martes, 21 de diciembre de 2010

Por considerar una  información valiosa para el análisis de lo que sucede en  Ciudad Juárez, se adjunta el siguiente sitio de RADIO NEDERLAND.

http://www.rnw.nl/espanol/article/ciudad-ju%C3%A1rez-zona-de-guerra

lunes, 20 de diciembre de 2010

Diego sano y salvo: formidable…pero ¿qué sigue?

Samuel F. Velarde
La liberación de Diego Fernández de Cevallos es bienvenida, pues ningún ser humano tiene derecho a perder su libertad y transitar por la enorme presión psicológica que este personaje sufrió. La cantidad de dinero que se tuvo que pagar por su liberación ha de haber sido enorme, de la dimensión de su fama sería el pago del rescate. Como bien reza el dicho mexicano “del tamaño del sapo, es la pedrada”. Sin embargo es muy preocupante que el país esté inmerso en una vorágine de violencia y violación de los derechos humanos, con el ritmo alcanzado hasta ahora.

Por otro lado, es muy lamentable que la violencia se manifieste a lo largo de la frontera norte de forma indiscriminada, donde varias personas sin importar género o edad, han corrido una suerte diferente al señor Fernández de Cevallos. Para muchos es insólito que un país como el nuestro, donde al menos la generación cincuentona le apostábamos a un país distinto, se encuentre metido en un remolino peligroso. Asimismo es triste que los jóvenes de hoy sufran esta amarga experiencia, que de alguna manera diezma los sueños de algunos de ellos, al no poder tener garantías casi de nada, incluso de vivir al día siguiente. Esta situación desestabiliza también el ahínco democrático con que iniciamos el siglo XXI y de hecho, borra en buena medida el deseo de perfeccionar a la democracia, pues muchos buscan sobrevivir y pasar desapercibidos.

Es sano que Diego Fernández haya regresado vivo, al menos el país se ahorra la especulación y la tristeza, ya casi sin validez humana. Lo ideal es que también regresaran los que en estos momentos están secuestrados y sometidos, lo milagroso es que en el 2011 esto parara de una vez por todas.

sábado, 18 de diciembre de 2010

AUGUSTO COMTE, FUNDADOR DE LA SOCIOLOGÍA

Ernesto Ortiz Diego *

Augusto Comte, es ante todo el sociólogo de la unidad humana y social, de la unidad de la historia humana. Nació en Montepellier, Francia, el 19 de enero de 1798 en el seno de una familia católica monárquica. Entre 1814 y 1816, estudia en la Escuela Politécnica, medicina y filosofía, la cual es cerrada por sospecha de jacobinismo. En agosto de 1817, Comte ocupa el cargo de secretario de Henri de Saint-Simon, el filósofo del industrialismo.

En 1824, escribe el Sistema de Política Positiva, en abril de este mismo año, Comte vendió este trabajo a Saint-Simon, que lo presentó en el Catecismo de Industriales sin nombre del autor. Estalla la disputa entre ambos. En adelante Comte hablará de la “desastrosa influencia” ejercida sobre él por “un funesto vínculo” con un “saltimbanqui depravado”. El sociólogo Raymond Aron, considerado el mejor biógrafo de Comte, estudió las tres etapas del pensamiento del gran pensador francés, son tres momentos que afirman, explican y justifican la tesis de la unidad humana. Estas tres etapas están caracterizadas por las tres obras principales de Comte.

La primera entre 1820 y 1826, es la etapa de Opuscules de philosophie sociales. La segunda etapa está formada por las lecciones del Cours de philosophie positive (publicado de 1830 a 1842), y la tercera por el Systéme de politique positive o Traité de sociologie instituant la religión de L´humanité (publicado de 1851 a 1854). En la primera etapa, en los Opuscules, son la descripción y la interpretación del momento histórico que la sociedad europea atraviesa a comienzos del siglo XIX. Desde esta época, Comte extrae de este análisis de la sociedad en que vive la conclusión de que la reforma social tiene como condición fundamental una reforma intelectual.

En la segunda etapa, la del Cours de philosophie positive, aquí aparece la ciencia nueva, la sociología, que como reconoce la prioridad del todo sobre el elemento y de la síntesis sobre el análisis, tiene como objeto la historia de la especie humana. En la tercera etapa de su pensamiento, viene a justificar esta unidad de la historia humana como una teoría que se ocupa simultáneamente de la naturaleza humana y de la naturaleza social.

Augusto Comte expuso su concepción de la ciencia nueva llamada sociología en los tres últimos volúmenes del Cours de philosophie positive, y sobre todo en el tomo IV. Comte relaciona su propio pensamiento con el de tres autores a quienes presenta como inspiradores o predecesores: Montesquieu, Condorcet y Bossuet. Augusto Comte explica la diversidad enumerando tres factores de variación: la raza, el clima y la acción política. Al examinar el papel de la acción política, volvemos a encontrar el providencialismo. En efecto, Comte se propone ante todo quitar a los hombres políticos y a los reformadores sociales la ilusión de que un individuo, por grande que sea, puede modificar sustancialmente el curso necesario de la historia.

Es verdad que la fatalidad es cada vez más modificable, a medida que pasamos del mundo de las leyes físicas al de las leyes históricas. Gracias a la sociología, que descubre el orden esencial de la historia humana, quizá la humanidad pueda compensar los retrasos y reducir el costo del advenimiento de positivismo. Pero, en función de su teoría del curso inevitable de la historia, Augusto Comte se opone simultáneamente a las ilusiones de los grandes hombres y a las utopías de los reformadores.

La nueva ciencia social propuesta por Comte, es el estudio de las leyes del desarrollo histórico. Se funda en la observación y la comparación, y por consiguiente en métodos análogos a lo que se utilizaron en otras ciencias, y particularmente en biología; pero estos métodos estarán determinados hasta cierto punto por las ideas fundamentales de la doctrina positivista, por su concepción de la estática y la dinámica, ambas sintéticas. La estática y la dinámica son las dos categorías fundamentales de la sociología de Augusto Comte. La estática consiste esencialmente en estudiar lo que él llama el consenso social. Y la dinámica, es la descripción de las etapas recorridas por las sociedades humanas.

La parte íntima de Augusto Comte, siempre fue crítica, en 1825 contrae matrimonio con Caroline Massin, antigua “celestina”. Este matrimonio, resultado de “un cálculo generoso”, dirá el propio Comte, “fue el único error realmente grave de mi vida”. Entre 1826-1827, Comte agobiado por una primera fuga de su mujer y el cansancio intelectual, sufre una crisis mental y poco después intenta suicidarse. En 1845, “El año sin igual”, Comte declara su amor a Clotilde de Vaux, que sólo le concede su amistad, declarándose “impotente para lo que sobrepase los límites del afecto”. El 5 de abril de 1846, Clotilde de Vaux muere en presencia de Augusto Comte, que desde ese momento le consagra un verdadero culto.

Y desde aquella vida trágica y melancólica, Comte se dedicará a la sociología de tiempo completo, en 1847 proclama la religión de la humanidad; en 1848, funda la Sociedad Positivista. Y el 5 de septiembre de 1857, muere en París, en el número 10 de la calle Monsieur-le-Prince, en medio de sus discípulos. En paz descanse, el fundador de la Sociología, ciencia que el autor de esta biografía estudió en la Universidad Iberoamericana-Ciudad de México.

* sociólogo guerrerense, fue profesor fundador de la licenciatura en sociología de la UACJ.

martes, 14 de diciembre de 2010

¿Lumpenización de la sociedad mexicana?


Samuel F. Velarde

Luego de visitar la República de Corea para asistir a un congreso en la Universidad de Estudios Extranjeros de Busan, me hice las siguientes reflexiones. Corea del Sur en los sesentas era un país con un nivel de crecimiento económico menor al nuestro. Sin embargo el PIB en los años setentas comenzó a avanzar de manera constante en el país asiático, por ejemplo en 1976 fue de 10.6 contra 4.2 de México. Lo anterior se llevó a cabo entre otras cosas por un proyecto económico sostenido, el Estado burocrático-autoritario da la pauta para este crecimiento basado en las exportaciones y en donde se apoyan grandes empresas para lograrlo, por otro lado, con una alta inversión en la educación se consigue fortalecer a cuadros de especialistas en varias ramas de la ciencia y tecnología. Con esto, la pobreza se fue eliminando de la sociedad surcoreana, a la fecha el ingreso per cápita en dólares en Corea del Sur es de 22,000 dólares contra 8,000 en México, es decir las cifras no mienten y reflejan los grados de crecimiento económico y su repercusión en la sociedad.

Por supuesto que los surcoreanos padecieron una dictadura militar (Park Chung –hee 1963-1979) bastante férrea y con un costo social demasiado alto, pero es un hecho que a partir de su transición a la democracia (1987) lograron cimentar una sociedad con un alto estándar de vida. La sociedad civil surcoreana ha aprendido a participar y ser contestataria cuando es necesario. De hecho, se radicaliza fácilmente sobre todo en el sector estudiantil, aunque si posee un alto sentido de lo que es la democracia, defiende la institucionalidad y los derechos sociales, no es una sociedad civil fragmentada ni maniatada, menos sumisa o pasiva.

