viernes, 28 de enero de 2011

El principal problema de México: no apostar por la educación
José Roberto Hernández Fuentes

México enfrenta hoy una de las peores crisis sociales de su historia. Graves problemas de corrupción y violencia han sucumbido hasta las entrañas de la estructura social mexicana, lo cual ha dañado considerablemente la estabilidad de las instituciones y por ende, trastocado el orden social. Lamentablemente no sólo nos agobian estos problemas; a lo largo de la historia, el país ha acumulado una serie de complicaciones en todas las dimensiones de la vida social. En términos de política, nos hemos estancado en la irresponsabilidad y negligencia de muchos de los funcionarios públicos que dicen representar los intereses de los mexicanos; corrupción, demagogia e ineficacia son sólo algunos de los calificativos más sutiles con que la ciudadanía define, en términos generales, a la figura del político en México. La relación entre la sociedad civil y la sociedad política en este país, se deteriora al tiempo que no se logra satisfacer las necesidades e intereses de los ciudadanos mexicanos.

En el ámbito económico, no se genera un impacto significativo en la calidad de vida de los habitantes, por el contrario, los índices de pobreza siguen manteniéndose e inclusive, por momentos, marcan ciertas tendencias a incrementarse. Asimismo, la elevada tasa de desempleo mantiene en constante vilo la tranquilidad de los mexicanos, aumentando la angustia y el estrés de prácticamente toda la clase media en el país. Por otro lado, en la cuestión cultural, algunas encuestas realizadas tanto por instituciones de gobierno como por organismos de la sociedad civil, sólo reflejan el poco interés de los mexicanos por la cultura. En el más reciente estudio elaborado por el Consejo Nacional para la Cultura y la Artes, se arrojaron resultados que reflejaron la seria crisis que atraviesa la vida cultural en México. En el terreno de lo social, la crisis de violencia que aqueja a todo el territorio nacional resume las condiciones en que se desarrolla la vida cotidiana de los mexicanos. Resulta entonces que son muchos los problemas a enfrentar y pocas las propuestas, mucho menos soluciones, para remediarlos.

Es difícil determinar un problema principal en México que funja como la raíz de todos los demás. Sin embargo, existe un elemento fundamental dentro de la estructura social mexicana, que pude ser la llave que abra la puerta de la soluciones en el país: la educación. En términos políticos, la educación define el tipo de ciudadano que marcará el rumbo de un determinado país o sociedad; en términos económicos, la educación eleva indudablemente la calidad de vida de los mexicanos, y les brinda más elementos para una digna sobrevivencia; la cultura es definida por la educación, ya que en una sociedad sin educación, la cultura sólo representa el adorno folclórico de una nación, lo cual lleva a la pérdida de la idiosincrasia de los connacionales y el peligro que esto representa; y en el ámbito social, la educación es el arma principal contra todo tipo de crisis que aqueje a una sociedad, ya que produce los elementos necesarios en el aspecto intelectual y práctico, con los que los ciudadanos respondan y generen soluciones desde su trinchera civil. De esta manera, la educación representa el factor común que debe caracterizar la vida social de los ciudadanos, en este particular caso, de los mexicanos. Así, una estrategia que busque combatir eficazmente la problemática nacional, debe de contener una considerable dosis del elemento educativo.

Sin embargo, para que la educación sea la guía que nos lleve a la salida del problema, debe de producirse un esfuerzo mayor en su mejoramiento constante, tanto de la sociedad civil (ciudadanía) como de la sociedad política (Estado). Desde la perspectiva civil, los ciudadanos tienen el derecho de exigir mejores condiciones educativas, pero también la obligación de elevar su responsabilidad respecto a su rol como parte importante en la formación de los futuros ciudadanos. En otras palabras, la sociedad civil no tiene que estar pasiva en el forjamiento de ciudadanos responsables, y por qué no, sustentables, esperando que sea el Estado y sus instituciones los únicos responsables de ejecutar esta tarea; a final de cuantas, esto termina por ser más peligroso de lo que pudiese pensarse. Por otro lado, el enfoque educativo del gobierno respecto a la ciudadanía, debe estar dirigido en el incremento de la calidad en la educación a través de una política social que centre su desarrollo en elevar los índices educativos en la sociedad mexicana, y así forjar la formación de ciudadanos corresponsables y cuidadosos del orden social.

México tiene que apostar por la educación si realmente quiere salir del hoyo en que está metido. No existen otras formas que solucionar el problema, y si las hay, no tendrían el mismo impacto que lo que se puede lograr con una sociedad educada. Las actuales estrategias sólo han dañado la ya dañada estructura social mexicana, y han debilitado sus principales bastiones institucionales, lo que lleva a ocasionar la pérdida del rumbo que debe llevar el país hacia mejores horizontes. Con una apuesta por la educación, el camino hacia la salida del túnel se tiene bien contemplado y puede caminarse con pasos firmes. Si no se apuesta por la educación, la sociedad mexicana se estancará en el vano reproche y vivirá únicamente de sueños inalcanzables.

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