domingo, 25 de octubre de 2009


¿No es fácil ser joven en la actualidad?
José Roberto Hernández Fuentes.

En varias ocasiones he tenido la oportunidad de escuchar discursos que abordan la temática de la juventud en la actualidad. Dichos discursos parten de cuestiones que colocan a los jóvenes como víctimas de una serie de circunstancias estructurales que dificultan su desarrollo y merman su potencial. Las conclusiones son siempre las mismas: “no es fácil ser joven en la actualidad”.
Sin embargo, tendríamos que reflexionar y analizar de manera objetiva dicha afirmación antes de tomarla como una verdad dogmática. Primero, es necesario hacer las correspondientes diferenciaciones en cuanto a las condiciones socioculturales y económicas dentro de la población joven con la que cuenta una sociedad, ya que es por demás claro que debido a la conformación de la estructura social no todos los jóvenes tienen las mismas oportunidades de desarrollo personal. Segundo, hay que señalar que independientemente de esas diferencias estructurales que determinan la vida de los jóvenes, cada uno de ellos enfrenta diversas problemáticas que corresponden a su contexto de desenvolvimiento y al estilo de vida que manifiestan, por lo tanto, si bien es cierto que “no es fácil ser joven en la actualidad” esto depende de variados factores relativos a la situación social en que se vive. De otra manera sería sencillo afirmar que para un joven de clase social alta en el desarrollo de su vida encontrará menos vicisitudes que las que pudiesen observarse en la vida de un joven de clase social baja, esto desde un punto de vista meramente estructural. Por último, es obligatorio e indispensable considerar los nuevos elementos que conforman la vida cultural de los jóvenes y hacer énfasis analítico en los que contribuyen al desarrollo de un comportamiento y actitud necesarios para enfrentar los problemas presentes y venideros. En este sentido, la cultura y la estructura social se presentan como factores determinantes para los alcances, decisiones y comportamientos de los jóvenes.
La cultura dominante que hoy vivimos es demasiado superflua y trivial, carece de un sentido significativo que profundice en la compleja reflexión de la vida cotidiana y sus características determinantes. Contrario a esto, la vida cultural moderna se distingue por su fluidez, los placeres momentáneos, el consumo irracional y el marcado desinterés de procurar un mejor futuro, en otras palabras, la vanidad, el egoísmo y la nimiedad son los principales aspectos distintivos de la cultura contemporánea. Bajo estas circunstancias resulta lógico y sumamente complicado que los jóvenes que viven bajo la bruma de éste modelo cultural puedan interesarse por las diversas problemáticas que afectan tanto a su nación como al mundo entero. Es entonces cuando me cuestiono ¿no es fácil la vida de los jóvenes en la actualidad? Quizá sea demasiado fácil y estemos argumentado erróneamente las características de la coyuntura mundial como el principal obstáculo para la población juvenil en el orbe. ¿Cómo pedemos establecer que la vida de los jóvenes de hoy es fácil, si la banalidad y la superficialidad son sus principales distintivos? Si hacemos un parangón entre la actitud y el comportamiento de los jóvenes de nuestra época y aquella memorable generación de los sesentas que lucho con un jovial y particular estilo por la construcción de un mundo mejor, encontraremos marcadas y muy considerables diferencias. Aquella generación de jóvenes que iba en contra de un sistema mundial que consideraban arbitrario, violento y enajenante, reflejaba claramente un compromiso juvenil con la humanidad, jugaron un papel que para muchos era desconcertante pero que estaba lleno de significado, de simbolismo y de responsabilidad hacia la humanidad, aspectos de los que hoy carece la población juvenil. Probablemente muchos argumentaran que las condiciones y circunstancias de aquella inolvidable época histórica eran diferentes a las que hoy experimentamos, sin embargo esa no sería una respuesta que siquiera se acerque a una justificación del poco o nulo compromiso juvenil en la actualidad de nuestros tiempos. Hoy más que nunca, los jóvenes contamos con las pruebas necesarias y contundentes que deberían de conducirnos a tomar una actitud y responsabilidad que permiten enfrentar de manera objetiva y directa las variadas problemáticas que enfrentamos en los diversos contextos nacionales y en el orden (más bien desorden) mundial. La crisis ambiental que altera negativamente al ecosistema, las crisis políticas de cada nación en el mundo, la crisis económica mundial, el narcotráfico, la utilización de la energía nuclear, la eterna pobreza, las guerrillas, entre otras deficiencias estructurales del sistema mundial son argumentos tajantes para la pronta acción de la sociedad civil de cada nación en el planeta, pero principalmente para los sectores juveniles de quienes depende ineludiblemente el futuro del planeta.
No podemos seguir excusándonos en el absurdo de la existencia de grandes dificultades para el buen desarrollo de la vida de los jóvenes, no podemos seguir ocultándonos en ese inoperante argumento, no podemos continuar llevando una vida tan fácil e irresponsable como la que llevamos actualmente, no podemos seguir sumergidos en la bruma del placer efímero y trivial, no podemos ser una generación perdida en tiempos que exigen de manera urgente la puesta en práctica de nuestra capacidad y voluntarismo juvenil que nos conduzca a la acción social y política necesarias para darle frente a los problemas que hoy nos atañe resolver, no podemos simplemente dejarnos seducir por la intrascendencia de la ignorancia y la desesperanza. Es muy fácil ser joven en estos tiempos, sin compromiso, sin expectativas y proyecciones. Es muy sencillo no luchar por un mejor futuro y dejarnos llevar por los placeres enajenantes y efímeros de nuestra cultura. Es muy fácil decir que no es fácil para así exonerarnos de toda responsabilidad que nos comprometa como jóvenes.