Sin embargo, en nuestro país las cosas son diferentes se ha empobrecido a una gran cantidad de personas, se carece de un proyecto económico incluyente y dinámico, que a la vez produce millones de pobres y lo que es peor, a un sector lumpen de la sociedad a la cual Marx se refería muy bien como el sector sin conciencia ni ideología, dispuesto a ser carne de cañón de intereses mezquinos y sin escrúpulos. Así, la sociedad civil mexicana se fragmenta a raíz de las grandes desigualdades sociales,  carece de una red intersectorial que pudiera organizar un gran proyecto conjunto y una movilización dinámica que le otorgara a la sociedad civil mayor autonomía y un nivel de exigencia hacia el Estado.

Hoy el país se desbarata, se pulveriza peligrosamente y se convierte en una estructura anárquica, en donde las instituciones se devalúan cotidianamente, la ley se minimiza a tal grado de parecer inexistente. Bajo este panorama, se pierden las esperanzas y las expectativas, todo parece ser tan surrealista y cínico a la vez, donde fácilmente se disuelve un Estado de derecho y las soluciones a tal fenomenología parecerían no existir. En Ciudad Juárez, como en varias partes del país la violencia se ha agudizado, se ha empoderado como una vertiente del capitalismo salvaje, en que la falta de ordenamiento económico, oportunidades y la carencia de desarrollo humano para miles de personas, ha favorecido ya no solamente una clase proletaria sin conciencia de sí, sino lo más peligroso, un lumpen proletariado (desempleados, desclasados, pandilleros) del que hablábamos arriba, dispuesto a destruir los valores establecidos, pero no para crear o transformarlos a otros mejores por supuesto, sino para edificar un estado de cosas donde la barbarie se imponga y secuestrar así, a la sociedad e instituciones, un lumpen que algunos teóricos sociales (Marx, Engels, Bakunin) ya visualizaban desde los siglos XIX y XX, incluso el mismo Mao Tse- tung decía que “Ante la imposibilidad de obtener una forma honorable de ganar la vida, muchos de ellos se ven obligados a utilizar métodos ilícitos, tales como rateros, pandilleros, pordioseros profesionales y prostitutas […] esta gente carece de cualidades constructivas y tienden fácilmente a la destrucción“.* Que dicho sea de paso, este fenómeno (de la lumpenización de la sociedad) debería abordarse actualmente con este paradigma o concepto teórico, que tal vez pudiera ayudar a entender mejor la descomposición de sociedades productoras de pobres y su empuje a las organizaciones criminales, para lograr establecer el grado de decadencia e inoperatividad (al menos en términos humanos) de nuestras sociedades capitalistas deformes.**

La violencia se ha convertido en un objeto de estudio multifactorial y multidisciplinario, esto es bueno en la medida de que cada vez podemos conocer más sobre sus causas y consecuencias, pero asimismo creo que nos da una triste pauta sobre la evolución de su barbarie (entonces hobbesianamente hablando ¿el Estado ha fallado?). Pero lo fundamental, lo importante, es sacar de todo ello un mejor resultado, soluciones, viabilidades para aminorarla, más allá de estrategias policiacas o militares, necesitamos pensar que la violencia es estructural, de actitudes y conductas, producto éstas de un estado de miseria humana sin límites, es decir fruto de estructuras sociales vergonzantes.

Aún así, la sociedad mexicana en general y nuestra sociedad juarense caminan, la pregunta es ¿hacia dónde? Las ciencias sociales especialmente la sociología, tienen un reto enorme; convocar al análisis, al diálogo, pero también prevenir sobre futuros desastres y riesgos que como van las cosas, todo indica en esa dirección. Finalmente la sociedad civil mexicana como en Corea del Sur, Brasil y Argentina, debiera ser más contestataria y organizada, pues da la impresión de que ni los partidos políticos ni la clase política mexicana funcionan hoy en día y a mi juicio, la movilización, es la única salida ante el estado de indefensión en la que se encuentra hoy en día nuestra sociedad.

Bibliografía
Montaño, Jorge (1979) Los pobres de la ciudad en los asentamientos espontáneos. Ed. Siglo XXI, México.
Citas
*Ver Mao Tse-tung “Análisis en las clases en la sociedad china”, en Obras escogidas, Buenos Aires. Ed. Platina. Tomo 1, p.17. 1960

**Con esto me refiero a no poder conseguir un capitalismo con beneficios transversales, donde los distintos sectores sociales participaran del plusvalor social de la producción.

domingo, 21 de noviembre de 2010

A cien años del comienzo de la lucha por la    democracia             


Por: José Iván Flores Monarrez  *

    La palabra democracia etimológicamente parece ser bastante clara. En términos coloquiales es “el poder del pueblo”. Aparentemente es la forma de gobierno ideal, donde la opinión de todos vale lo mismo. Cien años han pasado ya desde que México dio el paso hacia eso que llamamos democracia y al parecer tropezamos en el camino.
  Al igual que hace dos meses, la fiesta sigue y parece no tener fin. Fiesta para los que ostentan el poder, aquellos que no miran para abajo, los que se aferran a una vaga idea de lo que es gobernar y que no les importa derramar sangre con tal de pasar a la historia, aunque sea escribiendo con tinta roja páginas de derrota sobre un papel tan negro como sus conciencias.
  En nuestra ciudad no festejamos la revolución porque a pesar de ser la cuna de dicho movimiento nuestra historia ha perdido todo sentido. La dinámica social se vuelve turbia entre las balas.
  Con el paso de la estafeta, corroboramos lo que era de esperarse, se destapó la cloaca: nos prometieron un carruaje con carril exclusivo y nos dieron una calabaza que ni los ratones quieren arrastrar. La procuración de justicia le puso la cereza al pastel de la corrupción y reveló de qué lado estaban. Asimismo, omitieron las sentencias dictadas por la CIDH y se atrevieron a premiar el desfalco del payaso de la tele con la reelección.
  Los estudiantes no debemos ser ajenos a esta situación, porque nos siguen pegando abajo. A nivel medio superior y superior hemos sido víctimas de la borrasca. Salvarcar y Horizontes del sur no se borrarán de nuestras memorias. Han trastocado uno de nuestros puntos más sensibles: la escuela.
  El cambio no llegará solo, es algo que debemos provocar; algo así como una revolución. Pero no se confunda el término, la revolución debe ser intelectual, dentro y fuera de las aulas, no combatiendo al prójimo sino a la ignorancia. Revirtamos la paradoja en la que vivimos, hagamos de nuestra ciudad una metrópoli bajo la premisa de modernidad democrática y no por la cantidad de sus  habitantes.

Nuestra carabina está cargada de ideas: preparen... apunten... Fuego!

* Estudiante del último semestre de  la carrera de Administración  y coordinador del periódico electrónico El Juglar del ITCJ.

sábado, 20 de noviembre de 2010

La Revolución mexicana y su herencia socio-histórica: una aportación en perspectiva

Extracto de la ponencia presentada en el Instituto de Estudios Iberoamericanos de la Universidad de Estudios Extranjeros de  Busan, República de Corea, el 16 de octubre del 2010.
 
Samuel F. Velarde

 
La huella de la revolución mexicana es prácticamente visible hoy en día, no solamente en términos históricos sino en lo social, la revolución construyó un modelo de país (es decir el México posrevolucionario) demasiado sui generis, se formó un partido hegemónico, se constituye un sistema político autoritario flexible, pues detrás de él hay todo un entramado institucional de bienestar que disimula un autoritarismo fuerte. Se esculpe una ideología nacionalista que intenta homogenizar las diferencias sociales y étnicas de un país inmenso en lo geográfico, pero profundo diría Guillermo Bonfil en sus grandes contrastes, pues dista mucho un Chiapas selvático y caciquil a un norte desértico e industrioso cercano a Estados Unidos, aparentemente más igualitario, o ese México contemporáneo simbólicamente plasmado en el modernismo de los grandes edificios de la Ciudad de México contra los cientos o miles de pueblos que se caracterizan por su pobreza extrema y su ignorancia. Por otro lado, una sociedad que se ve forzada a asumir un paternalismo de Estado producto del proceso hegemónico de un partido casi único, que con el tiempo paraliza la posibilidad de una sociedad civil de mayor autonomía y con capacidad de respuesta hacia el autoritarismo paternalista.

La arquitectura sociopolítica del México posrevolucionario merece un reconocimiento analítico por la forma en que se fue constituyendo, más que ponderar a un sistema que no fue precisamente democrático o que no pudo terminar con los rezagos históricos como la pobreza, aun así, se edifica un país con cierta estabilidad institucional y además se configura una identidad nacional que permite ser pilar fundamental del proyecto posrevolucionario. La educación fue un factor importante en este equilibrio social a pesar de las dificultades estructurales. “En efecto una instancia socializadora decisiva en la formación de ese sentido de pertenencia a México como proyecto colectivo ha sido la escuela y más concretamente la escuela pública, magna obra de los gobiernos posrevolucionarios, a las que estos confiaron la tarea de formar precisamente una conciencia nacional […]” ( Gutiérrez y Gutiérrez, 1993; 91). Y esta conciencia o identidad nacional determinaron la constitución de un México moderno, más allá de errores u omisiones en los modelos educativos se produjo un país que tuvo la capacidad de convivir pacíficamente con una cultura multiforme, una cultura cimentada en un nacionalismo mítico, en una pre hispanidad de orgullo nacional, ¿qué niño en la década de los cincuenta y sesenta no le enseñaban sobre las chinampas, sobre el rey poeta Netzahualcóyotl, o sobre la expropiación petrolera de 1937 ejercida por el General Lázaro Cárdenas? Y qué decir de las glorias estéticas producto de una política cultural de la revolución mexicana: Diego Rivera, Clemento Orozco y Siqueiros, los notables muralistas que plasman la vida histórica de México y orientan el sentimiento nacionalista de toda una corriente no solamente pictórica, sino que se refleja también con los grandes músicos como Silvestre Revueltas, Carlos Chávez, Pablo Moncayo entre otros, en el cine con Fernando de Fuentes y Emilio “El indio” Fernández, donde se exalta el paisaje mexicano del nopal, el indígena y el cielo, como alegorías o simbolismos nacionales. Entonces la mexicanidad, el corporativismo del Estado, incluso nuestra vecindad con Estados Unidos, son los ingredientes que fecundan un nacionalismo en cierta manera funcional, una herencia socio-histórica que se plasma constantemente en el mexicano de 1920 hasta el de 1985, año en que la revolución pierde legitimidad como discurso y como hecho histórico en sí, al iniciarse las políticas neoliberales de más mercado y menos Estado.

