viernes, 30 de julio de 2010

Elecciones pasadas en México: en el marco de la sucesión presidencial
Mtro. Ernesto Ortíz Diego

De mal en peor…Este año 2010 electoral, del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana, cuyo climax fue la jornada electoral del domingo 4 de julio, no sólo es inédito por registrar el mayor reparto del poder público a nivel local en la historia del país -2 051 cargos de elección en disputa en 15 entidades del país-, sino también por verificar- con testimonio por verificar -con testimonios de viva voz y con hechos duros y ásperos- preocupantes niveles de descomposición en la competencia política y en las instituciones electorales locales y, al tiempo, el súper-domingo se mira inmerso en una grave crisis de certeza, legalidad y autenticidad.
El 4 de julio se volvió el único horizonte posible para partidos y candidatos, gobernadores y el mismo presidente de la República, diversos medios de comunicación, autoridades electorales y poderes fácticos. Todos decidieron irse con todo, sin reparos ni tiquismiquis éticos, morales o legales.
Protagonistas principales, actores secundarios y poderes fácticos resolvieron que lo que está en juego bien vale una escalada en las apuestas y en las trasgresiones, que bien justifica un cochinero memorable y una putrefacción extraordinaria.
Como se recuerda, la reforma electoral constitucional de 2007 y diversos fallos de la Suprema Corte dieron como resultado una alineación extraordinaria, el súper-domingo, en la renovación de espacios de poder público:
12 gubernaturas: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas;
481 diputaciones locales en 14 entidades: las anteriores más Baja California y Chiapas; y
1,427 presidencias municipales en 13 entidades -con la excepción de Hidalgo e incluyendo las 418 bajo el régimen de usos y costumbres de Oaxaca.
Esos espacios en liza son trascendentes, sobre todo las gubernaturas, verdaderos feudos de poder, plataformas políticas de enorme potencial y vastísimos recursos, graneros electorales estratégicos rumbo a la sucesión presidencial del 2012.



martes, 20 de julio de 2010

Sobre la relación autoridad-ciudadanía.
José Roberto Hernández Fuentes.


La problemática social que prevalece en ciudad Juárez parece profundizarse cada vez más sin poder encontrar una respuesta efectiva que logre regresar la estabilidad al municipio. Lejos de esto, las posibles alternativas de solución se escabullen por las grietas del resquebrajamiento del orden social.
Una de las características más lamentables de la fenomenología patológica juarense, es el tipo de relación que se ha establecido entre todo aquello que conforma la autoridad gubernamental y la ciudadanía de la localidad. La desconfianza es el rasgo distintivo de éste vínculo, generando una dinámica comunicacional muy poco efectiva que no sólo disminuye las posibilidades de encontrar soluciones concretas, sino que merma las capacidades tanto de un actor como del otro.
Por un lado, la ciudadanía no siente la seguridad necesaria en las corporaciones policíacas de nivel municipal y federal, por el contrario existe ahora un cierto temor hacia esas instituciones, lo cual engendra un sentimiento social cargado de pesimismo, angustia, desconcierto y apatía en el ciudadano juarense. En tanto que las autoridades inmiscuidas en un contexto social tan ambiguo, no logran distinguir en la totalidad del conglomerado social, al hampón o al criminal, llevando a cabo una sospecha generalizada que en muchas ocasiones afecta la integridad de ciudadanos respetuosos de las normas y apegados a la ley, que sin duda aún son muchos en nuestra ciudad.
Sin embargo, esta percepción ciudadana caracterizada por la incertidumbre, no sólo está en relación a las corporaciones de policía municipal, estatal o federal, sino también a los funcionarios públicos de escritorio, a la clase política establecida en puestos de poder que no ha logrado elaborar planes y proyectos congruentes que devuelvan la estabilidad y el orden sociales. Así entonces, la experiencia interactiva entre estos dos actores fundamentales de la sociedad, no se ha producido en las mejores condiciones, provocando complicaciones que dañan una relación gestada en un escenario presumiblemente democrático.
Si la relación entre las autoridades y la ciudadanía continúa de la misma manera, será muy complicado definir una estrategia que realmente logre resultados positivos para la sociedad juarense. Estos dos actores sociales tienen que entender que no se puede avanzar en la dirección correcta manteniendo una marcada distancia entre ambos. Por lo tanto, es fundamental comenzar por asumir cada uno sus propias responsabilidades, sus propios errores y sobre todo entender que se necesitan mutuamente, más aun en situaciones tan graves como la que vivimos.
El empleo de mecanismos basados en la honestidad, el respeto y la solidaridad, son clave para la restauración de esta relación, de otra manera, el divorcio entre los ciudadanos y las autoridades representa el ejemplo más grande de la inviabilidad y la pérdida total de la cooperación institucional. Recuperar la confianza y por ende la comunicación es el primer paso a dar en una estrategia conjunta que abarque el compromiso de la ciudadanía y aquellos quienes han sido dotados de autoridad, cuya finalidad sea resolver objetivamente la problemática social que nos aqueja desde hace ya algún tiempo atrás a los juarenses y en general a los mexicanos.

