jueves, 17 de junio de 2010

De lo local a lo global



Samuel F. Velarde*

Introducción

Los cambios vertiginosos que nos impone el nuevo mundo llamado global a pesar que todavía existen proteccionismos culturales y económicos, nos obliga a reflexionar sobre la inter-conexión entre las actitudes y acciones sociales de nuestros entornos locales y sus repercusiones o ligas, con nuestro entorno global.

En las democracias modernas (presumiendo que la mexicana lo sea) la ciudadanía va adquiriendo una mayor presencia en la conformación de lo social, con la participación activa del individuo, su “ser individual” lo va transformando en un “ser social”, donde sus metas personales, se entretejen con las metas sociales. Esto supone la mejoría de la sociedad y el enriquecimiento de los individuos, pues su raciocinio lo invierten en la construcción de un deber ser social en relación con lo urbano, político, ambiental y lo económico; es decir los individuos adquieren el estatus de ciudadano participativo, edifican juntos, la posibilidad de una mejor gobernabilidad, a través de desarrollar eficientemente las distintas esferas sociales donde se mueven.

Tanto la educación cívica como la científica, son los ejes fundamentales de este nuevo perfil del ciudadano y de un futuro ciudadano-local-global. Como principios pedagógicos que dan forma interna a capacidades humanas y prácticas sociales particulares, la alfabetización cívica y la participación ciudadana, hallan expresión como formas de facultad moral y responsabilidad política orientadas a conformar las practicas e instituciones de la sociedad en torno a un concepto democrático de la vida colectiva (Giroux,59.1993)

Por supuesto que la acción del Estado es importante para lograr un nivel educativo-participativo de los ciudadanos. Los gobernantes, deben entender que la democracia, parte fundamentalmente de la ciudadanía y que los proyectos de políticas públicas, necesitan dirigirse principalmente al beneficio de la sociedad. En esta mancuerna cívico-política, se sustenta un accionar de la gobernabilidad democrática, una concientización de la necesidad de un buen equilibrio de poderes y de la vigilancia constante, por parte de una sociedad-ciudadana-participativa.

El problema de principio, es precisamente como iniciar para constituir una sociedad-ciudadana-participativa con las características anteriormente señaladas. Cómo elevar el nivel participativo y ético de los individuos en su accionar-social, cómo traslapar esa responsabilidad local a un contexto más global y específico. En otras palabras como sustentar una aldea global donde cohabiten tolerantemente diferencias y otredades. Pensar en términos globales es un ejercicio excelente para entendernos mejor a nosotros mismos y la sociedad en que vivimos. (Macionis y Plummer, 9)

Bien, comencemos por la ética, si la ética no pasa a formar parte de una cultura-social, que sea la guía científica-ciudadana de comprender entre elegir el bien del mal, y a pesar de que este raciocinio humano ya tiene miles de años con nosotros, pero si no volvemos a esta premisa, el individuo-social, no entenderá la necesidad humanista de buscar y encontrar el bien como un capital de desarrollo humano. Si no razonamos sobre el cuidado del agua por ejemplo, o del medio ambiente a través del reciclado de la basura o si no entendemos que la tala de árboles provoca un calentamiento de la tierra con efectos colaterales, o si no cambiamos nuestra forma violenta de ser, la praxis de la ética humana, estaría trastocándose fuertemente y poniéndonos en las condiciones mas escalofriantes, del que el hombre tenga memoria.

Entonces profundizar en una educación participativa, es una tarea colectiva, social, grupal, institucional, empresarial, espiritual, donde cada quién en su respectivo espacio, coadyuve en la formación de la sociedad-ciudadanía-participativa. Parafraseando a Habermas, de una “acción comunicativa” para consolidar una sociedad conciente de su significado social.

Entonces en el conocimiento de nuestro entorno social inmediato, asumiendo que en éste entorno caben las posibilidades de entender las diferentes esferas de acción ciudadana. Ya estamos listos para ir más allá de nuestras propias fronteras no solamente físicas, sino mentales, de visión global de las cosas, más allá de nuestros paradigmas localistas o coterráneos. Así pues bajo los anteriores mecanismos de corresponsabilidad mutuas, la gobernabilidad local puede llevarse a cabo en condiciones reales de negociación para bien social, aceptando también las libertades de la individualidad. Suponiendo una estabilidad y un juego democrático cimentado.

