y sistematice el deporte en México, por el contrario hay varios grupúsculos que tratan de hacerse con el control del deporte, ahí están la CONADE y la CODEME que no logran consolidarse como organismos reguladores del deporte en México, sino que sólo afectan, en vista de sus intereses, el desarrollo integral de los atletas mexicanos. Y entre muchas otras cosas, el gobierno no hace nada para corregir esta enorme y significativa falla en la estructura deportiva de nuestro país. Por esto, no se consigue el éxito deportivo que se espera.
            Por otro lado se encuentran los medios de comunicación, principalmente los monopólicos a quienes sólo les interesa el fútbol soccer (que dicho sea de paso es un negocio de las televisoras mexicanas Televisa y TvAzteca), ignorando completamente a las demás ramas deportivas. Poco o nada se transmite del beisbol mexicano, del fútbol américano de nuestro país y del baloncesto nacional por mencionar algunos. Y para colmo, es el fútbol el que más expectativa genera y el que menos triunfos consigue, sólo decepciones y desilusiones. Demasiada es la mediatización a los futbolistas nacionales que juegan tanto aquí como en el extranjero, y que ganan millones de dólares pero que no logran dar satisfacciones deportivas verdaderamente significativas, tal es el caso del famoso “Chicharito Hernández” o “Memo” Ochoa, quienes más que buenos deportistas tienen proyección mediática. Y así varios ejemplos más. Jugadores que se van a Europa, vendidos como grandes estrellas y que al cabo de un año regresan sin haber conseguido nada en cuanto a logros deportivos, sólo con los bolsillos llenos de dinero y una fama gratuita. Derrotados pero adinerados podría decirse. Salvo aquel campeonato mundial Sub 17 y el tercer lugar en el mundial Sub 20, el fútbol no ha dado más alegrías para México en hace ya varios años.
            En cambio, atletas que destacan por su disciplina deportiva, por su esfuerzo y por su convicción, como la clavadista Paola Espinoza, la velocista Ana Guevara, varios Taekwondoines, boxeadores amateurs, marchistas entre otros, que han logrado grandes éxitos para México, no cuentan con el apoyo ni la proyección suficiente. Muchos de ellos, además de su amor por el deporte, se ven en la necesidad de trabajar para su supervivencia y la de sus familias, pues estos no ganan millones ni tienen proyección mediática, es decir no pueden vivir de su entrega por el deporte, como si lo hace un Usain Bolt o un Michael Phelps.
            Todo esto tiene que cambiar para bien de nuestra sociedad, para que muchos jóvenes deportistas, anhelantes de un futuro con seguridad en todos las dimensiones de la vida social, puedan desarrollar sus cualidades y capacidades en todo su esplendor, ávidos de representar a México en el mundo deportivo, puedan realizarse y porqué no, consagrarse en el deporte, como si lo hacen muchos en otros países. Esperemos que en está ocasión, la delegación mexicana en Londres consiga el éxito deseado. Pero esperemos también que los encargados del deporte en México se pongan de acuerdo y trabajen desde ya para el éxito a futuro.   


viernes, 27 de julio de 2012


EL PRI, UN PARTIDO SIN CREDENCIALES DEMOCRÁTICAS ACEPTABLES
Samuel F. Velarde

                Desde que perdió la presidencia de la república el 2000, el PRI se dedicó a toda costa a intentar  recuperar el poder presidencial, si bien nunca dejó de ser un partido poderoso e importante en el escenario político mexicano, al menos se esperaba que recobrara el poder ejecutivo sin tanto aspaviento, es decir desde una estricta y limpia competencia electoral. Sin embargo los hechos demuestran lo contrario, existen demasiadas pruebas grandes y pequeñas que indican un desapego total a las normas democráticas.
                Si bien es cierto hubo miles y miles de mexicanos que votaron por el PRI, también es verdad que este partido usó una serie de artimañas para agrandar el número de electores a su favor, lo cual descompensa bastante el proceso electoral y siembra la duda del supuesto triunfo. Lo curioso de todo es que en palabras de la cúpula priista, se trata de desprestigiar a su contrincante principal con un discurso que a todas luces parece incoherente. Pedro Joaquín Coldwell acusa al candidato López Obrador de usar recursos ajenos al IFE y le achaca al mismo candidato, una especie de obsesión por el poder y por descalificarlos, al igual que en el 2006. Es  decir, de manera simplista y cínica los dirigentes del PRI  tratan de  construir una estela de humo alrededor de sus acciones electorales, poco legítimas y transparentes.
                Finalmente el triunfador Peña Nieto antes de asumir el poder, ya tiene problemas de ilegitimidad, ya es rechazado de forma real, si Calderón fue el presidente ilegitimo según sus adversarios y le costó bastante en términos políticos. Peña Nieto se verá como el presidente impuesto desde los intereses más desacreditados que hay en este país: los poderes fácticos y sus corifeos.  Y un país con un presidente bajo estas condiciones, difícilmente podrá garantizar una buena y democrática gobernabilidad.
                El riesgo es que ya en el poder, la vieja escuela priista de mano dura renazca. Con la represión directa contra todos los movimientos sociales anti status quo, que impulse la corrupción burocrática en todos los niveles, el compadrazgo, el caciquismo, el nepotismo, la persecución política, todos esos instrumentos en los cuales se basó el priiato para tener el control del país por 75 años, ese sería el principal y más lógico temor.
                