La revolución formó parte sustancial de una generación que la vivió en su momento, pero también de las subsecuentes, aquellas generaciones que usufructuaron (por así decirlo) sus incipientes o enormes frutos, la primera fue una generación que la vive sufriendo penalidades en carne propia, pero con esperanza de un país mejor, con nostalgia reproducen una historia oral con los más jóvenes hablando sobre anécdotas y leyendas de Villa, Zapata, Madero, Felipe Ángeles, Pascual Orozco, (en lo personal recuerdo a mi bisabuelo hablar de Pancho Villa y sus andanzas por Chihuahua), esto le daba a la revolución un sentido mítico-popular, era una forma de entenderla e interpretarla desde el pueblo. Luego las posteriores generaciones se vieron beneficiadas con el reparto de tierras, educación gratuita, sindicatos oficialistas que son solapados por el Estado a cambio de apoyo político vía votos, en esas elecciones sui generis casi ficticias pero que legitimaban al status quo, también vendría una seguridad social eficiente, libros de texto gratuitos, desayunos escolares y programas de vivienda. Es decir, cualquier política del Estado benefactor se hacía en nombre de los logros de la revolución mexicana.

A nivel internacional la revolución tuvo un eco importante a través de la política exterior impulsada por los gobiernos posrevolucionarios, la “doctrina Estrada” en honor a su creador el diplomático mexicano Genaro Estrada Félix, le posibilita a los gobiernos instrumentar acciones diplomáticas que les dieron prestigio internacional, por ejemplo la condena de México ante la Sociedad de las Naciones por la invasión de Etiopia por parte de Italia o la invasión de Austria por la Alemania nazi, asimismo el apoyo a la República Española y el asilo político a cientos de republicanos españoles, así como al creador del ejército soviético León Trotsky, todo esto durante el gobierno de Lázaro Cárdenas.

lunes, 20 de septiembre de 2010


El futuro juarense: un riesgo latente.
Una perspectiva desde el proceso de socialización.
José Roberto Hernández Fuentes.

            Las condiciones sociales actuales en ciudad Juárez son por demás conocidas, no sólo en el contexto nacional, también en el ámbito internacional. Quizá hablar del presente de la localidad, nos lleva más a redundar que ha reflexionar. Mucho se ha dicho sobre la situación juarense, varios han sido los diagnósticos elaborados, mismos que no reflejan muchas diferencias entre sí. Estos análisis nos muestran tanto las causas como las consecuencias (que hoy vivimos) de la problemática en que se encuentra embutido este municipio fronterizo. Varias y valiosas han sido las aportaciones de gente que se siente comprometida con su ciudad, ciudadanos responsables que buscan soluciones si no inmediatas si mediatas a la crisis que nos acontece. Sin embargo, pocos o nulos han sido los resultados, la situación lejos de calmarse parece agravarse o bien persiste en seguir en la misma sintonía. Los gobiernos defienden su posición desde sus respectivas trincheras, hablan de un trabajo conjunto y organizado y al menor error o a la menor falla, se responsabilizan unos a los otros. La federación pide mayor esfuerzo a las entidades y municipios, y estos últimos más apoyo y recursos al gobierno federal, mientras las respuestas y soluciones a las exigencias de la ciudadanía siguen a la espera. La sociedad civil juarense juega su rol, un rol que recién comienza a conocer, y en este conocimiento de si misma, de sus potencialidades y capacidades, el problema sigue latente, adquiriendo mayores dimensiones. Muy probablemente nunca nos imaginamos experimentar este tipo de acontecimientos, la enajenación (industrial y cultural) a la que estuvimos (o estamos) expuestos, nos impidió levantar las miras y así poder visualizar posibles escenarios futuros, escenarios que se estaban delineando en aquellos ayeres. Ante la madurez que recién adquiere la sociedad civil juarense y la ineficiencia mostrada por los tres niveles de gobierno, en estas circunstancias conviene, si bien no cesar en la búsqueda de soluciones, mantener una resistencia estoica ante tales embates. Sin en afán de promover una resignación civil, tanto la ciudadanía como el gobierno deben enfocar sus capacidades y acciones en el moldeamiento de un futuro sustentable, y no desgastarse sólo en la mitigación de las contingencias del presente.
Es imposible y hasta negligente buscar soluciones para el día de mañana. La corrupción y el crimen organizado, principales detonadores de la crisis social que atravesamos, son dos patologías complicadas que inclusive trascienden los límites nacionales, y cuya cura es forzosamente a largo plazo. Por lo tanto, las medidas a tomar tienen que estar dirigidas a la verdadera construcción de una ciudad y un país digno, cuyos ciudadanos y actores sociales se desarrollen en un contexto sociopolítico y cultural maduro, donde las instituciones sean aparatos normativos realmente funcionales y sólidos, incapaces de corroerse por la corrupción y la impunidad. En este sentido, la apuesta principal de los gobiernos en turno tiene que ir encaminada hacia la consolidación y perfeccionamiento de las instituciones familiar y educativa, ya que es aquí donde existe un riesgo latente conforme la situación que viven los juarenses, debido a la función social que desempeñan.
La familia y la escuela constituyen las dos instituciones primarias de desenvolvimiento individual. En estas se lleva a cabo (en primera instancia) el denominado proceso de socialización, aquél donde el individuo comienza a impregnarse de su realidad social. La socialización representa la construcción del vínculo que establecen los sujetos desde su etapa infantil, para con su contexto social. Este proceso se caracteriza por el aprendizaje y la aprehensión de los elementos que el individuo necesita al momento de comenzar su comprensión e interpretación de la realidad social que lo envuelve y a la vez lo determina. Dichos elementos socializadores provienen de las características de la estructura social o bien, de las condiciones y circunstancias en que se lleva a cabo la dinámica de la vida cotidiana. Bajo este razonamiento sociológico, la realidad de determinada sociedad definirá su estructura y al mismo tiempo establecerá los patrones socioculturales a los que estará sujeta la vida de los individuos. En este sentido, las instituciones sociales reflejaran claramente la situación social prevaleciente, siendo la familia y la institución educativa, quienes a través de la socialización surjan como las principales expositoras y transmisoras de los determinantes de la realidad social, mismos que se internalizaran en los sujetos y futuros ciudadanos. He aquí el riesgo latente en ciudad Juárez.
En sociedades donde la dinámica cotidiana se caracteriza por altos contenidos de violencia (en todas sus dimensiones), está puede llegar a internalizarse en los individuos, de tal manera que va adquiriendo un significado subjetivo como mecanismo inherente a su desenvolvimiento cotidiano, mismo que se considera efectivo para la consecución de intereses particulares. En el caso de ciudad Juárez, las generaciones más jóvenes (niños) corren el riesgo de internalizar la violencia y comprenderla como parte de su vida cotidiana, proyectando así una ciudadanía futura con alto grado de conflictividad.
En razón de lo anterior, las acciones previstas para contrarrestar la problemática juarense deben enfocarse el reforzamiento institucional familiar y educativo, con la finalidad de proveer elementos que traten de dibujar otro tipo de realidad. Para esto es necesaria la contribución de una de las instituciones que en la actualidad tiene gran relevancia en el proceso de socialización de los individuos: los medios de comunicación. Debido a que los mass media constituyen el pilar fundamental de la dinámica comunicativa de la esfera pública, reflejando e influyendo considerablemente en la interpretación de la realidad, en el actual panorama juarense podría considerarse oportuno la disminución o mayor regulación en cuanto a la información de los actos violentos y delictivos que hoy por hoy caracterizan en gran medida la realidad social juarense, haciendo un esfuerzo por reconfigurar o redefinir la transmisión de los acontecimientos violentos en ciudad Juárez, de tal manera que se presente otra faceta de esta lastimosa realidad y así poder desviar (al menos un poco) la expectación de la comunidad hacia otros temas o situaciones de relevancia preferiblemente positiva en la localidad.
Cuando se asume (aprehende) un contexto social donde priva la violencia y el crimen, las posibilidades para la modificación o recreación de dicho contexto, dependen en gran medida de que la generalidad colectiva interprete y comprenda de la misma manera determinada situación, y así tener la posibilidad de contar con la voluntad social para el cambio. Moldear y presentar otro tipo de realidad, principalmente a los futuros ciudadanos juarenses (niños y adolescentes), podría coadyuvar a percibir de distinta manera el futuro de ciudad Juárez.     

viernes, 17 de septiembre de 2010

Corridas de toros; un festival antihumanista


Israel Pulido*

(Ilustración Erik Lerma)

A solo unos días de la abolición de las corridas de toros en Cataluña, España , una nueva ley que las prohíbe y que entrará en vigor en enero del 2012, me pregunto, ¿fue necesario que transcurrieran tantos siglos desde el comienzo de esta práctica también llamada tauromaquia (del idioma griego ταῦρος, toro, y μάχομαι, luchar) que ignorantemente ha sido considerada “artística” y que se hayan lastimado a tantos animales para que lograsen entender que es una actividad por demás cruel y antihumana?

