Samuel F. Velarde
No
cabe la menor duda que la política trae sus sorpresas y sobre todo, cuando
tiene que ver con que la mujer asuma una posición política clave en la historia
de un país. En México por desgracia, aún no podemos tener esa experiencia
política de saber y sentir a través de una psicología política, que es el que
una mujer gobierne.
En
Corea del Sur, se ha dado este interesante fenómeno a raíz de las elecciones del 19 de diciembre pasado,
donde el electorado surcoreano optó por una mujer para ocupar la presidencia de
aquel país asiático. Lo interesante es que no es cualquier mujer, es decir no
es una mujer salida de la improvisación política, sino que es la hija del
constructor de la Corea moderna el general Park Chung –hee, ella es Park
Geun-hye, del Partido Conservador en el poder. Y esto es inédito
porque en una sociedad donde tradicionalmente la mujer seguía el rol confuciano
de supeditación al hombre y este gozaba de los privilegios de la primogenitura,
este acontecimiento ha sido algo relevante en la sociedad coreana.
Park
Geun-hye como Jefa de Estado, es obvio que será un aliciente para consolidar
los derechos de la mujer en Corea, donde aún falta por hacer, pero también
representa la posibilidad de consolidar a Corea como una potencia media en Asia
y en el mundo. Muchos analistas afirman que a pesar de que se le achaca ser la
hija del dictador Park y temen por una especie de regreso del autoritarismo,
ella de forma inteligente ha tratado de deslindarse de la línea dura que marcó
su padre.
En
su relación con Corea del Norte ha sido cauta y también ha dejado claro que al
menos intentará una política de diálogo con el lado norte. El último presidente
que tuvo un acercamiento más o menos estructurado con Corea del Norte fue Kim
Dae-jung con su política del sol radiante (sunshine
policy). Por otro lado, el reto de esta presidenta será combatir la
corrupción, un mal que ha infestado no solamente al gobierno sino a las esferas
del poder político y empresarial de Corea.
Los
retos económicos de Corea del Sur son grandes, sobre todo mantener la calidad
de vida coreana y evitar las grandes diferencias sociales y económicas. En el aspecto internacional continuará su
alianza estratégica con Estados Unidos y fomentará un dialogo más abierto con
Japón, con el cual mantiene rivalidades territoriales y un resentimiento
histórico desde que Corea era colonia japonesa.
Así
pues, la sociedad civil surcoreana ha dado muestras de un interesante proceso
electoral, que indudablemente marcará a la historia moderna de Corea del Sur y
esperando que este hecho relevante, amplíe la democracia coreana con mejores formas de
participación ciudadana.
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