jueves, 22 de octubre de 2009


CULTURA FRONTERIZA Y CULTURA POLITICA EN JUAREZ
José Carlos Soledad*


Es difícil dar un punto de vista concreto sobre esta frontera en cuanto a lo cultural, pero puedo decir sin temor a equivocarme que Ciudad Juárez es una de las ciudades más extrañas del país. Su posición geográfica, su actividad económica, la constante migración de personas, la influencia tan marcada de la cultura de nuestros vecinos del norte y muchas otras cosas, han hecho de nuestra comunidad algo muy particular, donde los valores y los estilos de vida se han ido mezclando formando lo que hoy es Juárez. Si bien es cierto que Juárez es una ciudad con demasiada violencia, verla y analizarla solo de ese modo crearía una imagen muy falsa de lo que realmente es la frontera.
Por muchos años Juárez ha tomado el papel de una ciudad que recibe gente de todo tipo y de todas partes del país con las que intercambia y adapta sus rasgos culturales, y creo que eso es lo esencial de esta cultura tan propia y tan extraña, donde insisto, lo diferente es lo normal, pero no podemos dejar de lado que esta frontera es vista por los migrantes como una oportunidad de mejorar su situación económica, aunque sea por unos cuantos pesos, o al menos así era hasta la reciente crisis, lo cual ha afectado de cierta manera a Juárez.
Por otro lado la ola de violencia que azota no solo a Juárez sino al país completo, vino a agravarse precisamente por la situación económica actual, la falta de dinero puso a “trabajar” al crimen de una manera increíble, los ejecutados, y las balaceras callejeras están a la orden del día, aparte las extorsiones telefónicas, asaltos y demás, han infundido cierto miedo, marcando una nueva forma de vida mucho mas “preventiva” y de desconfianza en la gente por llamarla de algún modo.
Creo que estos factores han creado cierta inconformidad e incertidumbre en la sociedad Juarense, lo curioso es ver como se pide cambio y estabilidad pero la sociedad se queda sentada a esperar que alguien mas haga el trabajo que a ella le corresponde.
Pienso que todas estas cosas sumadas a todo lo que hemos visto a lo largo del tiempo (policías y políticos corruptos, promesas incumplidas, poco avance, ricos que se enriquecen más y pobres que se hacen más pobres, la falta de compromiso de algunos migrantes con esta ciudad…) han producido una cultura política pobre y apática, donde la participación ciudadana en las decisiones de la ciudad es un ejercicio carente ya de sentido y validez.
Creo que es momento de asumir la responsabilidad que siempre debimos haber tenido como sociedad, de involucrarnos realmente en las decisiones que se supone debemos tomar, y de cumplir con nuestro deber ciudadano, dejar a un lado las quejas y de retomar valores que hemos perdido. Es tiempo de aceptar que una sociedad sana no es solo producto del trabajo del gobierno, sino de una sociedad comprometida con ella misma, que trabaja con una amplia moralidad y que sea dirigida por las acciones de la ciudadanía.

*Misionero socialcristiano y estudiante de administración en el ITCJ.

sábado, 17 de octubre de 2009

Análisis de Coyuntura

Alta Tensión. La Liquidación de Luz y Fuerza del Centro.

