domingo, 17 de marzo de 2013


Un Papa latinoamericano: esperanza espiritual y terrenal
Samuel F. Velarde

                El nombramiento del argentino Cardenal Jorge Mario Bergoglio como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, es un hecho histórico por muchas razones, primero por ser originario  del continente latinoamericano, pues a pesar de contar con aproximadamente 500 millones de fieles, en tiempo pasado poca esperanza existía cuando los elegidos por lo general eran los cardenales italianos que monopolizaban el papado, situación que cambió con El polaco Wojtila, segundo, en América Latina se originó una corriente de fe católica en cierta manera contestataria como la Teología de la Liberación, muy influyente en los sesenta y setenta en sectores sociales populares sobre todo enfrentando a los regímenes militares latinoamericanos y a una iglesia institucional demasiado conservadora y ciega a las injusticias sociales, tercero, América Latina hoy en día se debate en un interesante futuro a partir de las corrientes políticas de la nueva izquierda latinoamericana en el poder, muy fuera de la tónica tradicional marxista y guevarista de la toma del poder por las armas (salvo las FARC), fundamentada en proyectos económicos alternativos a un capitalismo que poco ha hecho por los pobres del continente. Pero también podemos agregar, que el Papa llega en momentos críticos de una iglesia que ha sido dañada por el golpeteo de grupúsculos internos y por la sombra de la pedofilia.
                El nombramiento del Cardenal Bergoglio que se auto nombra Francisco I, puede ser el comienzo no de grandes transformaciones en el seno de la iglesia, pero sí de necesarios reacomodos que le permitan al menos recuperar su fuerza moral y espiritual en un mundo que pareciera ser, va perdiendo el misticismo de la vida y donde miles abandonan el catolicismo buscando en otras prácticas espirituales más laxas y en ocasiones más cercanas a sus condiciones socio culturales, satisfacer sus expresiones de fe.
                Para América Latina la importancia de un Papa argentino, es la posibilidad de que una autoridad de ese calibre esté pendiente de los derechos humanos, que han sido violentados por todos los países en mayor o menor medida, el Papa puede convertirse en una voz que  llame la atención para vigilar este aspecto, que dicho sea de paso ha ensuciado la historia moderna de Brasil, Chile, El Salvador, Cuba, Honduras, México, Perú, Guatemala, Haití y la patria de Francisco I, Argentina, por citar algunos países.
                Mas allá de la simpatía que puede causar entre los católicos de  la región su designación y quiero pensar también en otras confesiones religiosas, es importante creer en que haya esperanzas para los desprotegidos, al menos desde el discurso papal puede fortalecerse el respeto a la democracia latinoamericana, a los derechos humanos, a la condena de los asesinatos de mujeres en México, denunciar la violencia en general y pedir por una justicia terrenal a las clases políticas latinoamericanas. Aquí el Papa Francisco I definitivamente, tiene mucho que hacer.
                

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