martes, 3 de julio de 2012


México y su futuro: lo más significativo de esta coyuntura electoral
José Roberto Hernández Fuentes

Más allá de la supuesta diferencia de seis o siete puntos entre Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto, donde éste último es el aventajado, impera un ambiente de incertidumbre y desconfianza en el ámbito social y político mexicano, pues de nuevo salen a relucir evidencias, pruebas de irregularidades en el proceso electoral que se llevó a cabo este 1 de julio del 2012 en la República Mexicana. Y es que han resultado claros los detalles y las cuestiones en las que se denota el agravio a la democracia electoral en nuestro país.
Las evidencias contundentes de compra y coacción de votos que se dejan ver en las redes sociales, que dicho sea de paso se han convertido en una especie de guardianes de la democracia; la irresponsable, antidemocrática y cínica proyección de un candidato como Peña Nieto por parte de los medios monopólicos de comunicación en México (Televisa y TvAzteca), quienes todavía, y para mala fortuna, aún manejan a su antojo un muy elevado porcentaje de la opinión pública nacional, así como el acarreo de gente seducida por kits de despensa, conforman aún parte de los malestares de la maltrecha democracia mexicana.
Pero ¿cuál es el trasfondo de todo esto? ¿por qué retorna un partido político famoso en gran medida por su corrupción, por su autoritarismo, por su carácter antidemocrático? Será cierta aquella frase de que “el pueblo tiene los gobiernos que se merece” porque en ese sentido seríamos un pueblo sometido, sin conciencia, timorato, y corrupto también. Es decir, un pueblo sin aspiraciones democráticas. En lo personal, no creo que esa sea la respuesta a las interrogantes.
El regreso de un partido como el Revolucionario Institucional (PRI) tiene que ver con varios factores que es importante analizar desde una perspectiva sociológica y sociopolítica. Y como el orden de los factores no altera el producto, comenzaré destacando lo siguiente: uno de los aspectos más favorecedores para el priismo es sin duda la enorme desigualdad social existente en la sociedad mexicana, el elevadísimo porcentaje de pobres que aún caracterizan muchas zonas del territorio nacional tanto urbano como rural. Este sector social es que legitima en su ignorancia estructural este tipo de candidatos y sus partidos. Son ellos, los pobres los que conforman una parte trascendental de la maquinaria electoral priista.
¿Por qué? Simplemente porque por lo que se les ofrece a cambio de su voto, y de un momento a otro, sin esfuerzo alguno, es una gran necesidad para ellos, el hambre es maquiavélica cuando se sufre de ella por días, dinero o despensas aminoran “gratuitamente” esa necesidad al menos cada 6 años. Así es difícil que este tipo de gobiernos encabezados por este tipo de partidos lleve a cabo estrategias, políticas públicas o programas para abatir la pobreza y la desigualdad social-estructural. A ellos les conviene mantener a este sector social en las mismas condiciones, porque cada seis años los requieren para sus perversos, nefastos y antidemocráticos objetivos políticos. Por eso no hay respuestas eficaces para la pobreza, solo paliativos ridículos que sirven de apariencia para la labor política y de los políticos.
Otro factor tiene que ver con específicamente con la sociedad política en México. Las negociaciones entre los partidos son más obvias que la arena en el desierto. Pruebas de ello muchas, la última fue la inesperada y avergonzante declaración de derrota por parte de la candidata panista Josefina Vázquez Mota antes siquiera de pasar el 1% de las casillas capturadas; y por supuesto la felicitación anticipada de Felipe Calderón al “virtual ganador de la contienda” Enrique Peña Nieto, sin siquiera rebasar el 10% de las casillas capturadas. Estos detalles son una ofensa, una burla descarada y sinvergüenza hacia y para una sociedad que ellos mismos presumen como democrática. El respeto, un valor intrínseco que debe de existir en todo régimen democrático, se pasó por alto en este proceso electoral.