El Mtro. Ernesto Ortíz Diego con su capacidad analítica y conceptual, haciendo gala de una sociología de coyuntura, expone en este interesante artículo un minucioso y rico panorama sobre la liquidación de una empresa propia del corporativismo sistémico mexicano (Luz y Fuerza del Centro), asimismo comenta sin tapujos el golpe a un sindicato dinosaurico (SME) con las mismas caracteristicas. Por cuestiones técnicas no podemos subir el artículo al Blog, pero está disponible con la anuencia del autor, para quien desee solicitarlo a Observatorio Sociológico.

sábado, 10 de octubre de 2009


Relación Individuo-Sociedad en Foucault y Habermas

Jesús A. Rodríguez Alonso

Desde sus orígenes el hombre existe y coexiste en colectividad, ya desde los grupos nómadas de recolectores y cazadores, hasta las sofisticadas y complejas interrelaciones en los grupos contemporáneos, ya sean nómadas o sedentarios. Sin embargo ha existido siempre la disyuntiva entre ¿quién o qué conforma a la sociedad o es ésta colectividad la que determina al individuo?, las respuestas han variado según el devenir histórico y social, desde las posiciones filosóficas, psicológicas, económicas, políticas y por supuesto sociológicas. La intención del presente trabajo no es hacer una recapitulación exhaustiva, sino acercarnos a dos teóricos relevantes, uno de nacionalidad francesa y otro alemana.

El objetivo de este breve artículo es hacer una conexión valorativa-interpretativa entre Jurgen Habermas y Michel Foucault, tratando de encontrar disonancias y semejanzas en sus planteamientos teórico-metodológicos, bajo la perspectiva que estos autores tienen sobre la relación que guardan el individuo con la sociedad; todo lo anterior en un tono introductorio, abriendo el interés y las posibles discusiones futuras sobre el mismo.
En la primera parte hago un análisis de la teoría de Habermas y Foucault por separado; en la segunda efectúo una comparación entre ambos y finalmente en la tercera parte, intento presentar algunas apreciaciones finales sobre los autores y el alcance de sus posturas para nuestra sociedad.

1. - Jurgen Habermas
Su postura con respecto al mundo, la sociedad y el individuo puede considerarse como optimista, en contraposición a la tradición pesimista frankfurtiana: Adorno, Horkheimer, entre otros.

Habermas conceptualiza la sociedad, ya no sólo como dominada por la razón de acuerdo a fines[1] o racionalidad teleológica, ni con valores predominantes como el valor de la ciencia, el valor de la moral y el valor de la religión; para él, la sociedad es una integración de valores y la “razón pura” por medio de la comunicación, que es lo que utiliza para lograr dicha integración.

Habermas parte de tres concepciones teóricas, una evolución social, donde describe la historia como un devenir de la especie humana, como un proceso evolutivo continuo; asimismo le da a la acción social una corporeidad, el cuerpo-sujeto-humano pierde importancia; en cuanto al concepto de sistema lo plantea como sistema social trans-subjetivo de procesos de aprendizaje en crecimiento, con lo anterior el sujeto es cambiado por una estructura que esta más allá de la subjetividad, proponiéndolo como una situación de comunicación.

Dentro de la sociedad, Habermas concibe dos formas de acción social:

1) La acción comunicativa

2) La acción de acuerdo a fines u orientada al éxito.

En cuanto a la segunda es concebida como aquella acción que hace uso maniqueo de las circunstancias para sacar ventaja, oprimir. Una acción netamente anti-diálogo y donde el dominio es la excelencia representativa.

Respecto a la acción social con lógica comunicativa se presenta cuando los actores interaccionan en un proceso de entendimiento sobre metas comunes y compartidas, concibiendo para ello, el entendimiento como un acuerdo sobre alguna afirmación, dentro de tres dimensiones:

1) Cognitiva, en la que la rectitud de una propuesta puede ser probada objetivamente;

2) Moral, donde las propuestas se realizan sobre la base de las normas establecidas y,

3) Psicológica donde las afirmaciones son valores por la persona a partir de sus circunstancias internas.

A partir de lo anterior, la manipulación, la conquista, el engaño son vistos como “estructuras de comunicación distorsionadas”[2]. Por otro lado, metodológicamente establece la sociedad en dos niveles:

1) sistema

2) Mundo de vida.

Primero, qué entiende por mundo de vida. Presenta varios significados, se refiere al saber de fondo sobre el que se sustenta normalidad de una “situación de habla”[3]; es también el lugar donde interactúan los hablantes, asimismo es la comprensión de lo que nos es propio y lo que nos es extraño, o sea la vida cotidiana. Es en el mundo de vida donde se desarrolla la acción comunicativa a partir del acto de habla, a su vez el mundo de vida se articula en tres esferas:

1) cultura

2) sociedad

3) personalidad

Con ello vemos que Habermas concibe al sujeto como personalidad, como agentes capaces de lenguaje y acción[4], lo que conlleva que el cambio se da como un proceso evolutivo.

Segundo, el sistema como sociedad, incluye los aspectos del dinero, la lógica de la acumulación de capital, la racionalidad burocrática, en sí, lo económico-administrativo.