La respuesta es sencilla, se nos ha enseñado que las criaturas inferiores pueden sufrir y ser amedrentados sin que esto implique un cuestionamiento personal desgastante. Y es de esta manera que nos desensibilizamos tanto que luego de ver a diario en los noticieros locales tantas y tantas muertes de personas, terminamos de igual manera desvalorizando la crueldad del hecho, nos volvemos indiferentes.

Se han publicado en internet diversas imágenes que muestran paso a paso el proceso lascivo en que el toro es arduamente mutilado, se le golpea en los testículos, lo mantienen encerrado y cargando costales de arena, todo esto con el objetivo de que al salir a la plaza, el animal se encuentre desorientado y en desventaja sobre su verdugo (el torero).

Desde el inicio del espectáculo y hasta el final, el animal se encuentra confundido, el deterioro físico que sufre en plena corrida es espeluznante. Poco a poco va perdiendo sus fuerzas mientras la gente enardecida aplaude hasta verlo caer, cuestión irónica dado que si su estrella taurina resulta ser un rejoneador a medias, tendrá que aniquilar al animal a como dé lugar para no mermar su ego ni su imagen profesional.

Pero, ¿Y si el protagonista fuese nuestra mascota?, ¿Qué pensaríamos?, Parece una interpelación exagerada y por demás analítica pero la verdad es que a un animal jamás se le dio la oportunidad de elegir cuál sería su estructura física, ni decidió parecer “fuerte” y feroz” para ser objeto de apaleos cuando lo único que hace es defenderse de su atacante. ¿No haríamos nosotros lo mismo?

No tenemos el derecho de elegir quien puede sufrir y quien no dada su apariencia, ni su postura, ni su comportamiento. Un espectáculo hiriente donde se lastima a otro ser vivo por diversión no deja de ser un crimen, ni mucho menos puede considerarse un deporte. Como sociedad mayormente capitalista todos y cada uno de los que la habitamos tenemos un papel preponderante, quizás el de algunos animales sea el de alimentarnos, pero lastimar para deleitar la pupila de unos cuantos, no resulta justo con quienes no tienen voz y mucho menos pueden expresarse.

Diversos actores, cantantes, escritores, políticos y deportistas se han pronunciado en contra de este tipo de espectáculos, organizaciones por el trato ético a los animales como PETA han dado a conocer diversas campañas para concientizar a las personas de estos actos tan repugnantes. Dejemos de apoyar este tipo de eventos, incentivemos la cultura en nuestra gente con actividades que realmente promuevan el respeto, la paz y la tolerancia. Un duelo en el que se enfrentan dos seres vivos con ventajas abismales entre uno y el otro, resulta un acontecimiento por demás absurdo, un escenario desequilibrado sin igualdad de fuerzas, mucho menos justo.

*Estudiante del Instituto Tecnológico de Ciudad Juárez.



domingo, 12 de septiembre de 2010

200 años de independencia


México festeja 200 años de independencia y 100 de una revolución, somos un país entre dos mundos: el prehispánico y el europeo, de aquí nació un mestizaje, una raza  llena de diferencias culturales y de visiones del mundo. Incluso con atavismos y complejos (diría Octavio Paz) que nos han hecho en ocasiones claudicar a nuestros proyectos sociales y personales. Hoy en día, el país se encuentra en una encrucijada, una violencia generalizada y atroz, que de repente nos cierra expectativas y proyectos comunes, nos desilusiona y nos debilita para búsquedas sociales de mejor talante. Finalmente somos un pueblo alegre, pintoresco, amable, desafiante, alegórico y sensible. Esperemos que pronto podamos recuperar nuestra paz y de una vez por todas, sentar los cimientos de un país honorable y justo, ya nos lo merecemos ¡¡¡¡VIVA MEXICO!!!...¡¡¡¡VIVA EL PUEBLO MEXICANO!!!!

miércoles, 25 de agosto de 2010

Naturaleza e individuo: breve reflexión
DiSobre la naturalezaSobre la discusión naturaleza, sociedad e individuo
Samuel F. Velarde

La reflexión acerca de la naturaleza y sus leyes, nos ponen a pensar sobre la necesidad de observar que la naturaleza, la sociedad y el individuo están inter-relacionados, sin embargo eso no significa que los tres tengan la misma forma de ser “observados” o estudiados en cuanto a sus leyes, de hecho las leyes de la naturaleza se dan por si mismas, es decir la naturaleza tiene su propia dialéctica, sus propios procesos de cambio, que casi siempre son los mismos. “El animal destruye la vegetación de una faja de tierra sin saber lo que hace, el hombre deja la tierra pelada para sembrar en ella hortalizas” (Engels,150). Entonces la naturaleza construye su propia dialéctica equilibradora y el hombre no.

El hombre, sin embargo, al cambiar a la naturaleza, actúa con un sentido tal vez social o individual. Las leyes del hombre en colectivo o en sociedad, establecen otro tipo de relaciones, relaciones sociales que lo llevan a dominar a la naturaleza, a trastocarla para sacar un beneficio determinado. El hombre del medioevo, tal vez tenía una relación con la naturaleza de cierto respeto al cohabitar con ella de manera sustentable, racional. Pero cuando el hombre sabe que la naturaleza le provee una serie de productos y materias primas transformables, la utiliza  de manera irracional, hasta alcanzar los límites actuales de una total inconsistencia.

Por otro lado, la evolución de la naturaleza no puede compararse con el desarrollo de la sociedad o del individuo, porque el individuo actúa y transforma, cambia por sus contradicciones de postura, ideología, sustituye modelos sociales, políticos y económicos a conciencia y no por una ley natural. La sociedad al estar compuesta de individuos, éste en singular, posee auto conocimiento, conciencia de ser, una ideología que al compartir con otros lo convierte en un ser social, creador de instituciones, paradigmas y cultura. Estas relaciones lo hacen un ser comunicativo, participativo de acción social (diría Weber). Entonces el individuo en conjunto con otros establece o legitiman la sociedad, creando redes sociales donde se entreteje el tejido social, que le da mayor o menor consistencia a las sociedades.

Uno de los más ricos intercambios entre los hombres, vendría a ser la cultura como un producto de sus interacciones sociales, desde un punto de vista de sus comportamientos colectivos, aún en relación con la misma naturaleza. La síntesis final del hombre que ha reflexionado en su relación con la naturaleza, sería que primero no entendió las leyes naturales, las trastocó, las quiso modificar a su conveniencia, poniendo en peligro su dialéctica natural. También quiso caer en la trampa de auto-explicarse desde una perspectiva evolucionista a la sociedad, como si ésta fuera tan natural como un árbol (Comte, Spencer, Darwin).

El gran reto para el hombre-social del siglo XXI es re-componer con lujo de detalles y en una carrera contra el tiempo, una relación que nunca debió de haberse roto: naturaleza-individuo-sociedad. Por desgracia en los países más pobres, la depredación ha sido mayor.

Bibliografía
Engels, Federico (1986) Dialéctica de la naturaleza, Ed. Grijalbo. México.





viernes, 30 de julio de 2010

Elecciones pasadas en México: en el marco de la sucesión presidencial
Mtro. Ernesto Ortíz Diego

De mal en peor…Este año 2010 electoral, del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana, cuyo climax fue la jornada electoral del domingo 4 de julio, no sólo es inédito por registrar el mayor reparto del poder público a nivel local en la historia del país -2 051 cargos de elección en disputa en 15 entidades del país-, sino también por verificar- con testimonio por verificar -con testimonios de viva voz y con hechos duros y ásperos- preocupantes niveles de descomposición en la competencia política y en las instituciones electorales locales y, al tiempo, el súper-domingo se mira inmerso en una grave crisis de certeza, legalidad y autenticidad.
El 4 de julio se volvió el único horizonte posible para partidos y candidatos, gobernadores y el mismo presidente de la República, diversos medios de comunicación, autoridades electorales y poderes fácticos. Todos decidieron irse con todo, sin reparos ni tiquismiquis éticos, morales o legales.
Protagonistas principales, actores secundarios y poderes fácticos resolvieron que lo que está en juego bien vale una escalada en las apuestas y en las trasgresiones, que bien justifica un cochinero memorable y una putrefacción extraordinaria.
Como se recuerda, la reforma electoral constitucional de 2007 y diversos fallos de la Suprema Corte dieron como resultado una alineación extraordinaria, el súper-domingo, en la renovación de espacios de poder público:
12 gubernaturas: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas;
481 diputaciones locales en 14 entidades: las anteriores más Baja California y Chiapas; y
1,427 presidencias municipales en 13 entidades -con la excepción de Hidalgo e incluyendo las 418 bajo el régimen de usos y costumbres de Oaxaca.
Esos espacios en liza son trascendentes, sobre todo las gubernaturas, verdaderos feudos de poder, plataformas políticas de enorme potencial y vastísimos recursos, graneros electorales estratégicos rumbo a la sucesión presidencial del 2012.



martes, 20 de julio de 2010

Sobre la relación autoridad-ciudadanía.
José Roberto Hernández Fuentes.


