sábado, 22 de octubre de 2011

FIN DEL ARTE
                                                                                                                        
Hernán Nicolás Rosso

“Ya no podemos venerar y adorar las obras de arte como tocadas por la divinidad: […] El pensamiento y la reflexión han sobrepujado al arte bello.”
Para Hegel [1770-1831], según reza en sus Lecciones sobre estética, en la historia del espíritu debe llegar necesariamente el fin del arte, para poder ser reemplazado primero por la religión y luego por la filosofía. El arte tenía (junto a sus relevos) el fin de contener la verdad, cuyo conocimiento se alcanzaba en forma “inmediata y precisamente por ello sensible, un conocimiento en la forma y la figura de lo sensible y objetivo mismo, en el cual el absoluto llega a la intuición y la sensación”; la religión dará un paso más a través de la conciencia representativa de ese absoluto y finalmente la filosofía pensará libremente en él. De este modo, el conocimiento meramente inmediato (como es el conocimiento sensible) en esta etapa del desarrollo del espíritu es un conocimiento deficiente y obsoleto, y por eso, hoy “el arte nos invita a la contemplación reflexiva, pero no con el fin de producir nuevamente arte, sino para conocer científicamente lo que es el arte”, es decir, conocer reflexivamente la idea de lo divino (el espíritu absoluto).
Arthur Danto [1924-…], desestimando toda la metafísica hegeliana, sin embargo retoma esta idea para presentar la tesis según la cual ya ha llegado el fin del arte. Para ello distingue una época prehistórica del arte (antes del 1400), donde los íconos eran adorados pero no apreciados artísticamente; la era del arte, donde se llega a una consciencia del arte en tanto tal, y el principio de la estética; y la época post-histórica, donde la consciencia del arte se desplazó al plano meramente filosófico. El sujeto de la historia, para decirlo de modo rimbombante, parece devenir del sacerdote al artista, y de éste al filósofo. Como vemos, la distinción no es en relación a la producción artística (no es que antes o después de la era del arte, no se produjo arte) sino en quién es autoridad en (garante y responsable de definir) arte. Como en Hegel, la conciencia corre en contra de las determinaciones históricas. La historia ha determinado la aparición del arte en el siglo XV, le exigió desarrollarse hasta fines el siglo XX, y obligó a la conciencia (filosófica) a hacerse cargo del asunto, dándose muerte a sí misma. Ya no exista una gran narrativa en la cual cobijarse a la hora de hacer arte, y a la cual remitirse a la hora de legitimarlo. “No hay ningún criterio a priori acerca de cómo el arte debe verse”. Es clave la palabra verse en este contexto, puesto que esto es lo que más tarde nos llevará al problema de lo indiscernible.
El paso de la prehistoria a la historia del arte se da en lo que podemos llamar la autonomía del arte, lo que Hegel y Kant entendieron (cada uno a su modo) como la libertad, el desinterés y la finalidad autoreferencial del arte (en el caso de Kant, la finalidad formal de lo bello en general). El artista empieza a tener como tema de reflexión no un contenido extrínseco al arte, sino el mismo arte, auto-definiéndose y auto-criticándose. La conciliación entre medios y fines propuesta por la dialéctica de Hegel parece sintetizarse en esta frase de Danto: “los medios de representación se vuelven el objeto de la representación”. Así, la mimesis va siendo por tanto abandonada como paradigma del arte, “como si enfatizar la representación mimética se hubiera vuelto menos importante que otro tipo de reflexión sobre los sentidos y los métodos de representación”.
El (aparente) problema de esta etapa es que, al instituirse una historia del arte (una narración oficial), toda obra que se demostrase como no respondiendo a esta historia, se la consideraba no-artística. Nace de este modo los límites (determinados y legitimados por la historia) entre lo que es arte y lo que no lo es. Esta voluntad de límites se vuelve divergente en la era de los manifiestos (principios del siglo XX), donde nacen una multitud de narraciones pretendidas como continuadora de la oficial, excluyentes unas de otras. Aquí nace (se hace consciente) la disputa filosófica-artística por quién tiene (quién es) la verdad en arte. De este modo, al volverse un problema la verdad del arte, entra en la escena de la historia del arte la filosofía. Llegado a este punto, la reflexión de la historia del arte fue en último término la muerte de la historia del arte, “el fin del arte consiste en el acceso a la conciencia de la verdadera naturaleza del arte”. El punto de quiebre parece ser la Brillo Box de Warhol, quien proponía que son materialmente indiscernibles el arte y la realidad, no hay nada en el objeto mismo que pueda diferenciarlos. (http://www.fotos.org/galeria/data/518/3Andy-Warhol-Brillo-Box.jpg)