Habermas menciona que el sistema coloniza al mundo de vida, y es precisamente a partir de esto que plantea a la acción comunicativa como una meta de la sociedad, donde el sujeto (personalidad) es auto-crítico y que puede abstraerse de la acción estratégica (poder-manipulación), todo ello a partir de la racionalidad comunicativa, donde la interacción simbólica se dé partiendo de la buena fe de los hablantes, de la comprensión y entendimiento de las actitudes y símbolos de los mismos, buscando finalmente el consenso. Su método para lograrlo es la dialógica y una doble hermenéutica. Tal como lo menciona Freire “el diálogo es el encuentro amoroso de los hombres que, mediatizados por el mundo, se “pronuncian”, esto es, lo transforman y, transformándolo, lo humanizan, para la humanización de todos...No hay ni puede haber invasión cultural dialógica, manipulación y dialógica son términos excluyentes”.[5]

2. - Michel Foucault

Foucault parte del análisis de la historia, pero no desde el punto de vista tradicional, sino hace un análisis de las discontinuidades[6] de la misma, haciendo historia del presente, buscando una contraposición a las narraciones globales. Para este autor la realidad social es perversa, y precisamente parte de sugerir el estudio de la misma, explicarla, encontrar que hace tener la apariencia de ser normal, y donde lo normal también es perverso, pero que es algo inevitable; viendo la historia se puede revalorar lo normal para luego influir en el cambio o modificación, esto es la genealogía de la historia.[7] En este sentido se diferencia de Habermas y su “reconstrucción histórica”, pero no debo adelantarme al tercer punto.

El análisis de la actualidad en Foucault nace de la formación de una experiencia (episteme) determinada y en cuyo interior se produjeron tanto un conjunto de saberes como experiencias excluyentes del sujeto (la locura. Con esto plantea que la perversidad no es vista en la normalidad, incluso que la perversidad es normal. Foucault no se limita únicamente a hacer una descripción histórica de las formas de castigar y sus transformaciones,[8] mejor dicho, evidencia las costumbres, valores, ideas (episteme) que conforman a los sujetos actuales, igualmente plantea como subjetivamos las relaciones, que para él son relaciones de poder y ante las cuales el individuo no puede desligarse; para lograr una subjetivación profunda y una efectividad del poder, el poder mismo desarrolla y proliferan tecnologías de poder.[9] El tema del cuerpo es esencial en su análisis, el cual privilegia a partir de que es allí donde se sitia el poder. Pone de manifiesto claramente cómo en las prisiones el poder se desnuda en su totalidad, sin caretas ni mucho menos: es donde se castiga el cuerpo pero también el alma; es el cuerpo el que determina nuestros roles y nuestras formas de relación con otros sujetos-cuerpos; el cuerpo es vigilado pero a su vez reproduce la vigilia e incluso el castigo, [10] el sistema-poder esta inmerso en todas las actividades del sujeto, el cual se relaciona reproduciendo las propias relaciones de poder, pero, ¿qué hacer para que los individuos cambien?, a lo cual menciona que lo difícil no es cambiar la conciencia de la gente o lo que tienen en la cabeza, sino el régimen político, económico e institucional de producción de verdad.[11]

El sujeto es en sí producto de sus posibilidades, existe la presencia de prácticas específicas de constitución del sujeto en las que además participa el propio individuo al interiorizar formas de dominio de sí mismo. Estos espacios o áreas de movimiento son estructuras lingüísticas.

Foucault concibe al hombre moderno (sujeto) no como ciudadano con garantías sino un sujeto calculable y objetivable, donde la individualidad moderna es producto de una transformación en los dispositivos tecnológicos sobre el cuerpo y la llegada del hombre en el nuevo saber científico; hizo una economía del análisis al reagrupar la transformación tecnológica en lo que denominó las técnicas disciplinarias y las modificaciones en el orden discursivo,[12] como ya se mencionó, el poder disciplinario ilustra la manera en que se establece una física[13] del poder sobre el cuerpo, necesaria a un proceso de individualización. En sí, la disciplina incrementa las fuerzas del cuerpo económicamente, por que lo hace productivo[14] y debilita las fuerzas del cuerpo, políticamente, porque logra dominarlo.

La tesis principal de Foucault parte de la existencia de la microfísica del poder (en el discurso y en el bio-poder), así como también bajo la existencia de un macro poder pero que es determinado por el micro poder. Su método implícito es una dialéctica que se presenta en una contraposición entre el que ejerce el poder y el que lo padece (sujeto-objeto), que aunado a la genealogía, le hace un autor que constantemente transformó su propia metodología.

3. - Una visión Comparativa

La primera diferencia entre estos autores es su planteamiento sobre la sociedad. Habermas propone un tipo ideal de sociedad, donde la acción comunicativa sea el eje central de ella y donde el sujeto se relaciona con ella a partir de un proceso dialógico, igualmente otorgándole al individuo, que él concibe como trans-subjetividades, la capacidad de abstraerse de la acción estratégica. Un sujeto que sé auto-conoce para poder interrelacionarse con los otros, bajo una racionalidad comunicativa. Un planteamiento optimista y esperanzador para la actualidad, pero que no deja de ser un “tipo ideal” de sociedad e individuos.