domingo, 18 de julio de 2010

Los héroes actuales de la sociedad civil en Juárez "in memoriam"

El médico Guillermo Ortíz Collazo tratando de cumplir con su ética hipocrática y salvar vidas, muere en el bombazo criminal el pasado 15 de Julio, era también un músico del famoso grupo Los Silvers, que impusieron un sello especial a la música netamente juarense. Un muerto más en el daño colateral de una guerra que no acabamos de entender y asimilar. Sociológicamente, cien pasos hacia atrás en lo que llamamos civilización.

sábado, 17 de julio de 2010

La violencia en ciudad Juárez

 Samuel F. Velarde

Los mexicanos (sobre todo de la generación de los cincuentas y sesentas) jamás nos imaginamos una guerra tan macabra (porque eso es, donde los autos bomba comienzan a relucir) como la que actualmente sucede en el país,  ni siquiera la guerrilla urbana de los setentas presentó este modelo violento e indiscriminado, sin embargo  en estos momentos el país se encuentra metido en una escalada de violencia que invita a reflexionar si esto tendrá fin. La estabilidad de un país corporativizado por un partido hegemónico se dislocó hace tiempo, los grupos criminales se pelean plazas y el Estado se ve imposibilitado en terminar con tal fenomenología.  La transición a la democracia al menos formal, se ve quebrantada por los rezagos históricos, el aumento de pobres y la crisis económica como punto central. Hoy la democracia mexicana sufre un gran descalabro, pues el ciudadano comienza a dudar de los mismos procesos electorales. La pregunta es ¿qué tanto el país soportará la violencia y los quiebres institucionales? ¿ qué límites habrá, antes de un colapso más generalizado? Haga su propia reflexión, pues los juarenses nos encontramos en el umbral de una muerte anunciada.

domingo, 11 de julio de 2010

Sociología de una noche de rock juarense.
Samuel F. Velarde

a  Jorge A. Velarde

Vivir en ciudad Juárez para muchos es vivir en un peligro latente, a pesar que es un lugar violento, también existen espacios de diversión donde el Juárez tradicional y noctambulesco continúa su vida normal. Creo que a mis 55 años jamás pensé volver a un sitio de rock pesado, pero gracias a mi hijo que incursiona en esa música tal vez por cuestiones genéticas (pues tengo un hermano rockero), me animó a visitar dicho antro que por tradición es uno de los espacios donde se juntan los rockeros fronterizos, esos vestidos de negro, con los cabellos hechos trenza y algunos con piercings en las orejas y labios, con calaveras y las tradicionales leyendas AC/DC en sus camisetas, fue una noche espectacular, la música es fuerte, estrepitosa, pero con un ritmo increíble, la gente baila, mueven la cabeza, sus cabellos se revolotean tormentosos, aunque sincronizados con la música. No se percibe un ambiente ficticio, creo hay bastante originalidad y poca pose como en otro tipo de bares.

Las distintas bandas se turnan, hay dos foros bien montados, que hace que el sonido sea nítido, impecable, el lugar se va llenando poco a poco, las caguamas (cervezas grandes) es la bebida predilecta, pues son baratas y pueden compartirse, hay animosidad, da la sensación que es una gran familia ya que entre ellos se conocen, comparten el ritmo, las bromas y sobre todo un espacio genuino que permite fraternidad en medio de una desconfianza citadina. La música suena, la gente grita, se levantan de su lugar haciendo las típicas señales rockeras donde los dedos el índice y meñique sobresalen, las canciones de Ronnie James Dio se entremezclan con gritos de emoción y el humo de los cigarros (o se permite fumar o se rompen las reglas).

Más allá de una noche rockera, pensé en Juárez, que siempre ha tenido su vida nocturna como ésta, de jóvenes trabajadores, del barrio, honestos, buscando su placer a través de la música, o siendo realmente libres por un rato. Aquí se deja de lado las apologías musicales de una cultura violenta, del poder del dinero, del falso glamur; sentí seguridad, simpatía por el lugar lo confieso. Al salir le comenté al joven que cuidaba los autos si por aquí  pasaban cosas como en otros lugares de diversión, y me dijo con parsimonia “nel carnal aquí puro rockero chida”.





miércoles, 7 de julio de 2010


México, el mundial de futbol y sus ironías socioculturales.
José Roberto Hernández Fuentes.