La problemática social que prevalece en ciudad Juárez parece profundizarse cada vez más sin poder encontrar una respuesta efectiva que logre regresar la estabilidad al municipio. Lejos de esto, las posibles alternativas de solución se escabullen por las grietas del resquebrajamiento del orden social.
Una de las características más lamentables de la fenomenología patológica juarense, es el tipo de relación que se ha establecido entre todo aquello que conforma la autoridad gubernamental y la ciudadanía de la localidad. La desconfianza es el rasgo distintivo de éste vínculo, generando una dinámica comunicacional muy poco efectiva que no sólo disminuye las posibilidades de encontrar soluciones concretas, sino que merma las capacidades tanto de un actor como del otro.
Por un lado, la ciudadanía no siente la seguridad necesaria en las corporaciones policíacas de nivel municipal y federal, por el contrario existe ahora un cierto temor hacia esas instituciones, lo cual engendra un sentimiento social cargado de pesimismo, angustia, desconcierto y apatía en el ciudadano juarense. En tanto que las autoridades inmiscuidas en un contexto social tan ambiguo, no logran distinguir en la totalidad del conglomerado social, al hampón o al criminal, llevando a cabo una sospecha generalizada que en muchas ocasiones afecta la integridad de ciudadanos respetuosos de las normas y apegados a la ley, que sin duda aún son muchos en nuestra ciudad.
Sin embargo, esta percepción ciudadana caracterizada por la incertidumbre, no sólo está en relación a las corporaciones de policía municipal, estatal o federal, sino también a los funcionarios públicos de escritorio, a la clase política establecida en puestos de poder que no ha logrado elaborar planes y proyectos congruentes que devuelvan la estabilidad y el orden sociales. Así entonces, la experiencia interactiva entre estos dos actores fundamentales de la sociedad, no se ha producido en las mejores condiciones, provocando complicaciones que dañan una relación gestada en un escenario presumiblemente democrático.
Si la relación entre las autoridades y la ciudadanía continúa de la misma manera, será muy complicado definir una estrategia que realmente logre resultados positivos para la sociedad juarense. Estos dos actores sociales tienen que entender que no se puede avanzar en la dirección correcta manteniendo una marcada distancia entre ambos. Por lo tanto, es fundamental comenzar por asumir cada uno sus propias responsabilidades, sus propios errores y sobre todo entender que se necesitan mutuamente, más aun en situaciones tan graves como la que vivimos.
El empleo de mecanismos basados en la honestidad, el respeto y la solidaridad, son clave para la restauración de esta relación, de otra manera, el divorcio entre los ciudadanos y las autoridades representa el ejemplo más grande de la inviabilidad y la pérdida total de la cooperación institucional. Recuperar la confianza y por ende la comunicación es el primer paso a dar en una estrategia conjunta que abarque el compromiso de la ciudadanía y aquellos quienes han sido dotados de autoridad, cuya finalidad sea resolver objetivamente la problemática social que nos aqueja desde hace ya algún tiempo atrás a los juarenses y en general a los mexicanos.

domingo, 18 de julio de 2010

Los héroes actuales de la sociedad civil en Juárez "in memoriam"

El médico Guillermo Ortíz Collazo tratando de cumplir con su ética hipocrática y salvar vidas, muere en el bombazo criminal el pasado 15 de Julio, era también un músico del famoso grupo Los Silvers, que impusieron un sello especial a la música netamente juarense. Un muerto más en el daño colateral de una guerra que no acabamos de entender y asimilar. Sociológicamente, cien pasos hacia atrás en lo que llamamos civilización.

sábado, 17 de julio de 2010

La violencia en ciudad Juárez

 Samuel F. Velarde

Los mexicanos (sobre todo de la generación de los cincuentas y sesentas) jamás nos imaginamos una guerra tan macabra (porque eso es, donde los autos bomba comienzan a relucir) como la que actualmente sucede en el país,  ni siquiera la guerrilla urbana de los setentas presentó este modelo violento e indiscriminado, sin embargo  en estos momentos el país se encuentra metido en una escalada de violencia que invita a reflexionar si esto tendrá fin. La estabilidad de un país corporativizado por un partido hegemónico se dislocó hace tiempo, los grupos criminales se pelean plazas y el Estado se ve imposibilitado en terminar con tal fenomenología.  La transición a la democracia al menos formal, se ve quebrantada por los rezagos históricos, el aumento de pobres y la crisis económica como punto central. Hoy la democracia mexicana sufre un gran descalabro, pues el ciudadano comienza a dudar de los mismos procesos electorales. La pregunta es ¿qué tanto el país soportará la violencia y los quiebres institucionales? ¿ qué límites habrá, antes de un colapso más generalizado? Haga su propia reflexión, pues los juarenses nos encontramos en el umbral de una muerte anunciada.

domingo, 11 de julio de 2010

Sociología de una noche de rock juarense.
Samuel F. Velarde

a  Jorge A. Velarde

Vivir en ciudad Juárez para muchos es vivir en un peligro latente, a pesar que es un lugar violento, también existen espacios de diversión donde el Juárez tradicional y noctambulesco continúa su vida normal. Creo que a mis 55 años jamás pensé volver a un sitio de rock pesado, pero gracias a mi hijo que incursiona en esa música tal vez por cuestiones genéticas (pues tengo un hermano rockero), me animó a visitar dicho antro que por tradición es uno de los espacios donde se juntan los rockeros fronterizos, esos vestidos de negro, con los cabellos hechos trenza y algunos con piercings en las orejas y labios, con calaveras y las tradicionales leyendas AC/DC en sus camisetas, fue una noche espectacular, la música es fuerte, estrepitosa, pero con un ritmo increíble, la gente baila, mueven la cabeza, sus cabellos se revolotean tormentosos, aunque sincronizados con la música. No se percibe un ambiente ficticio, creo hay bastante originalidad y poca pose como en otro tipo de bares.

Las distintas bandas se turnan, hay dos foros bien montados, que hace que el sonido sea nítido, impecable, el lugar se va llenando poco a poco, las caguamas (cervezas grandes) es la bebida predilecta, pues son baratas y pueden compartirse, hay animosidad, da la sensación que es una gran familia ya que entre ellos se conocen, comparten el ritmo, las bromas y sobre todo un espacio genuino que permite fraternidad en medio de una desconfianza citadina. La música suena, la gente grita, se levantan de su lugar haciendo las típicas señales rockeras donde los dedos el índice y meñique sobresalen, las canciones de Ronnie James Dio se entremezclan con gritos de emoción y el humo de los cigarros (o se permite fumar o se rompen las reglas).

Más allá de una noche rockera, pensé en Juárez, que siempre ha tenido su vida nocturna como ésta, de jóvenes trabajadores, del barrio, honestos, buscando su placer a través de la música, o siendo realmente libres por un rato. Aquí se deja de lado las apologías musicales de una cultura violenta, del poder del dinero, del falso glamur; sentí seguridad, simpatía por el lugar lo confieso. Al salir le comenté al joven que cuidaba los autos si por aquí  pasaban cosas como en otros lugares de diversión, y me dijo con parsimonia “nel carnal aquí puro rockero chida”.





miércoles, 7 de julio de 2010


México, el mundial de futbol y sus ironías socioculturales.
José Roberto Hernández Fuentes.

Hace algunos días el mundial de futbol termino para México, luego de la eliminación frente al ya “odiado” rival argentino, la expectativa del aficionado mexicano volvió a tener el mismo desencanto de siempre.



Todo un proceso mediático es el que se lleva a cabo con la selección mexicana de futbol durante su etapa previa al mundial, engrandeciendo a los jugadores, poniéndolos inclusive por encima de sus verdaderas capacidades, creando una relación idílica entre el aficionado y el equipo nacional, misma que eleva la ilusión, la falsa ilusión de un posible campeonato mundial. Esta perversidad de los medios de comunicación logra su cometido lucrativo, pues cuando se llega la fecha y la hora de inicio de un partido del equipo de futbol nacional, prácticamente todo el país se encuentra frente al televisor, a excepción de aquellos fanáticos que pudieron acudir al estadio. La mercadotecnia alrededor del futbol mexicano a cobrado tantos dividendos, que más allá del derrotero futbolístico mexicano, se encarga de hacer todo lo mediaticamente posible para volver a incrementar las expectativas de los aficionados por a selección de futbol. Sin embargo, lo interesante de todo esto es la sorprendente capacidad de influencia que tiene este deporte en el comportamiento de los mexicanos.