Pasar a la gobernabilidad global es un poco más complicado, es primero aceptar los grandes abismos que hacen difícil la homologación de las soluciones y de los problemas globales, sencillamente porque los regimenes políticos- hegemónicos de los países al menos occidentales, tienen diferencias de fondo y de forma en su concepción democrática. Luego cada sociedad lucha contra sus propias problemáticas y se enfrasca en sus posibles soluciones. Pero lo que si es real, es que existen problemas compartidos (la actual influenza humana) los cuales deben tratarse más allá de una gobernabilidad global, sino también asumiendo un proceso de gobernanza. Asumiendo la este concepto como la posibilidad de que grupos sociales u organismos civiles, fuera de la esfera del Estado, puedan negociar sin restricciones problemáticas compartidas, como seria el caso de las migraciones, calentamiento global, escasez de agua, violencia de género, deforestación, adicciones, derechos humanos, en fin, fenómenos que puedan ser solucionados sin la intervención de instancias estatales, sino a través de grupos organizados de la sociedad.

En esta perspectiva, podemos asomarnos al menos en una escala pequeña, a la posibilidad sustancial de una gobernabilidad global. Donde entre varios actores políticos, sociales, culturales internacionales, vigilen la aplicación de la gobernabilidad en ciertas regiones del mundo. Sin que esto signifique intervencionismo, ingerencia, o despreciar la soberanía de los Estados, sino más bien evitar posibles daños colaterales de algún problema detonador de conflictos. Finalmente lo que se buscaría sin entrar a postulados de un gobierno mundial, sería el conservar dignamente a la especie humana. El sistema humano se forma como una realidad de tres fases: el individuo, la sociedad y la especie. Tiene un origen múltiple en la cadena de la vida, en la actividad social y política y en la efervescencia psicológica y espiritual. (Gutiérrez, 649).

Conclusiones

Hacer nuestro al mundo con responsabilidad, nos llevará tiempo, tal vez aprendamos cuando algún percance natural o cataclísmico nos de un buen susto. Las guerras por desgracia ya no atemorizan al ser humano, de hecho las ha provocado para ganar territorios, economías y poder. Pero deseamos que esa escatología natural, no sea la forma de entender que el mundo es nuestra gran casa. Más allá de ideologías, poderes económicos, religiones y fuerzas militares, hay que reconocer que la gobernabilidad basada en la estabilidad y democracia, es un buen trampolín que puede ayudarnos a extender la comunicación humanista hacia el resto del mundo. Un pedazo de democracia y de participación ciudadana, de respeto a los derechos humanos y de justicia que se genere a diario en esta aldea global, hará una reacción en cadena hacia territorios que luchan por ello. Aceptando también que las diferencias continuarán, pero donde la mesura, como dicen los expertos en relaciones internacionales, sea la que guarde la compostura en un mundo global repleto de conflictos e incertidumbre.

Finalmente, el ciudadano-local-global, será el proyecto de un sistema donde los individuos cuenten como tal, donde su ethos humanista, posibilite re-dimensionarlo a otras latitudes, ¿utopías, sueños?, puede ser, pero un ciudadano así, deberá ser alguien libre, donde su mente y buenas intenciones localistas, vayan y confluyan con los otros ciudadanos de lejos. Solo así, una buena gobernabilidad mundial que busque el pleno desarrollo humano será posible y se evitará lo que muchos han predestinado en términos casi nostradamusistas. En las ciencias sociales, por aquí iría un buen rumbo de análisis para el resto del siglo XXI.



*Samuel F. Velarde

Sociólogo. Profesor de Sociología en la Maestría en Salud Pública de la UACJ y en el Instituto Tecnológico de Ciudad Juárez. Doctorando en Relaciones Transpacíficas, Universidad de Colima

Bibliografía

Gutiérrez Gómez, Alfredo, “Edgar Morin y las posibilidades del pensamiento complejo”, pp. 643-659. Metapolítica vol.2, 1998. México

Giroux, Henry A. (1993) La escuela y la lucha por la ciudadanía, Siglo XXI, Editores, México

Habermas, Jurgen, (1999) Teoría de la acción comunicativa, Ed. Taurus, Madrid

Macionis, John y Ken Plumier, (1999), Sociología, Prentice Hall, México



viernes, 4 de junio de 2010

La consultoria social

Samuel F. Velarde
Como sociólogos, en ocasiones nos acartonamos en discursos epistemológicos y en disquisiciones sin ton ni son. Un discurso que puede ser especulativo o meramente bizantino, tal vez sea un riesgo de formación, de esa universalidad teórica que cincelan las universidades y las mismas corrientes del pensamiento. Sin embargo en la vida profesional del sociólogo, llevar a un plano práctico el análisis social es fundamental, es necesario, tomando en cuenta de que a eso nos dedicaremos, a dialogar y repensar los problemas y ¿por qué no?, a coadyuvar en solucionarlos. Así la consultoria es interesante, observar la problemática social y darle alternativas de solución, hacer escuchar el análisis sociológico es sano, pertinente, más cuando lo social se deteriora, más cuando los sociólogos a sus 85 años (Touarine y Bauman) son premiados por sus aportes sociales, así que colegas, sigamos en la vida profesional con orgullo y ahínco, aún cuando los nubarrones aparezcan de repente. Entre viejos y jovenes algo podremos avanzar.