sábado, 1 de septiembre de 2012


    30  de agosto de 2012

 

ESTRATEGIA DE ARRANQUE DE ENP

Ernesto Ortiz Diego

 
Enrique Peña Nieto y el liderazgo priista definieron los temas que marcarán el arranque de la administración y la legislatura. Tres iniciativas de reforma que serán presentadas en septiembre para ser aprobadas “antes” del uno de diciembre:

1)    Creación de una Comisión Nacional Anticorrupción con “facultades para investigar y sancionar actos de corrupción de los tres niveles de gobierno y de los tres poderes de la Unión”.
2)    Fortalecimiento de facultades del ifai para “profundizar en la transparencia y rendición de cuentas a nivel federal, estatal y municipal” y en los poderes Legislativo y Judicial.
3)    Constitución de un instituto autónomo, ciudadano, que vigile los contratos de publicidad gubernamental con los medios de comunicación.
Según los priistas, se trata de “reformas prioritarias” para dar cumplimiento a “compromisos centrales” del virtual presidente electo. Prioridad o antelación que no cancela, por supuesto, la preparación de un paquete de mayor calado o distinto derrotero.
El coordinador de los diputados electos, Manlio Fabio Beltrones lo formuló así: “El grupo mayor [en el Congreso] tendrá como razón de Estado que la política jale a la economía. Crear los acuerdos indispensables para crecer y activar el mercado interno, aprobar una reforma hacendaria integral y tomar las decisiones económicas que permitan alcanzar un ritmo de crecimiento sostenido, con igualdad y estabilidad.”
De modo que, contrario a lo que suponen algunos comentaristas afligidos, las iniciativas sobre “transparencia” y “anticorrupción” no desplazan ni suprimen las reformas verdaderamente importantes: laboral, energética, fiscal y de seguridad social.
Sin embargo, la definición de esta agenda mínima de arranque ha empezado a generar suspicacia, dudas o desencanto. ¿Se trata de un error político y conceptual de Enrique Peña Nieto y su equipo, de la dirigencia priista y los coordinadores? Debieron ser “prioridad” las multicitadas reformas estructurales en materia económica.
En la esfera de las conjeturas, todo es posible. Sin embargo, es factible que la decisión tricolor responda a una racionalidad política más o menos clara.
Primero: Las reformas “económicas” generan polémica en la arena política, legislativa y social; lo que supone que, salvo prueba en contra, crean marejadas al interior del pri.
Segundo: Las iniciativas de transparencia y anticorrupción son, efectivamente, respuesta de Peña y el pri a presiones externas: de la oposición partidista, pero también de la sociedad. De ahí que, contra la “percepción” de los priistas como expertos en opacidad, tranza y manipulación, no parece desorbitado responder con un conjunto de leyes e instituciones para detener o contener el atraco y la impunidad.
Tercero: La “secuencia” de las iniciativas de reforma es tan importante como su contenido. Arrancar con un conjunto de enmiendas que divida, fracture y perturbe el clima de concertación y diálogo indispensable al inicio de una gestión no sería la mejor estrategia. Quienes insisten en las reformas en clave empresarial y “modernizadora” no parecen tomar en cuenta el ambiente político-social ni la compleja correlación de fuerzas.
¿Por qué Peña Nieto no está “dispuesto” a imponer la hegemonía del pri con el acompañamiento del pan, pvem y panal? Porque se descompone el escenario y la posición de fuerza no alcanza para tanto. El bloque de “izquierdas” constituye la segunda fuerza en el Congreso y su candidato presidencial recibió el voto de 15.8 millones de ciudadanos.
La aplanadora priista no recogió los frutos esperados. De ahí que el diputado Manlio Fabio Beltrones prefiera referirse al “grupo mayor” en lugar de una improbable “mayoría” tricolor. Entre otras razones, para poner en claro que “las mayorías artificiales” no son garantía de eficacia para impulsar el programa y las iniciativas de la “Presidencia democrática”.
La secuencia del impulso reformista es tan importante como su contenido. La eventual aprobación de enmiendas por consenso o mayoría suficiente y plural promovería un ambiente de diálogo y distensión.
Doctorante en Literatura, CIDHEM

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