miércoles, 13 de febrero de 2013


Reflexiones personales, de viajes, calles e historia
Samuel F. Velarde      
                

A Celeste Alcalde y Renzo Sarchi

                En 2010, tuve la posibilidad de estar en Corea, en la ciudad de Busan, donde la Universidad de Estudios Extranjeros, celebraba los bicentenarios de las independencias de América y el centenario de la revolución mexicana, asistí en aquella ocasión en calidad de ponente, fue una experiencia increíble el estar en un país asiático paradigmático y hablar de un proceso de mi país, la revolución. Sin embargo lo central aquí es la ciudad donde estuve. Por lo general el estatus de turista y la cultura de únicamente tomar fotos y captar lo superficial, es generalmente lo que uno hace, pero luego, las circunstancias te invitan a ver las cosas de manera diferente. Así al caminar por sus calles, pensé ¿qué recuerdos guardarían sus edificios, banquetas, sus árboles y sobre todos sus ancianos, aquellos que vivieron días aciagos durante la guerra intercoreana?.
                En la historia surcoreana Busan tiene un significado muy importante, no solamente porque es la segunda ciudad más grande de Corea luego de su capital Seul, sino porque aquí se han suscitado  hechos históricos relevantes, en ese inter estaba en proceso de elaborar mi tesis doctoral sobre la sociedad civil surcoreana y sabia del protagonismo de Busan como ciudad contestataria durante la dictadura. Pero mucho antes, durante la guerra de Corea la ciudad fue la única que no fue tomada por los norcoreanos, convirtiéndose en la ciudad bastión del gobierno surcoreano. Por ello, las Naciones Unidas bajo la egida norteamericana impusieron un cerco alrededor de la ciudad, de hecho ahí existe un monumento a los países que intervinieron en su ayuda.
Pero también Busan fue una ciudad que se opuso a la dictadura de Park Chung hee, el 16 de octubre de 1979, hubo una gran manifestación que puso en jaque al gobierno, al grado que una división del ejército ocupó la ciudad, desencadenándose una feroz represión por todo el país, días después Park sería asesinado por el jefe de la inteligencia coreana en una pugna inter cúpulas. ¿Cuántas vidas se perdieron, cuantos presos políticos busaneses si se me permite este gentilicio, morirían en cárceles o aún viven recordando su lucha?
Y en esta remembranza histórica recorrí sus calles, yéndome en la historia y gozando más del espacio urbano y del ambiente asiático que rodeaba mi identidad juarense y occidental.   
Luego, en el 2012 estuve en La Plata Argentina, me sucedió  la misma experiencia al caminar por sus bellas calles repletas de jacarandas y otro árbol que se me olvida su nombre, donde ambos emiten en primavera un exquisito perfume que combinado con la humedad de la ciudad, hacía del ambiente algo especial. Pero en aquellas calles de amplias banquetas, durante la dictadura militar del general Videla sucedieron hechos graves. Desapariciones de personas, asesinatos, tortura y represión. No se puede uno imaginar cómo detrás de la simpatía de los argentinos y su forma tan desinhibida de ser, pudo existir una etapa realmente cruel. A finales de los setenta tanto agentes del gobierno, como integrantes de la fatídica triple A (Alianza Anticomunista Argentina), hicieron de las suyas con miles de personas catalogadas de peligrosas para el sistema. Al caminar por las aceras de  La Plata, por las calles 41, la 56, la 7, la 4 en fin, mientras admiraba sus calles arboladas me imaginaba el miedo de aquellos tiempos, la angustia de muchos argentinos al verse copados y aislados para nunca más, volver a contemplar la luz del día.
En Corea, conocí a Sergio Grez Tosso historiador chileno y me llamaba la atención como él coleccionaba los mapas de la ciudad, los folletos que nos daban en determinado lugar, cualquier cosa que se convirtiera en material de análisis, luego comprendí que era su forma de hacer historia, sus indicios, para luego de lejos y con el tiempo, entender la historia de esa ciudad, del lugar.
Todas las ciudades poseen su lado oscuro, su historia clandestina, sin embargo al ir como simples visitantes, muchos no perciben la quintaescencia de lo que ven a simple vista. Nuestra querida Ciudad Juárez por ejemplo, tiene su lado nefasto, sus muertas, sus desaparecidas y desaparecidos, sus violaciones a los derechos humanos, es decir su historia triste y definitivamente poco conocida en realidad, que avergüenza y desconcierta. Pero así son las historias de las ciudades, aunque las que más aparecen son las del glamur o las del discurso oficial, monumentos, jardines, bares, teatros, sin embargo la otra historia hay que buscarla, es parte del quehacer sociológico, sobre todo. 

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