Foucault, primeramente parte de un análisis que puede ser considerado pesimista, por su realismo. Sin embargo siento que no plantea ningún tipo de sociedad a futuro o como meta a seguir, más bien efectúa una descripción y explicación de la sociedad actual, a partir de la genealogía de la historia y las discontinuidades de la misma, el sujeto-cuerpo se halla inmerso en esa sociedad, como determinado por ella, a partir de las normas y reglas que ejercen influencia sobre ellos, igualmente la idea del panóptico sutil en la actualidad es un indicio de que no podemos apartarnos del poder-manipulación (acción estratégica diría Habermas. Para Foucault el sujeto se interconecta con la sociedad a partir de las relaciones de poder que ejerce y que padece, bajo su episteme específica, muy probablemente en este punto haya una semejanza con lo que Habermas plantea en la dimensión cognitiva, moral y sicológica, en ambos es el individuo el que configura y manifiesta un discurso, plantea incluso una forma de auto-gobierno que el sujeto puede darse, haciendo de sus decisiones racionales la base de sus acciones sociales; semejanza que comparte Habermas con respecto del sujeto auto-crítico.

Por otro lado difieren en cuanto a la concepción del cambio histórico, mientras para Foucault la historia es la determinante de las instituciones-norma de la actualidad, a partir de las discontinuidades y de la multivectorialidad de la historia (azar), para Habermas es un proceso evolutivo, continuado, muy aunado al desarrollo del capitalismo, siguiendo en este sentido a lo planteado por Weber.[15]

Habermas hace hincapié que a partir de la racionalidad comunicativa, donde los sujetos sean altamente “individuados”, con una fuerte tradición crítica a la autoridad, se podrá desarrollar legitimidades de las instituciones, donde la democracia jugará necesariamente un papel superlativo; considerando a partir de esto, que los conflictos salariales se irán minimizando, o sea que el conflicto entre el mundo de vida y el sistema se irán diluyendo. Todo bajo las reglas y las normas. Por otra parte, para Foucault, la posibilidad de transformar las instituciones solo puede darse a partir de la no-norma, una forma de contracultura, buscando crear nuevas reglas de juego; pero al igual que Habermas, esto dependerá de la auto-conciencia que tomen los sujetos en su acción social, en relación con la crítica que hagan de las epistemes y discursos establecidos por el poder.

Considero que es pertinente aclarar que estos autores efectúan su análisis en referencia a sus propias sociedades, la francesa y alemana, con una larga tradición crítica, con un enorme desarrollo social, cultural, económico y político, forjado en guerras, conquistas e intelectuales. Por que decir lo anterior, ¿para o por qué se lee a los autores, los que sean?, por obligación, para sobrevivir, por esnobismo, pero generalmente (eso espero), para verificar su aportación no sólo teórica, que ya por demás es bastante, sino intentando rescatar su utilidad práctica. Que no se me vaya a malinterpretar, no deseo que la teoría sea desdeñada en pro de lo práctico, finalmente ambos aspectos conviven y se fortalecen mutuamente; sino más bien el afán es localizar los puntos que sirvan como auxilios para desarrollar modos y formas propias de pensar, comprender y desnudar a nuestra sociedad; desarrollar estrategias o mejor dicho ingenierías cuya aplicabilidad pueda darse en los contextos específicos (locales), y como finalmente esto es una ciencia, es preciso apilar conocimientos, aun que la pregunta sería ¿son pertinentes las bases o es preciso cimentar otras?. En palabras de Baudrillard la teoría podría ser una “suerte de resolución simbólica que acarrea por añadidura un fin práctico”[16]

La posibilidad de transformación de nuestra sociedad, a partir de las teorías anteriores podría sonar bastante alejado, sin embargo observar y reflexionar cómo son concebidas otras sociedades y las interrelaciones con sus individuos, nos coloca en una posición más favorable para comprender mejor nuestras interrelaciones. Es interesante sin embargo preguntarnos ¿qué tan dispuesto está el poder-sistema para ceder o para posibilitar un diálogo franco y sincero?, si el poder nos delimita como Foucault lo menciona, o si el sistema habermasiano ( mercantilismo) nos tiene conquistados, ¿dónde yace la posibilidad de esa transformación, para sociedades como la nuestra? Para algunos, una respuesta puede estar en la participación cívica más activa, sin embargo ¿qué tan preparadas estas las masas para ello, y cuál sería en este caso, el papel de los intelectuales-educadores, esperando que ello no sea también una conquista más del sistema o el poder?