Quizá el futbol sea el deporte más popular en todo el mundo, pero no en todas la regiones del planeta representa la misma importancia sociocultural como en México. En éste país, el futbol genera muchas ironías en el comportamiento y conducta de los mexicanos. Somos capaces de salir a las calles multitudinariamente con el único propósito de celebrar un triunfo de la selección mexicana, aún sin haber ganado ningún campeonato. Pero somos incapaces de salir a las calles de todo el país con ese mismo ímpetu para exigir mejores condiciones sociales, políticas y económicas para vivir. Nos volvemos grandes críticos y conocedores del medio futbolístico, siendo los primeros evaluadores del funcionamiento táctico y técnico del equipo nacional de soccer, teniendo altísimos índices de interacción virtual en donde se genera un gran flujo de información referente a todo lo que gira en torno a este deporte. Pero nos callamos, nos conformamos y nos atamos de manos ante las corruptelas y malos manejos políticos de nuestros gobernantes. Cantamos el himno nacional con un inspirado nacionalismo, que al menos en apariencia, saca hasta las lágrimas de algunos durante el protocolo previo al inicio de un partido de copa del mundo. Mientras que los lunes por la mañana nos daba o nos da una flojera enorme interpretarlo en la explanada de nuestra escuela para honrar a los símbolos patrios. Indagamos, reflexionamos, discutimos, proponemos al que consideramos como mejor elemento para llevar la dirección técnica de la selección nacional, así como la mejor formación para un partido. Pero no hemos sido lo suficientemente atrevidos como para indagar, reflexionar, discutir y hasta proponer al mejor candidato a cualesquier cargo público que se dispute. Y por último, hacemos todo lo posible, como verdaderos aficionados, por ahorrar la cantidad necesaria de dinero para acudir al próximo mundial, pero muchas de las veces no hacemos lo suficiente, como ciudadanos, para desde nuestra posición construir un país mejor, empezando por nuestra familia, nuestra colonia, nuestro municipio y nuestra entidad.



Talvez estás ironías para algunos sean muy injustas de mencionar, podría decirse que el comportamiento del aficionado nada tiene que ver con el comportamiento ciudadano, pero lo cierto es que esto refleja una realidad social muy incomoda para el mexicano. Pues el ser un simple aficionado no compromete, no responsabiliza, no causa ningún efecto real en nuestra vida cotidiana. Contrario a ser un ciudadano comprometido y responsable, que busque cambios reales para mejorar su vida cotidiana, lo cual requiere de un involucramiento directo en la comunidad y en la sociedad y todo lo que esto conlleva. No hay duda de que existen este tipo de ciudadanos dispersos en cada uno de los rincones del país, pero sería ideal que hubiese la misma cantidad de estos ciudadanos ejemplares, como lo hay de aficionados entregados a su pasión por el futbol.



Así, el futbol no sólo ilusiona y eleva las expectativas de los pasionales aficionados que esperan el logro de un campeonato mundial, sino que también genera la ilusión de que con el mismo sentimiento, emoción y pasión desbordados por la afición mexicana al futbol, algún día los ciudadanos mexicanos retomemos con estos mismos elementos las riendas de nuestra nación.


jueves, 17 de junio de 2010

De lo local a lo global



Samuel F. Velarde*

Introducción

Los cambios vertiginosos que nos impone el nuevo mundo llamado global a pesar que todavía existen proteccionismos culturales y económicos, nos obliga a reflexionar sobre la inter-conexión entre las actitudes y acciones sociales de nuestros entornos locales y sus repercusiones o ligas, con nuestro entorno global.

En las democracias modernas (presumiendo que la mexicana lo sea) la ciudadanía va adquiriendo una mayor presencia en la conformación de lo social, con la participación activa del individuo, su “ser individual” lo va transformando en un “ser social”, donde sus metas personales, se entretejen con las metas sociales. Esto supone la mejoría de la sociedad y el enriquecimiento de los individuos, pues su raciocinio lo invierten en la construcción de un deber ser social en relación con lo urbano, político, ambiental y lo económico; es decir los individuos adquieren el estatus de ciudadano participativo, edifican juntos, la posibilidad de una mejor gobernabilidad, a través de desarrollar eficientemente las distintas esferas sociales donde se mueven.

Tanto la educación cívica como la científica, son los ejes fundamentales de este nuevo perfil del ciudadano y de un futuro ciudadano-local-global. Como principios pedagógicos que dan forma interna a capacidades humanas y prácticas sociales particulares, la alfabetización cívica y la participación ciudadana, hallan expresión como formas de facultad moral y responsabilidad política orientadas a conformar las practicas e instituciones de la sociedad en torno a un concepto democrático de la vida colectiva (Giroux,59.1993)

Por supuesto que la acción del Estado es importante para lograr un nivel educativo-participativo de los ciudadanos. Los gobernantes, deben entender que la democracia, parte fundamentalmente de la ciudadanía y que los proyectos de políticas públicas, necesitan dirigirse principalmente al beneficio de la sociedad. En esta mancuerna cívico-política, se sustenta un accionar de la gobernabilidad democrática, una concientización de la necesidad de un buen equilibrio de poderes y de la vigilancia constante, por parte de una sociedad-ciudadana-participativa.

El problema de principio, es precisamente como iniciar para constituir una sociedad-ciudadana-participativa con las características anteriormente señaladas. Cómo elevar el nivel participativo y ético de los individuos en su accionar-social, cómo traslapar esa responsabilidad local a un contexto más global y específico. En otras palabras como sustentar una aldea global donde cohabiten tolerantemente diferencias y otredades. Pensar en términos globales es un ejercicio excelente para entendernos mejor a nosotros mismos y la sociedad en que vivimos. (Macionis y Plummer, 9)

Bien, comencemos por la ética, si la ética no pasa a formar parte de una cultura-social, que sea la guía científica-ciudadana de comprender entre elegir el bien del mal, y a pesar de que este raciocinio humano ya tiene miles de años con nosotros, pero si no volvemos a esta premisa, el individuo-social, no entenderá la necesidad humanista de buscar y encontrar el bien como un capital de desarrollo humano. Si no razonamos sobre el cuidado del agua por ejemplo, o del medio ambiente a través del reciclado de la basura o si no entendemos que la tala de árboles provoca un calentamiento de la tierra con efectos colaterales, o si no cambiamos nuestra forma violenta de ser, la praxis de la ética humana, estaría trastocándose fuertemente y poniéndonos en las condiciones mas escalofriantes, del que el hombre tenga memoria.

Entonces profundizar en una educación participativa, es una tarea colectiva, social, grupal, institucional, empresarial, espiritual, donde cada quién en su respectivo espacio, coadyuve en la formación de la sociedad-ciudadanía-participativa. Parafraseando a Habermas, de una “acción comunicativa” para consolidar una sociedad conciente de su significado social.

Entonces en el conocimiento de nuestro entorno social inmediato, asumiendo que en éste entorno caben las posibilidades de entender las diferentes esferas de acción ciudadana. Ya estamos listos para ir más allá de nuestras propias fronteras no solamente físicas, sino mentales, de visión global de las cosas, más allá de nuestros paradigmas localistas o coterráneos. Así pues bajo los anteriores mecanismos de corresponsabilidad mutuas, la gobernabilidad local puede llevarse a cabo en condiciones reales de negociación para bien social, aceptando también las libertades de la individualidad. Suponiendo una estabilidad y un juego democrático cimentado.

Pasar a la gobernabilidad global es un poco más complicado, es primero aceptar los grandes abismos que hacen difícil la homologación de las soluciones y de los problemas globales, sencillamente porque los regimenes políticos- hegemónicos de los países al menos occidentales, tienen diferencias de fondo y de forma en su concepción democrática. Luego cada sociedad lucha contra sus propias problemáticas y se enfrasca en sus posibles soluciones. Pero lo que si es real, es que existen problemas compartidos (la actual influenza humana) los cuales deben tratarse más allá de una gobernabilidad global, sino también asumiendo un proceso de gobernanza. Asumiendo la este concepto como la posibilidad de que grupos sociales u organismos civiles, fuera de la esfera del Estado, puedan negociar sin restricciones problemáticas compartidas, como seria el caso de las migraciones, calentamiento global, escasez de agua, violencia de género, deforestación, adicciones, derechos humanos, en fin, fenómenos que puedan ser solucionados sin la intervención de instancias estatales, sino a través de grupos organizados de la sociedad.

En esta perspectiva, podemos asomarnos al menos en una escala pequeña, a la posibilidad sustancial de una gobernabilidad global. Donde entre varios actores políticos, sociales, culturales internacionales, vigilen la aplicación de la gobernabilidad en ciertas regiones del mundo. Sin que esto signifique intervencionismo, ingerencia, o despreciar la soberanía de los Estados, sino más bien evitar posibles daños colaterales de algún problema detonador de conflictos. Finalmente lo que se buscaría sin entrar a postulados de un gobierno mundial, sería el conservar dignamente a la especie humana. El sistema humano se forma como una realidad de tres fases: el individuo, la sociedad y la especie. Tiene un origen múltiple en la cadena de la vida, en la actividad social y política y en la efervescencia psicológica y espiritual. (Gutiérrez, 649).

Conclusiones

Hacer nuestro al mundo con responsabilidad, nos llevará tiempo, tal vez aprendamos cuando algún percance natural o cataclísmico nos de un buen susto. Las guerras por desgracia ya no atemorizan al ser humano, de hecho las ha provocado para ganar territorios, economías y poder. Pero deseamos que esa escatología natural, no sea la forma de entender que el mundo es nuestra gran casa. Más allá de ideologías, poderes económicos, religiones y fuerzas militares, hay que reconocer que la gobernabilidad basada en la estabilidad y democracia, es un buen trampolín que puede ayudarnos a extender la comunicación humanista hacia el resto del mundo. Un pedazo de democracia y de participación ciudadana, de respeto a los derechos humanos y de justicia que se genere a diario en esta aldea global, hará una reacción en cadena hacia territorios que luchan por ello. Aceptando también que las diferencias continuarán, pero donde la mesura, como dicen los expertos en relaciones internacionales, sea la que guarde la compostura en un mundo global repleto de conflictos e incertidumbre.