Hace algunos días el mundial de futbol termino para México, luego de la eliminación frente al ya “odiado” rival argentino, la expectativa del aficionado mexicano volvió a tener el mismo desencanto de siempre.



Todo un proceso mediático es el que se lleva a cabo con la selección mexicana de futbol durante su etapa previa al mundial, engrandeciendo a los jugadores, poniéndolos inclusive por encima de sus verdaderas capacidades, creando una relación idílica entre el aficionado y el equipo nacional, misma que eleva la ilusión, la falsa ilusión de un posible campeonato mundial. Esta perversidad de los medios de comunicación logra su cometido lucrativo, pues cuando se llega la fecha y la hora de inicio de un partido del equipo de futbol nacional, prácticamente todo el país se encuentra frente al televisor, a excepción de aquellos fanáticos que pudieron acudir al estadio. La mercadotecnia alrededor del futbol mexicano a cobrado tantos dividendos, que más allá del derrotero futbolístico mexicano, se encarga de hacer todo lo mediaticamente posible para volver a incrementar las expectativas de los aficionados por a selección de futbol. Sin embargo, lo interesante de todo esto es la sorprendente capacidad de influencia que tiene este deporte en el comportamiento de los mexicanos.



Quizá el futbol sea el deporte más popular en todo el mundo, pero no en todas la regiones del planeta representa la misma importancia sociocultural como en México. En éste país, el futbol genera muchas ironías en el comportamiento y conducta de los mexicanos. Somos capaces de salir a las calles multitudinariamente con el único propósito de celebrar un triunfo de la selección mexicana, aún sin haber ganado ningún campeonato. Pero somos incapaces de salir a las calles de todo el país con ese mismo ímpetu para exigir mejores condiciones sociales, políticas y económicas para vivir. Nos volvemos grandes críticos y conocedores del medio futbolístico, siendo los primeros evaluadores del funcionamiento táctico y técnico del equipo nacional de soccer, teniendo altísimos índices de interacción virtual en donde se genera un gran flujo de información referente a todo lo que gira en torno a este deporte. Pero nos callamos, nos conformamos y nos atamos de manos ante las corruptelas y malos manejos políticos de nuestros gobernantes. Cantamos el himno nacional con un inspirado nacionalismo, que al menos en apariencia, saca hasta las lágrimas de algunos durante el protocolo previo al inicio de un partido de copa del mundo. Mientras que los lunes por la mañana nos daba o nos da una flojera enorme interpretarlo en la explanada de nuestra escuela para honrar a los símbolos patrios. Indagamos, reflexionamos, discutimos, proponemos al que consideramos como mejor elemento para llevar la dirección técnica de la selección nacional, así como la mejor formación para un partido. Pero no hemos sido lo suficientemente atrevidos como para indagar, reflexionar, discutir y hasta proponer al mejor candidato a cualesquier cargo público que se dispute. Y por último, hacemos todo lo posible, como verdaderos aficionados, por ahorrar la cantidad necesaria de dinero para acudir al próximo mundial, pero muchas de las veces no hacemos lo suficiente, como ciudadanos, para desde nuestra posición construir un país mejor, empezando por nuestra familia, nuestra colonia, nuestro municipio y nuestra entidad.



Talvez estás ironías para algunos sean muy injustas de mencionar, podría decirse que el comportamiento del aficionado nada tiene que ver con el comportamiento ciudadano, pero lo cierto es que esto refleja una realidad social muy incomoda para el mexicano. Pues el ser un simple aficionado no compromete, no responsabiliza, no causa ningún efecto real en nuestra vida cotidiana. Contrario a ser un ciudadano comprometido y responsable, que busque cambios reales para mejorar su vida cotidiana, lo cual requiere de un involucramiento directo en la comunidad y en la sociedad y todo lo que esto conlleva. No hay duda de que existen este tipo de ciudadanos dispersos en cada uno de los rincones del país, pero sería ideal que hubiese la misma cantidad de estos ciudadanos ejemplares, como lo hay de aficionados entregados a su pasión por el futbol.



Así, el futbol no sólo ilusiona y eleva las expectativas de los pasionales aficionados que esperan el logro de un campeonato mundial, sino que también genera la ilusión de que con el mismo sentimiento, emoción y pasión desbordados por la afición mexicana al futbol, algún día los ciudadanos mexicanos retomemos con estos mismos elementos las riendas de nuestra nación.