De esta manera, “ya no se podría enseñar el significado del arte a través de ejemplos”. La reflexión artística, en términos análogos a los hegelianos, pasa a prescindir del objeto en tanto apariencia inmediata, “sería necesario realizar un giro desde la experiencia sensible hacia el pensamiento”. Volviendo casi textualmente a la cita de Hegel con que abrimos el debate: “la estructura del mundo del arte consiste exactamente, no en “crear arte” otra vez, sino en crear arte explícitamente para el propósito de saber filosóficamente lo que es el arte”.
Así, la verdad que aparentemente no era posible ver en la era de los manifiestos es que no hay arte verdadero (y por tanto, tampoco falso) sino que todo arte es indiferentemente arte. Y de esta verdad parece seguirse que al artista le es indiferente qué es el arte, y es tarea del filósofo definir la esencia del arte de tal modo que todo lo producido por los artistas quede conciliado y nada pueda excluirse. Al parecer, todos juntos podemos vivir sin molestarnos unos a otros.
Terminaremos entonces con un análisis de la siguiente cita: “Período de información desordenada, una condición perfecta de entropía estética, equiparable a un período de una casi perfecta libertad. Hoy ya no existe más ese linde de la historia. Todo está permitido.”
Aquí queda denotado que la nacionalidad traicionó al pensamiento del autor. Lo que vemos aquí es la ya anciana idea liberal de libertad, según la cual la de uno terminaba en la del otro. Así, sin que nadie pueda delimitar libremente la libertad de otros, todo parece de pronto permitido (la tragedia dostoievskiana tras la muerte de Dios). Esta definición negativa tuvo dos grandes defectos, tanto en el plano político, como el artístico.
En primer lugar, es completamente despotenciadora. Al abstraer en el análisis sólo (haciendo una analogía con Hegel, al hacer un análisis unilateral) de aquello que delimita externamente a la libertad, se pierde de vista lo que produce libertad (sus leyes internas). Formalmente todo está a nuestro alcance, pero en su contenido, en el ejercicio efectivo de la libertad, nos vemos perdidos sin saber a dónde disparar. El desorden de información multiplica las posibilidades del sujeto que se quiere informar (Internet es un océano de información) pero al mismo tiempo lo satura. El sujeto es interpelado de tal modo por las posibilidades que pierde el momento reflexivo ante esas posibilidades, y siempre piensa con la información encima sin poder tomar nunca distancia. Es lo que se entiende típicamente como el fenómeno de decadencia (término descriptivo, no necesariamente valorativo). Para colmo, al estar la reflexión (tarea de la filosofía) distanciada de la producción (tarea del artista); el fenómeno despotenciador de la decadencia se agrava pues crea un desinterés por parte del artista para con lo artístico de su obra.
En segundo lugar, esta formal libertad absoluta impide la discusión respecto a qué puede el arte. De este modo, al desaparecer el problema de la producción del territorio racional (es decir, de la reflexión), se desplaza al terreno de la pugna de poderes, donde suele salir triunfador los intereses económicos, quienes, obviamente, usan criterios económicos para producir arte. De este modo, que la filosofía deba definir a toda la producción como artística, quiere decir que los criterios de hecho del arte tiendan a subsumirse bajo los intereses de mercado (o a los intereses de Estado, aunque sea menos frecuente). Este problema Danto lo expresa (como virtud del arte post-histórico) en lo siguiente: “El arte puede ser lo que quieran los artistas y los patrocinadores”.
Así queda planteado pues las dos aporías que se le presentan, creo yo, a la filosofía del arte, ante el estado netamente liberal en el que ha dejado al arte el fin de su historia; y digo aporías, porque no parecen ser solución la vuelta (reaccionaria) a una narración oficial legitimadora y canónica.