Bibliografía

Baudrillard, Jean. “De la seducción”.Rei, México, 1990

Freire, Pablo. “¿Extensión o Comunicación?”. Siglo XXI. México, 1979

Foucault, Michel. “Vigilar y castigar”. S. XXI, México, 1980

______________. “La microfísica del poder”. La piqueta, España, 1992.

Habermas, Jurgen.“Teoría de la acción comunicativa” Vol.1, Taurus, México, 1987.

__________ “Teoría de la acción comunicativa: complementos y estudios previos”, Rei, México, 1993

Weber, Max. “Economía y Sociedad” Vol.1. FCE, México, 1994

__________. “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” Península, Barcelona, 1977

__________“Historia económica general”. FCE, México, 1984









[1] Recordando a Max Weber en su planteamiento de acción social racional con arreglo a fines, que es guiada por el cálculo y la reflexión. Weber, Max. “Economía y Sociedad” Vol.1. FCE, México, 1994


[2] Véase Habermas, Jurgen.“Teoría de la acción comunicativa” Vol.1, Taurus, México, 1987. pp.136-142. Teoría de la acción comunicativa: complementos y estudios previos”, Rei, México, 1993. pp.193-232

[3] Véase Habermas, Jurgen. Op. Cit. Pp. 99-109


[4] Es importante aclarar que dichas acciones y lenguaje no sólo se refieren a meros movimientos corporales, sino que implica por supuesto una interacción entre los diversos niveles de comprensión, entendimiento y transmisión (racionalidad) del mensaje (objetivado). Para profundizar véase las páginas 122-143, 351-419 de la obra citada.

[5] Freire, Pablo. “¿Extensión o Comunicación?”. Siglo XXI. México, 1979. p.46

[6] En el sentido estructuralista como ruptura epistemológica, frente al razonamiento progresivo y teleológico de la historia y de las ciencias.

[7] Es preciso recordar este autor puede conceptualizarse en tres etapas: la arqueología, como reglamentación del saber a partir de una episteme; la genealogía como búsqueda de las técnicas y dispositivos del poder y una tercera que puede catalogarse como “el interés sobre la subjetividad individual”.

[8] Foucault, Michel. “Vigilar y castigar”. S. XXI, México, 1980


9] El concepto del panóptico tomado de Bentham es sólo un ejemplo de ello. Tal pareciera que en la actualidad se ha hiperrealizado tal concepto, con la tecnología satelital, electrónica, etc. Que ha roto la arquitectura física básica del panóptico. Foucault, M. Op. Cit. pp. 33-34.


[10]“El individuo es un efecto del poder, y al mismo tiempo, o justamente en la medida en que es un efecto, el elemento de conexión, El poder circula a través del individuo que ha constituido” Foucault, Michel. “La microfísica del poder”. La piqueta, España, 1992. p.144

[11]Ibid.,. Pp. 142-146; “Vigilar y castigar”,…pp.165-166

[12] Foucault. “Vigilar y Castigar”....pp. 142-156; “Arqueología del Saber”. S. XXI, México, 1970. pp.33-64, 278-297

[13] No sólo microfísica, que hablaría de las relaciones individuales y los espacios “donde el poder se vuelve técnica” sino también de una física global del poder, ya que las instituciones y la institucionalización son de las principales formas de disciplina, normalización.

[14] Al respecto, los comentarios del filósofo Jean Baudrillard arrojan algunos puntos para la discusión sobre la economización-producción del cuerpo-sexualidad. Baudrillard, Jean. “De la seducción”.Rei, México, 1990

[15] Weber, Max. “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”Península, Barcelona, 1977.pp. 230-245, “Historia económica general” FCE, México, 1984.

[16] Baudrillard, Op. Cit. P. 45

jueves, 8 de octubre de 2009

Observatorio Sociológico del S. XXI recomienda

Este artículo interesante del Dr. Benjamín Tejerina Montaña. Sobre las teorías sociológicas del conflicto social.

http://www.reis.cis.es/REISWeb/PDF/REIS_055_05.pdf

martes, 6 de octubre de 2009

Recordando el 68, un verdadero año en movimiento.

José Roberto Hernández Fuentes.

