martes, 22 de noviembre de 2011

ANDRÉS MANUEL Y EL MOVIMIENTO PROGRESISTA          

ERNESTO ORTIZ DIEGO

Esta singular propuesta de López Obrador deviene más que anecdótica porque, en buena medida, la viabilidad de su candidatura presidencial dependerá de su capacidad para reinventarse o por lo menos derribar los mitos, desmentir las leyendas negras, que arrastra desde la elección pasada.
En esa dirección parecen apuntar los cambios perceptibles desde hace semanas en el discurso de López Obrador, incluso en la agenda y en los territorios que pisa, algunos que parecían vedados.
Cambio de discurso. Hace semanas que el incendiario Señor López, el que mandaba al diablo a las instituciones, mudó de tono y adjetivos. El líder de los ocupa-Reforma ha adoptado un narrativa romántica que promueve la idea de una República amorosa: “Estoy pensando —amplió su idea en entrevista con Aristegui— en que debemos fortalecer los valores, el amor a las familias, al prójimo, a la patria, que eso es fundamental, un código moral; es llegar a la conclusión de que sólo siendo buenos podemos ser felices. Esto es.” Además, como lo ha dicho en distintos momentos, todos ellos recientes, se abstiene de ciertas palabras, se autocensura: “Ya me dijeron mis amigos, gente cercana, que no les gusta que diga ‘la mafia del poder’, por eso ahora voy a hablar de la ‘élite del poder’ o del ‘monopolio del poder’…”
Relación con los poderes fácticos. Dos hechos se pueden consignar como prueba de este giro. A principios del mes pasado, López Obrador celebró una reunión con empresarios en la mismísima sede de los grandes capitales y los big business, la industriosa y hoy violenta ciudad de Monterrey, donde se encontró, a puerta cerrada, con 40 hombres de negocios y sus esposas; asimismo, realizó una reunión mucho más amplia
—alrededor de mil asistentes— con empresarios y representantes de la sociedad neoleonesa, a quienes expuso su proyecto político. Cerró su gira por la Sultana del Norte con un encuentro, “a puerta cerrada” con más de 200 empresarios (y sus respectivas cónyuges) en el Club Hípico La Silla —propiedad de Alfonso Romo Garza, facilitador de estas reuniones.
El miércoles pasado, por la noche, luego de cinco años de guerra fría, de “cerco informativo”, de “compló mediático”, López Obrador volvió a los estudios de Televisa, al noticiero de Joaquín López-Dóriga, para fumar la pipa de la paz: “López Obrador manifestó que desea inaugurar una nueva etapa con los directivos y personal de Televisa, en la que ‘podamos darnos el beneficio de la duda, porque el país lo requiere, tiene que haber libertad plena para que el país salga adelante”
Gira internacional. No sólo fue el giro discursivo sino la breve gira por Estados Unidos y España para intentar demoler otro de los sambenitos con los que carga: su provincianismo, su renuencia o desconfianza a participar de la globalidad, a extender horizontes y miras. Hace meses AMLO inició su programa de viajero frecuente: en junio de este año viajó a Los Ángeles y poco antes a Sudamérica; el mes pasado visitó dos ciudades norteamericanas: Chicago, para encontrarse con la comunidad mexicana y organizar el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), y Washington, para dictar una conferencia magistral invitado por el Centro Internacional Woodrow Wilson y el “liberal” Foro Diálogo Interamericano. De ahí partió a Madrid, donde el 13 de octubre dictó una conferencia en la Fundación Ortega y Gasset.
Giros y giras… No podía ser de otra manera en un aspirante a disputar la Presidencia de la República, en un político que ha dado muestras de capacidad de sobrevivencia y que, a cinco años de su gran derrota, tiene enfrente una oportunidad y un reto mayúsculo: construir una candidatura viable, verosímil, comprable más allá de los incondicionales de siempre, allende los márgenes cada vez más estrechos del voto duro peje-perredista... Una candidatura que cale en el ánimo de esos segmentos en franca expansión de “clasemedieros” venidos a menos, de escépticos al discurso oficial de que la pobreza en México sólo existe en la narrativa de la izquierda, que tres salarios mínimos es la antesala al paraíso de la clase media (coche, casa, colegiatura y sky)…
No podía ser, quizás, de otra manera en quien sabe de Gobiernos legítimos, de Gabinetes imaginarios, de Repúblicas paralelas, de profecías que se cumplen a sí mismas, de errores fatales… Seis años después, en condiciones adversas, con altos “negativos” a cuestas y muy atrás en los sondeos, López Obrador vuelve por sus fueros. Aunque la meta es la misma, hoy la pregunta en torno a López Obrador es muy otra: ¿puede, tiene con qué remontar la enorme distancia que hoy lo separa del puntero? ¿Puede vencer a Peña Nieto?

politólogo y sociólogo (UIA)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todo comentario es bienvenido siempre y cuando se guarden las formas tipicamente pertinentes.