miércoles, 19 de octubre de 2011

Juárez competitiva. De las palabras a los hechos                     


Samuel F. Velarde

Las actividades culturales para promover “Juárez Competitiva”, tienen como objetivo estimular la inversión en Ciudad Juárez y de alguna manera, borrar la negativa imagen de esta ciudad en el mundo, porque la mala imagen de Ciudad Juárez, evidentemente es mundial. El año pasado estando en Corea del Sur, tuve la amarga experiencia de que me preguntaron sobre la violencia juarense. Situación difícil de contestar.

Es loable el esfuerzo que se ha hecho al respecto, tanto por los espectáculos culturales, como por las conferencias dictadas, que van desde las muy buenas, hasta las mediocres y sin sustancia. La de Gorbachev, no fue más que lo mismo que dice donde es invitado: La decadencia de la URSS, las largas flas para conseguir alimentos en los últimos años de esta república socialista, la falta de libertades, la corrupción y la carrera armamentista. Sin embargo, el ver en carne y hueso a este personaje histórico, fue el real espectáculo que motivó a muchos para asistir a su charla. Por cierto, cuando habló de la corrupción los juarenses aplaudieron, como rechazando a los políticos que ahí se encontraban y me imagino la alusión les pegó fuerte.

Pero lo más importante del asunto, es cómo lograr convertir a Juárez en competitiva y que esa competitividad, produzca un real impacto en la calidad de vida de sus habitantes, sobre todo de los trabajadores que aportan demasiado a la competitividad. Asumiendo que la competitividad tiene que ver con la calidad de los productos fabricados, pero asimismo con el capital humano existente (que en Juárez la verdad abunda) desde el trabajador eficiente hasta el técnico, ingeniero o administrador, incluso las profesiones adyacentes que coadyuvan en mejorar ese capital humano.

A pesar de que la producción y la importación de productos hechos en Juárez es alta, parecería ser que la ciudadanía está muy alejada de esa participación de resultados, pues la inseguridad permea todavía, los polígonos de pobreza siguen aumentando (donde por lo general viven varios trabajadores productivos). Entonces la tarea es ardua, más allá de buenas intenciones y eventos de nivel internacional, hay que trabajar por la calidad de vida, de otra manera ni Gorbachev, Castañeda o el hijo de Carlos Salinas y demás, podrán abrir una mejor esperanza para los juarenses y su calidad de vida. Es decir, como dicen los teóricos organizacionales, ver fortalezas, pero también debilidades y atenderlas.





domingo, 16 de octubre de 2011

Los Indignados
Samuel F. Velarde                                                                
Las reacciones mundiales ante la crisis económica internacional, resulta un fenómeno interesante, a partir de que ciudadanos sin relación directa, han asumido una posición de protesta contra la crisis que afecta al empleo, la estabilidad económica y a los ciudadanos comunes del mundo. De hecho, es una muestra también de que la tradición teórica del marxismo (por más metida en el sotano que esté) es vigente, es cuestión de desempolvarla y ahí está, ofreciendo el análisis de la crisis del capitalismo mundial, como el sistema que no ha podido resolver los problemas básicos de la humanidad.
Ahora si que parafraseando a Marx, "Indignados del mundo unios", que puede ser una llamada de atención para las elites internacionales, que han desestimado a las grandes masas de desempleados, hambrientos y olvidados del planeta. Y es que el desarrollo se ha sustentado en diezmar no solamente a los recursos naturales, sino asimismo ha provocado que millones de personas se vean afectadas por esta acción, dinamizando migraciones, hambrunas, un numeroso lumpen proletariado como ejercito de reserva del crimen internacional.
El capitalismo mundial no se si deba re-organizarse y volverse comprensivo de su entorno (podrá?), sin embargo los indignados, son el principio de un gran movimiento social global, unidos bajo el descontento de un sistema mundial poco favorable para la esperanza y el desarrollo humanos.