viernes, 1 de febrero de 2013

La república zapatista, ficción o realidad?
                                                                                                           
Samuel F. Velarde

Para ser realistas bajo un mundo súper realista donde todo es caos y choque de poderes, el idealismo de la fraternidad pareciera estar ya muy pasado de moda. En un mundo aparentemente global pero fragmentado en sus diferencias pre modernas, existen diversos intereses que hacen pensar en aquel viejo adagio mexicano “primero mis dientes luego mis parientes”. Esto a propósito de la marcha zapatista donde sorpresivamente (como es su atinada costumbre) cientos de indígenas chiapanecos desfilaron por sus derechos y objetivos de lucha, pero a la vez haciéndose indudablemente visibles, muy encomiable por cierto.

Sin embargo, aquella figura del carismático Marcos y su lucha indigenista en apariencia nacional, a estas alturas está claro que fue una lucha reducida únicamente a la región chiapaneca, donde confluyen etnicidades diversas, aquello nos emocionó a todos porque representaba el levantamiento de la moral de un pueblo realmente diezmado y marginado de lo social (como otros pueblos indígenas). Pero luego todo se esfumó bajo acuerdos o estrategias tanto gubernamentales como del mismo zapatismo, con el tiempo todo aquello parecía olvidarse en el imaginario no zapatista, mientras tanto, otros indígenas como los raramuris o tarahumaras seguían en las mismas, sin que nadie por supuesto emulara a un Ejército Villista de Liberación Nacional por ejemplo.

Ahora nuevamente el zapatismo reflejado en esa manifestación del silencio, uno se pregunta ¿qué tanto fue un movimiento regional muy de ellos (y con sobrada razón) desintegrado de otras problemáticas nacionales?, aunque en su momento Marcos ha condenado como movimiento político-armado la problemática sobre las muertas de Juárez y sobre las víctimas del narcotráfico, como lo hicieron cientos de ONG y OSC, pero lo más loable es su acertada critica sarcástica al neoliberalismo. Acá en el norte muchos opinan como reproche, que el zapatismo como una gran fuerza de presión, se mantuvo silenciosa ante los grandes problemas nacionales, raro, porque en su tiempo miles de mexicanos alzaron la voz a favor del EZLN y sus objetivos de inclusión social.

El zapatismo está vivo, al menos fue el mensaje que la marcha del silencio emitió, sobre todo un mensaje directo a la nueva administración priista, donde ha colaborado en el equipo de transición la supuesta hermana de Marcos. Además su marcha tal vez vaya en el sentido de mostrar su fuerza de convocatoria que ya la quisiera el yo soy132 o la Marcha por la Paz de Sicilia. Es cierto, los zapatistas bien pudieran formar su República, si Quebec y Escocia han intentado su independencia o mayor autonomía, ¿por qué pensar que ellos no lo podrán hacer en un futuro? Finalmente, si el mundo cambió geográficamente luego de la guerra fría, no podrá cambiar al hacer crisis el capitalismo neoliberal contemporáneo?

Leyendo un artículo de Marcos Roitman Rosenmann en la Jornada (19/Enero2013), sobre los mapuches chilenos hay que reconocer el levantamiento zapatista, al menos como un muro de contención que ataje las barbaridades neoliberales y sus corifeos, esperemos.





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