El año de 1968, es quizá en el que más se ha destacado el tema de los movimientos sociales, ya que en éste periodo histórico de la humanidad se gestó un gran accionar colectivo que tuvo resonancia a nivel mundial. Estudiantes y trabajadores, hombres y mujeres, salieron a las calles de diversas regiones del mundo protestando contra las grandes fallas del sistema y las repercusiones que esto traía a los diversos sectores de las sociedades mundiales. Empujados por la esperanza de poder cambiar la situación y por el descontento que las consecuencias negativas del sistema capitalista habían generado, cuantiosos colectivos comenzaron a formarse para plantear su disgusto con las condiciones sociales, políticas y económicas de aquel tiempo y exigir las transformaciones necesarias para superar los problemas acontecidos.
Terminada la segunda guerra mundial en el año de 1945, Estados Unidos dominó el mapa mundial con su modelo de producción capitalista, promoviendo su instauración en la mayoría de las naciones del mundo, exceptuando la Unión Soviética y China, quienes aplicaron el socialismo y el comunismo respectivamente, manteniendo grandes diferencias con el sistema social diseñado por los estadounidenses y apoyado por sus aliados. De esta manera, dos de los principales motivos por los cuales se iniciaron los movimientos en 1968 tuvieron que ver con la división del mundo conforme dos tipos de estructura o sistema social, el capitalismo y el socialismo y los frutos que estos cobraban en sus respectivos territorios. Por un lado, la hegemonía casi mundial que Estados Unidos había alcanzado a partir del final de la guerra, y por otro, el intento de recuperar los ideales originales de la revolución rusa que se habían perdido en la práctica del socialismo soviético. Es decir, el sistema mundial se encontraba polarizado por dos estructuras ideológicas, el anticomunismo norteamericano y el comunismo-socialismo establecido en los países de la entonces región soviética. Es así como los movimientos sociales surgidos en el 68, van encaminados hacia el replanteamiento de estas dos visiones del mundo, pues por un lado, el gran rezago que para muchos provenía del sistema socio-productivo capitalista propuesto por los estadounidenses, y por otro la poca eficiencia política que reflejaba la denominada vieja izquierda estando ya dentro de las estructuras gubernamentales de varias naciones, producía un cierto desencanto del mundo. No podemos comprender 1968 a no ser que lo contemplemos simultáneamente como un cri de coeur contra las maldades del sistema mundial y como cuestionamiento fundamental de la estrategia de la oposición de la vieja izquierda frente al sistema mundial (Arrighi, et.al, 1999: 86).

De lo anterior, podemos identificar los dos objetivos a los que estaban dirigidas las rebeliones sociales del 68. En primera instancia, los movimientos enfatizaban su lucha contra las fuerzas dominantes del sistema capitalista en occidente, y que se había arraigado después de la finalización de la segunda guerra mundial. Al mismo tiempo, se dirigían contra los resultados de la “vieja izquierda”, que fue juzgada como débil, corrupta y manipulada por las fuerzas dominantes del capitalismo, mientras que en la Unión Soviética y China, se habían dejado de lado los ideales socialistas y comunistas convirtiéndose en dictaduras militares, olvidándose de sus principios ideológicos de libertad, igualdad y justicia. Estableciendo así la diferencia entre la ideología política de izquierda que presentaban estos nuevos movimientos sociales y lo que en ese entonces era la izquierda que había logrado ubicarse dentro de los regímenes gubernamentales.
Dependiendo del contexto social y espacial, los movimientos del 68 divergían en sus objetivos y su lucha. Como ya se dijo, por un lado se encontraban aquellos que iban en contra de las consecuencias nefastas del capitalismo, y por otro, los que planeaban derrocar a la denominada vieja izquierda. En Estados Unidos, se llevaron a cabo movimientos sociales que pugnaban por los derechos civiles y estudiantiles, además del reclamo de paz que se escuchaba en la voz de esos comportamientos colectivos. En Europa, Praga fue uno de los principales centros de desarrollo de los movimientos sociales de 68, reclamando contra la dictadura del partido comunista, situación similar a la ocurrida en China con su revolución cultural, aunque con otro tinte. Siendo ambos parte integral de la rebelión mundial de 1968.
Ya en plena actividad, los movimientos tuvieron sus propios detractores prosistémicos que querían impedir que estos llegaran a alcanzar sus objetivos. Durante el periodo de acción de dichos movimientos se enfrentaron a rivales quienes defendían el status quo del sistema en ese entonces imperante, así como a los que representaban a la vieja izquierda y sus supuestos mecanismos de implantación de sus ideales políticos. Sin embargo, para la añeja izquierda, 1968 fue un año que se abría la posibilidad de volver a retomar sus bases ideológicas por la cuales lucharon y que habían olvidado, o bien, dejado de lado ya dentro de los regímenes políticos. Era pues un reto y una oportunidad. Reto en el sentido de que la izquierda tradicional se vio en la necesidad de buscar y elaborar nuevas estrategias para acrecentar su injerencia en las sociedades, además de agregar a las nuevas corrientes de izquierda que se presentaban en ese mismo año. Y una oportunidad que consistía en unirse a los nuevos movimientos sociales ayudándolos desde su posición política con la fuerza institucional y organizativa que esto representaba, logrando así, reivindicarse ante la sociedad pero particularmente ante la nueva izquierda, para de ese modo influir en el gobierno de una manera mas decisiva y bajo los principios ideológicos que le dieron origen.

