30 de agosto de 2012
ESTRATEGIA DE ARRANQUE DE ENP
Ernesto Ortiz
Diego
Enrique Peña Nieto y el liderazgo priista definieron los temas que marcarán
el arranque de la administración y la legislatura. Tres iniciativas de reforma
que serán presentadas en septiembre para ser aprobadas “antes” del uno de
diciembre:
1)
Creación de una Comisión Nacional
Anticorrupción con “facultades para investigar y sancionar actos de corrupción
de los tres niveles de gobierno y de los tres poderes de la Unión”.
2)
Fortalecimiento de facultades del ifai para “profundizar en la
transparencia y rendición de cuentas a nivel federal, estatal y municipal”
y en los poderes Legislativo y Judicial.
3)
Constitución de un instituto
autónomo, ciudadano, que vigile los contratos de publicidad gubernamental con los medios de
comunicación.
Según los priistas, se trata de “reformas prioritarias” para dar
cumplimiento a “compromisos centrales” del virtual presidente electo. Prioridad
o antelación que no cancela, por supuesto, la preparación de un paquete de
mayor calado o distinto derrotero.
El coordinador de los
diputados electos, Manlio Fabio Beltrones lo formuló así: “El grupo mayor [en el Congreso] tendrá como razón de Estado
que la política jale a la economía. Crear los acuerdos indispensables para
crecer y activar el mercado interno, aprobar una reforma hacendaria integral y
tomar las decisiones económicas que permitan alcanzar un ritmo de crecimiento
sostenido, con igualdad y estabilidad.”
De modo que, contrario a
lo que suponen algunos comentaristas afligidos, las iniciativas sobre
“transparencia” y “anticorrupción” no desplazan ni suprimen las reformas verdaderamente importantes: laboral,
energética, fiscal y de seguridad social.
Sin embargo, la definición
de esta agenda mínima de arranque ha
empezado a generar suspicacia, dudas o desencanto. ¿Se trata de un error
político y conceptual de Enrique Peña Nieto y su equipo, de la dirigencia
priista y los coordinadores? Debieron ser “prioridad” las multicitadas reformas
estructurales en materia económica.
En la esfera de las
conjeturas, todo es posible. Sin embargo, es factible que la decisión tricolor
responda a una racionalidad política más o menos clara.
Primero: Las reformas “económicas” generan polémica en la arena
política, legislativa y social; lo que supone que, salvo prueba en contra,
crean marejadas al interior del pri.
Segundo: Las iniciativas de transparencia y anticorrupción son,
efectivamente, respuesta de Peña y el pri
a presiones externas: de la oposición partidista, pero también de la sociedad.
De ahí que, contra la “percepción” de los priistas como expertos en
opacidad, tranza y manipulación, no parece desorbitado responder con un
conjunto de leyes e instituciones para detener o contener el atraco y la
impunidad.
Tercero: La “secuencia” de las iniciativas de reforma es tan
importante como su contenido. Arrancar con un conjunto de enmiendas que divida,
fracture y perturbe el clima de concertación y diálogo indispensable al inicio de una gestión no sería la mejor
estrategia. Quienes insisten en las reformas en
clave empresarial y “modernizadora” no parecen
tomar en cuenta el ambiente político-social ni la compleja correlación de
fuerzas.
¿Por qué Peña Nieto no
está “dispuesto” a imponer la hegemonía del
pri con el acompañamiento del pan, pvem
y panal? Porque se
descompone el escenario y la posición de
fuerza no alcanza para tanto. El bloque de “izquierdas” constituye la
segunda fuerza en el Congreso y su candidato presidencial recibió el voto de 15.8
millones de ciudadanos.
La aplanadora priista no
recogió los frutos esperados. De ahí que el diputado Manlio Fabio Beltrones
prefiera referirse al “grupo mayor” en lugar de una improbable “mayoría” tricolor. Entre otras razones, para
poner en claro que “las mayorías artificiales” no son garantía de eficacia para
impulsar el programa y las iniciativas de la “Presidencia democrática”.
La
secuencia del impulso reformista es tan importante como su contenido. La eventual aprobación de enmiendas por consenso o
mayoría suficiente y plural promovería un ambiente de diálogo y distensión.
Doctorante en Literatura, CIDHEM
www.colloqui.org