Finalmente, el ciudadano-local-global, será el proyecto de un sistema donde los individuos cuenten como tal, donde su ethos humanista, posibilite re-dimensionarlo a otras latitudes, ¿utopías, sueños?, puede ser, pero un ciudadano así, deberá ser alguien libre, donde su mente y buenas intenciones localistas, vayan y confluyan con los otros ciudadanos de lejos. Solo así, una buena gobernabilidad mundial que busque el pleno desarrollo humano será posible y se evitará lo que muchos han predestinado en términos casi nostradamusistas. En las ciencias sociales, por aquí iría un buen rumbo de análisis para el resto del siglo XXI.



*Samuel F. Velarde

Sociólogo. Profesor de Sociología en la Maestría en Salud Pública de la UACJ y en el Instituto Tecnológico de Ciudad Juárez. Doctorando en Relaciones Transpacíficas, Universidad de Colima

Bibliografía

Gutiérrez Gómez, Alfredo, “Edgar Morin y las posibilidades del pensamiento complejo”, pp. 643-659. Metapolítica vol.2, 1998. México

Giroux, Henry A. (1993) La escuela y la lucha por la ciudadanía, Siglo XXI, Editores, México

Habermas, Jurgen, (1999) Teoría de la acción comunicativa, Ed. Taurus, Madrid

Macionis, John y Ken Plumier, (1999), Sociología, Prentice Hall, México



viernes, 4 de junio de 2010

La consultoria social

Samuel F. Velarde
Como sociólogos, en ocasiones nos acartonamos en discursos epistemológicos y en disquisiciones sin ton ni son. Un discurso que puede ser especulativo o meramente bizantino, tal vez sea un riesgo de formación, de esa universalidad teórica que cincelan las universidades y las mismas corrientes del pensamiento. Sin embargo en la vida profesional del sociólogo, llevar a un plano práctico el análisis social es fundamental, es necesario, tomando en cuenta de que a eso nos dedicaremos, a dialogar y repensar los problemas y ¿por qué no?, a coadyuvar en solucionarlos. Así la consultoria es interesante, observar la problemática social y darle alternativas de solución, hacer escuchar el análisis sociológico es sano, pertinente, más cuando lo social se deteriora, más cuando los sociólogos a sus 85 años (Touarine y Bauman) son premiados por sus aportes sociales, así que colegas, sigamos en la vida profesional con orgullo y ahínco, aún cuando los nubarrones aparezcan de repente. Entre viejos y jovenes algo podremos avanzar.

lunes, 3 de mayo de 2010


El político mesiánico.
José Roberto Hernández Fuentes.

Si algo reclama la sociedad juarense son soluciones inmediatas a los problemas existentes, o al menos devolver la paz a las calles y los hogares de esta vapuleada ciudad. Los aspectos a resolver en el municipio son muchos y variados, van desde cuestiones infraestructurales que se han ido dejando sin respuesta a lo largo del tiempo (como los innumerables “baches” en las avenidas de la ciudad) hasta los rituales violentos que se llevan a cabo cotidianamente en cualquier lugar y rincón del territorio juarense. Y digo rituales violentos, porque cada vez con más frecuencia se han venido presentando actos cuya violencia está caracterizada por todo un intenso y terrorífico protocolo escalofriante y sangriento, dichos acontecimientos tan lamentables conllevan un alto contenido simbólico que va más allá de quitar la vida a un ser humano, lo que pretende es dejar un claro mensaje cuyo trasfondo terrorista busca impregnar dos tipos de sensaciones en la sociedad juarense y sus comunidades: intimidación (miedo) a través de la manifestación arbitraria de poder y el desaliento que causa la percepción social de imposibilidad por parte de las autoridades del Estado para poder frenar estos desgarradores hechos. Esto último, ha acrecentado el descrédito de la sociedad a las figuras políticas que mediante constantes discursos tratan de justificar el estado de las cosas, o bien de argumentar limitadamente las causas casi siempre sociales y no políticas de los sucesos negativos que se van presentando día a día en ciudad Juárez. A pesar de esto y en pleno periodo electoral, los personajes políticos que se han lanzado a la contienda por diferentes cargos públicos, continúan en el afán de presentarse como los poseedores de la panacea social, como los que han encontrado el antídoto para la pluralidad de las patologías sociales existentes y como aquellos en quienes podemos depositar la confianza ciudadana debido al repentino amor y responsabilidad política que les ha surgido por ciudad Juárez primordialmente. Hoy, todos ellos quienes se disputan los cargos a gobernador, presidente municipal y diputaciones, se han presentado como el político mesiánico, aquel que ha llegado a salvarnos de la catástrofe en que está sumergida nuestra localidad, ese personaje que lleva consigo toda la disposición y conocimiento para ponerle fin a la problemática y regresar la paz y el orden a la sociedad juarense. Sin embargo, esos mismos personajes mesiánicos más que dar confianza, seguridad y esperanza a la ciudadanía, tienden a confundirla por tres razones: ante la gradual deslegitimación que actualmente sufre la clase política mexicana, 1) el ciudadano común cuestiona con mayor escepticismo la veracidad, congruencia y factibilidad de las propuestas emanadas de los discursos que dan estos personajes de la política local; 2) el surgimiento de la constante duda acerca de la utilización del municipio y sus circunstancias como mero elemento de marketing político, para el logro de intereses de la misma clase; y por último 3) el sentimiento ciudadano de que esos mismos quienes ahora se postulan como los mesías, al haber estado anteriormente en posiciones de poder en donde precisamente tuvieron la oportunidad de llevar a cabo lo que ahora dicen buscar o hacer, no lo realizaron. De esta manera se vuelve muy complicado darles credibilidad a estos personajes políticos, a sus propuestas y a la solución que plantean para este tormentoso panorama juarense.
El problema es que no se han renovado, continúan siendo los mismos de siempre, se repiten los nombres, los discursos, las respuestas, las propuestas, las soluciones, no se innova la política mexicana, chihuahuense, juarense, anquilosada en la retórica intrascendente, en la incapacidad práctica y en la ignorancia de una realidad social que los rebasa, limita y entorpece. Pero sustentándose y manteniéndose gracias a una sociedad que no encuentra las posibilidades de acción, que no ha descifrado las respuestas de una plataforma democrática en ciernes y cuya esfera pública carece aún de consenso y acuerdo que lleven a la decisión, participación e involucramiento de la ciudadanía en los asuntos públicos. Una sociedad que ha sido obstaculizada en su derecho a educarse y por ende de impregnarse de un conocimiento que le brinde una mayor capacidad de reflexión, entendimiento y comprensión del entorno y sus circunstancias. Éste es el marco donde surge el político mesiánico, un contexto social que históricamente ha sido manipulado, enajenado, engañado y controlado, pero que en la actualidad poco a poco se torna más renuente a las turbias maniobras políticas que dejan de lado los intereses públicos. Ese político mesiánico hoy adolece de legitimación, credibilidad y confianza sociales, la realidad le complica su maquiavélica seducción semántica y lo obliga a una verdadera congruencia entre lo que dice y lo que puede hacer. Hoy, ese mesías político debe tomar con más seriedad el sentimiento social que prevalece en la comunidad, ya que se encuentra en un punto que lo sitúa entre el amor y el odio, y la posibilidad de caer en cualquiera de esas dos opciones radica en la practicidad de sus palabras, sobre todo en la oportunidad política que representa ciudad Juárez.

jueves, 25 de marzo de 2010

Observatorio Sociológico del S.XXI, recomienda el artículo de José Roberto Hernández Fuentes, publicado en Sociogenesis de la U. Veracruzana. Acceder en el siguiente sitio. Gracias.

http://www.uv.mx/sociogenesis/n2/articulos/Hernandez_olvido.pdf

lunes, 22 de febrero de 2010


Ciudad Juárez. Empecemos por hacer una comunidad.
José Roberto Hernández Fuentes.

Más allá de lo que se haya obtenido en cuanto a la presencia de las autoridades del gobierno federal en Ciudad Juárez y los compromisos que se establecieron, el municipio enfrenta un grave problema de índole social-identitario. Mucho se ha hablado acerca de la unidad juarense, de la cohesión de la sociedad civil, de que sólo los juarenses podremos sacar del hoyo a nuestra ciudad, pero la realidad es otra. Esta localidad históricamente ha sido conformada por personas provenientes de otras regiones del país, por ésta razón algunos han mencionado que el municipio se distingue por cierto grado de diversidad cultural y heterogeneidad. Sin embargo, la frontera norte del país por su misma dinámica socioeconómica y cultural homogeniza a los sujetos normalizando los estilos de vida. La maquiladora (que antes de la violencia fue el principal referente de la ciudad) bajo su mecánica enajenante fue creando un tipo de individuo de-simbolizado, es decir, culturalmente vacío. Tal fenómeno contribuyó en gran medida a la falta de elementos que promovieran una verdadera identidad social. En éste sentido, podemos decir que en Ciudad Juárez existe una sociedad, más no una comunidad. Max Weber en su desarrollo teórico planteó las diferencias conceptuales entre lo que se denomina como una sociedad y lo que es una comunidad. Por un lado, la sociedad se caracteriza por su funcionalidad social-institucional basada en la compensación de intereses recíprocos que coadyuven al mantenimiento de cierto tipo de orden deseado. En cuanto a la comunidad, su formación se fundamenta en vínculos sociales enlazados mediante un sentimiento compartido por parte de los sujetos, ya sea por motivos afectivos o bien correspondientes a la tradición, con la finalidad de construir socialmente su espacio. Bajo estos lineamientos, la concepción de comunidad conlleva esencialmente determinados factores socioculturales que identifican y solidarizan a los miembros, haciéndolos capaces de actuar colectivamente por el logro de un objetivo específico. Asimismo, en una comunidad los individuos quienes comparten un mismo sentir, tienen bien definida su perspectiva social y actúan de acuerdo a los mismos intereses.