Europa fue la región donde comenzó a desatarse el accionar colectivo de 1968. La Primavera de Praga, al igual que el Mayo francés, se basaban fundamentalmente en los reclamos, las aspiraciones y el poder social de la nueva intelligentsia que surgió como resultado de la organización social del trabajo (Wallerstein,1999: 15). Mientras en el occidente europeo se hacían esfuerzos por aplicar el capitalismo empresarial, en la zona oriente de Europa se avocaban por la propiedad estatal de los medios de producción y la centralización de la economía.
Bajo ese contexto, nacía un nuevo tipo de obrero, aquel que tenía conocimientos administrativos, científicos y profesionales, creados por las instituciones educativas congruentes y dispuestas al sistema capitalista de producción. Los esfuerzos intelectuales se convirtieron en una explosión social con la llegada del Mayo francés y la Primavera de Praga, anunciando la rebelión de esta nueva clase obrera contra las instituciones que las habían creado (Wallerstein, 1999: 16). En la nación francesa, el movimiento social estuvo manifestado por los estudiantes de aquel país, los cuales argumentaban que las universidades eran las principales causantes de una continua reproducción social tendiente a satisfacer las necesidades del sistema socio-productivo capitalista. En Checoslovaquia, la rebelión se encaminaba a reclamar la democratización, ya que el partido comunista mantenía un rígido y exclusivo control sobre el proceso productivo, marginando toda posibilidad de que el nuevo proletariado intelectual pusiera en práctica su racionalidad productiva, en pro de un mayor poder y status. En la misma sintonía estos movimientos fueron seguidos en países como España, Italia y Polonia, entre otras naciones a nivel mundial.

Sin embargo, la duración de estos hechos estuvo sujeta solamente hasta la satisfacción de los intereses por los cuales se pugnaba, dejando de lado la supervisión del continuo proceso de cambió que se buscaba originalmente. Como ejemplos se encuentran la situación francesa e italiana. En Francia el increíble aumento salarial que pidió y obtuvo la izquierda en Grenelles le quitó toda su fuerza combativa y poder de convocatoria al movimiento estudiantil y llevo al Mayo francés a un final repentino, mientras que en Italia, el logro de la satisfacción de las demandas económicas llevo eventualmente a someter y neutralizar el movimiento italiano (Wallerstein, 1999:17).

A pesar de dicha satisfacción de las demandas, el resultado de estos movimientos fue más allá de ese logro. Lo importante de todo recayó en la reestructuración de las instituciones, ya que se consiguió una nueva visualización del sistema mundial en cuanto a los intereses por los que pugnaron los movimientos suscitados en el año de 1968. Los legados que dejó esta trascendental etapa histórica en las sociedades mundiales, se ven reflejados en los siguientes aspectos. Primero, la limitación de la intervención de las naciones hegemónicas, en ese entonces EE.UU. y la Unión Soviética, en lo países del Tercer Mundo, pues “el estrecho paralelo entre la experiencia de la URRS en Afganistán y la de Estados Unidos en Vietnam hace todavía más patente que la acumulación sin precedentes de medios de violencia en manos de las superpotencias reproduce simplemente el equilibrio de poder entre ambas, pero no añade nada a su capacidad para vigilar e intervenir en el planeta y todavía menos en sus regiones periféricas” (Arrighi, 1999:88). Segundo, los cambios producidos en las relaciones de poder entre diversos grupos denominados como minorías y los grupos dominantes, reduciendo el grado de dominación de unos sobre otros, situación que es mas visible en el desarrollo de la vida cotidiana de los individuos y su interacción con sus semejantes. Este poder disminuido de los grupos de estatus dominante es particularmente evidente en los países del centro de la economía-mundo capitalista, pero también, con diversas gradaciones en los países periféricos y semi-periféricos de la misma (Arrighi, 1999:89). Tercero, la respuesta cada vez mayor de los trabajadores ante las injusticias de los dueños del capital, visualizándose en “el hecho central de los años setenta y ochenta ha sido la creciente frustración experimentada por los funcionarios del capital, en su búsqueda global de paraísos seguros de disciplina laboral” (Arrighi,1999).

Es importante, que bajo las circunstancias actuales empecemos a formular mecanismos de acción colectiva que nos permitan cambiar o exigir el cambio de muchas situaciones que perjudican considerablemente a la sociedad en todas sus dimensiones, siguiendo como ejemplo la valentía y entusiasmo de aquellos quienes participaron activamente en 1968.
Bibliografía.
Arrighi, Giovanni, et al. Movimientos antisistémicos. Ediciones Akal. Madrid, España, 1999
Wallerstein, Imannuel, et al. 1968: raíces y razones. Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Cuadernos Universitarios, Serie Alebrijes, 1999.