La manipulación de la opinión pública a través del monopolio existente en los medios de comunicación en México, constituye otro factor de gran importancia que transgrede y lacera profundamente el espíritu democrático de una sociedad. La socialización política que ahí se lleva a cabo es uno de los recursos más poderosos para la definición del comportamiento electoral, mucho más en una sociedad tan desigual como la mexicana, donde la falta de alimento y educación en un significativo porcentaje de la población obstruye una mayor capacidad de reflexión social, fundamental en este tipo de situaciones y coyunturas. Por ejemplo, el periódico El Universal, ya tenía en su edición vespertina publicada a las 8pm tiempo de la Ciudad de México, un encabezado pomposo que daba ya como ganador a Peña Nieto, ¡Es Peña Nieto! decía el encabezado. Y por supuesto Televisa y TvAzteca con resultados de sus casas encuestadoras como Mitofsky ya nombraban presidente al priista sin siquiera haber iniciado el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), y aparte dándole una ventaja de más de diez puntos.
Así pues son la pobreza, la desigualdad estructural, la corrupción, los monopolios mediáticos, los intereses elitistas, algunos de los principales aspectos que deterioran gravemente nuestra democracia incipiente. Sin embargo, algo positivo resulta de todo este desastre social y político, me refiero a la paulatina madurez y consolidación de la sociedad civil mexicana y sus diferentes sectores u organismos conformantes. Hoy en este periodo de la historia política de México surge de nuevo el entusiasmo, el compromiso, la valentía, la rebeldía constructiva de los jóvenes mexicanos, estudiantes, universitarios, críticos, emprendedores, soñadores, utopistas conscientes de su realidad, nuevos hacedores y defensores de la democracia, inspirados en su nación, en su historia, en sus capacidades diversas y solidarias y, por supuesto, en su poder de transformación, de concientización y democratización.
Las redes sociales han sido su principal instrumento de guerra, su arma letal, esa que dispara municiones de verdad, de crítica, de reflexión, de libertad, de utopía; un arma que busca aniquilar el pasado sometedor, opresor, alienante, asfixiante, pero que aún es un arma que no tiene el alcance necesario para lograr su cometido. Y es que la brecha digital en la sociedad mexicana sigue siendo bastante amplia, y no logra abarcar a todos los sectores de la población. Es este pues, otra de las cuestiones a las que habrá que dar respuesta en el futuro inmediato. #YoSoy132 es quizá el resultado más favorecedor y motivante de toda esta coyuntura política, ya que representa el despertar de la conciencia ciudadana, y se posiciona alentadoramente como un soldado de la democracia mexicana.       
No se trata entonces de despotricar en contra de un candidato a la presidencia que genera antipatía en un sector de la sociedad, tampoco de defender a ultranza y con apariencia de berrinche a nuestro candidato favorito. No se trata de personajes sino de vida social, de futuro social, de calidad de vida, de seguridad en todos los sentidos, de certeza, de transparencia, de honestidad, de justicia, de democracia verdadera, de paz. Entonces no importa quien haya ganado o perdido, sino de que se gane o se pierda pero con claridad, sin dudas ni ambigüedades, con honestidad y sin bajezas de la peor calaña. Eso es lo que se pelea en este momento, lo que molesta, lo que motiva a seguir en la lucha; no es López Obrador ni Peña Nieto, es la manera en que se contiende, es el respeto al pueblo, es el sí a la democracia y el no al autoritarismo. Es el miedo a no progresar, es la juventud valiente cuestionando su futuro y peleando el derecho a construirlo con dignidad y justicia. Es México ante la historia, es una nación ante la desilusión y la sumisión o la ebullición y la consolidación de su democracia. VIVA MÉXICO!!!!!