viernes, 18 de diciembre de 2009


La necesidad y el compromiso del intelectual mexicano.
José Roberto Hernández Fuentes.

La tan recitada crisis por la que atraviesa nuestro país ha sido el tema principal en la mesa de análisis de la clase intelectual mexicana. Las razones son obvias, claras y contundentes, en seguidas ocasiones el país parece desplomarse. El miedo e incertidumbre que surge a razón de esto es por demás justificado, el futuro de la sociedad mexicana se encuentra en constante riesgo y la vida cotidiana parece ser un calvario para la ciudadanía. La inseguridad con que vive hoy el mexicano no sólo se percibe en lugares oscuros y tenebrosos, ni en colonias proletarias alejadas del desarrollo urbano a las cuales erróneamente se les atribuye la gestación del lumpen, la inseguridad que hoy en día padecemos se avista, se siente con el sólo hecho de salir por la puerta principal de nuestros hogares, ubicados estos en cualquier lugar de la ciudad y pertenecientes a cualesquier clase social. La inseguridad se ha desestructuralizado, se ha vuelto abstracta, confusa, sinuosa y abarcadora. Por otro lado, México despunta como el país latinoamericano más afectado por la caótica situación económica que sacudió al mundo entero y de la cual estamos pasando factura, un embate socioeconómico que incrementó los índices de pobreza en la nación, dejando en el vilo del desempleo a miles de compatriotas mexicanos. Dicha situación nos ha hecho repensar la viabilidad de la relación con nuestro vecino del norte y la real posibilidad de la ampliación de la perspectiva económica hacia otros lugares del mapa mundial.
La cada vez mayor desaprobación política por parte de la sociedad civil es otro tema que paulatinamente va cobrando fuerza, esperando pasar de los reproches, críticas y hasta vituperios que surgen de la esfera pública a la praxis social que detone todo el resentimiento ciudadano acumulado y exija mediante un comportamiento enérgico, activo y participativo el cumplimiento del Estado a través de una política social congruente y objetiva. Asimismo, los cuestionamientos suscitados acerca de una reforma que trastoque profundamente el sistema político arcaico que nos impera, se plantea como una de las discusiones más necesarias en la actual coyuntura política de México. A final de cuentas lo que se busca es una verdadera apertura democrática en el país, reconfigurando la relación Estado-Sociedad civil y procurando mayores alternativas ciudadanas de participación en el ámbito político. Todo esto, en términos generales implicaría la madurez de la cultura política en la sociedad mexicana, y al mismo tiempo un sistema político de vanguardia, ad hoc a las necesidades que surgen de la realidad social de nuestro pueblo.
Lo anterior es sólo un breve repaso por los primordiales tópicos de discusión que ponen a trabajar las mentes y capacidades interpretativas y resolutivas de los intelectuales mexicanos. Sin embargo, cuando me refiero a intelectuales no sólo me dirijo a los pensadores mediáticos de nuestra comunidad, sino a la gran cantidad de interesados en el presente y futuro del país, los cuales también poseen las cualidades necesarias para la observación, análisis y creación propositiva de posibles mecanismos de salida a la crisis que nos aqueja. En fin, de lo que se trata es de unir esfuerzos en la búsqueda especializada de soluciones, de un mayor compromiso intelectual con la sociedad, de buscar las alternativas de participación, de encontrar o construir espacios para la canalización y presentación de ideas y propuestas que mantengan viva la esperanza de una mejor nación mexicana. Se trata pues de Sentir, Observar, Pensar, Crear y Decidir sobre el rumbo que debe tomar el progreso nacional en un contexto enteramente democrático.

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