En el caso de nuestra urbe, el gran periodo de crecimiento económico que tuvo Ciudad Juárez gracias a la industria maquiladora y al entretenimiento nocturno burdelesco, abrumó a los gobiernos en turno y a la misma sociedad civil, a tal gado que olvidaron las cuestiones referentes al desarrollo social y cultural. Tal vez se pensó de una manera muy neoliberal y se cayó en la creencia de que los frutos económicos traerían el progreso social por sí sólo. Lo mismo sucedió con los aspectos de la vida cultural, dejando únicamente al consumo y la materialización banales como principales factores culturales en la frontera, cayendo sobre los juarenses las consecuencias de dicho fenómeno. De ésta manera, la sociedad fronteriza de ciudad Juárez no experimentó una vida social plena, que no satisficiera únicamente las necesidades económicas de los habitantes, sino que también ofreciera las posibilidades que permitiesen a los individuos contar con un escenario de oportunidades en donde el desarrollo de su vida social fuese mucho más completo. Así, Juárez se limitó a ser una sociedad, donde se procurará sólo el funcionamiento de los mecanismos económicos necesarios para una incierta estabilidad, olvidando negligentemente las cuestiones sociales y culturales que afianzarán las bases de vínculos sociales comunitarios, mismos que arraigarían en el juarense sentimientos de afinidad, lealtad y apego a su comunidad. Hoy la sociedad juarense busca y exige impaciente respuestas, propuestas, resultados que acaben con la problemática municipal. Sin embargo, en ocasiones pareciera que la sociedad civil se olvida de ella misma, reificándose y volviéndose ciega de sus capacidades. Además de las competencias y responsabilidades del gobierno en los tres niveles, el accionar de la sociedad civil juarense tiene que empezar por acordar intereses, preponderar situaciones y encuadrar un mismo sentir, de tal manera que se vaya produciendo una identidad social que si bien no se generó por los aspectos antes mencionados, nazca irónicamente de la coyuntura social del municipio, llevándonos a actuar bajo una perspectiva conjunta y visualizándonos como una comunidad. Solamente mediante la creación y refuerzos de vínculos sociales sólidos e identificados, lograremos construir la base para la acción solidaria de la sociedad civil, es por esto que debemos empezar por construir una verdadera comunidad juarense.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Colaboración de un lector.





2010 para México…. ¿que vendrá?
Alfredo Quiñones*

Todos en México y especialmente en Chihuahua vivimos a diario un ambiente de duda, estrés, cansancio, angustia, dolor al borde de la locura y luego nos preguntamos ¿por qué el sufrimiento de la sociedad y la estupidez de los gobiernos en todos los niveles? o tal vez la duda es ¿que ocultarán? ya que no puede ser posible que todo lo que ocurra lo sepa y lo vea la gente, mientras el gobierno que supuestamente debe estar capacitado a solucionar el caos y detenerlo, se vea imposibilitado en hacerlo.

No me considero una persona supersticiosa y que ve en la historia especulaciones, no creo muchas cosas que la gente habla por hablar, pero charlando en cierta ocasión con un americano, mencionaba que en México aproximadamente cada 100 años, existen las condiciones para que haya una guerra interna o cambio violento, al escuchar esto del anglosajón, me dediqué a investigar y encontré lo siguiente, al finalizar la década de inicio de siglo, se han suscitado hechos muy importantes.
El 1510 España prepara la conquista de México, que abarca 300 años por 63 virreyes españoles. 1810 Miguel Hidalgo convoca a los feligreses a levantarse en armas en contra del régimen español en el famoso grito de Dolores. El 1910 se inicia la revolución mexicana, rebelión en contra de la dictadura de Porfirio Díaz, que se mantuvo 33 años en el poder. Hoy el 2010 ¿Que acontecerá? No hay que tener una posición pesimista, catastrofista, pero tampoco hay que rechazar la historia que muestra esta teoría, donde los cambios violentos se han dado casi puntualmente. Juzga tú mismo esta coincidencia o capricho histórico.

Estudiante ITCJ

lunes, 8 de febrero de 2010


El riesgo de nacer en el riesgo.
José Roberto Hernández Fuentes.

Hace algunos años atrás, un connotado sociólogo alemán de nombre Ulrich Beck escribía sobre lo que el denominaba la sociedad del riesgo (1986). En dicho análisis se detallaban los elementos que caracterizaban la vida social e individual en los ámbitos sociopolítico y cultural y, al mismo tiempo se realizaba una prospectiva que preveía cambios en la estructura social moderna, en otras palabras, el autor planteaba el inicio de una fase que nos conduciría a una nueva modernidad, la cual estaría estigmatizada por la incertidumbre y el desasosiego que implica el riesgo. Pues bien, hoy en plena década del siglo XXI estamos viviendo en aquel premeditado escenario.
En la actualidad, el riesgo se ha vuelto una constante en la vida cotidiana de los sujetos, el mundo social moderno se reconfiguró de tal forma que dejó de lado aspectos como la seguridad y la sustentabilidad, dejándose llevar completamente por la seducción científica y el dominio, control y poder que aparentemente le aseguraba su constante evolución. Pero se cometió un error que hoy mantiene al hombre en un impasse reflexivo: se deterioro cuasi totalmente la relación con la naturaleza. Quien fuese desde un inicio la principal aliada de la humanidad y la única proveedora de las condiciones necesarias y exclusivas para la subsistencia, la madre naturaleza, hoy ha entrado en un conflicto grave con los seres humanos. Y es que con el paso del tiempo, ésta relación presentó cambios importantes en una de las partes involucradas. El hombre gradualmente fue deshumanizándose hasta llegar a un punto donde se olvido por completo de los códigos de ética preestablecidos en su interacción con el ecosistema, llegando a un estado de materialización que lo avocó irracionalmente a un absurdo e intolerable consumismo radical. La extracción desmedida de recursos naturales y la desenfrenada producción industrial poco a poco han ido trastocando la estabilidad ambiental y degradando la calidad de vida del ser humano.
Asimismo, el en ámbito cultural hemos sido testigos de la secularización axiológica de las nuevas generaciones, de las transformaciones institucionales y de la resignificación de la vida, que han dado como resultado la desconexión de los vínculos para la solidaridad social y la suspicacia constante como característica de las relaciones sociales contemporáneas. De la misma manera, la tradición ha sido enviada al baúl de los recuerdos y poco utilizada para la construcción de una cultura cívica que respete y de continuidad a las glorias del pasado en conjunto con las circunstancias del presente.
La política surge hoy en día como el ámbito más denostado de la vida social, ya que es relacionado con aspectos tales como la corrupción, deslegitimación, demagogia, abuso de poder, irresponsabilidad, desfachatez, entre otros calificativos que se ha ganado a pulso por no tener (o no demostrar) la capacidad suficiente de llevar a las comunidades y sociedades representadas a contextos o escenarios sociales más prometedores.
En tanto que la economía funge como el principio fundamental que impera en la actual dinámica social, en donde los individuos se esfuerzan y luchan constante y cotidianamente por mantener cierto grado de seguridad y bienestar económico, permaneciendo en el vilo de las fluctuaciones causadas por un sistema financiero global que no se caracteriza precisamente por la estabilidad ni la certidumbre a futuro.
Por último, se han agudizado los problemas que aquejan la seguridad nacional y pública de los países. Fenómenos delictivos como el crimen organizado y el terrorismo mantienen en la cuerda floja el orden social de las naciones, debilitando el poder del Estado al vulnerar sus marcos institucionales.
Todo esto es en términos muy generales el contorno de una macroestructura social determinada por el riesgo. Los que nacimos y vivimos bajo éste contexto no sólo no hemos sido capaces de encontrar una respuesta ante tales situaciones, sino que hemos sido partícipes del abandono de la esencia humana a raíz de la trivialización de los principios éticos y morales que promovían una interconexión social más solidaria y armónica que funcional y automatizada como lo que hoy prevalece. El riesgo de nacer y vivir en el riesgo no sólo implica estar al límite de nuestras posibilidades, sino ser incapaces de que en los momentos más álgidos de nuestra existencia, en pleno paroxismo sistémico, no echemos mano de las virtudes del corpus epistemológico hasta ahora construido bajo el eslogan del progreso social y humano, y que éste solamente fuese utilizado para la satisfacción de los efímeros placeres de la vanidad y el egoísmo de los hombres.