lunes, 19 de septiembre de 2011

FRONTERA Y REGIONES DE MEXICO

Por: José Iván Flores Monarrez.

México puede definirse de manera breve y rígida como una zona geográfica habitada por 110 millones de personas que sólo tienen en común el idioma, una bandera y un himno demasiado guerrero. Pero no existe razón alguna para conformarnos con una definición tan acotada como ésta, porque otra definición puede ser tan vasta como la misma extensión territorial de este país.
Pero, ¿cómo definir México cuando éste no parece ser una unidad coherente, sino un país donde paradójicamente conviven diferentes Méxicos? Regiones que siendo hermanas poco se reconocen entre sí, a pesar de compartir creencias religiosas (el catolicismo por ejemplo) y una marcada preferencia por el futbol, entre otras similitudes. Todo ello hace muy difícil plantear y por ende, alcanzar objetivos comunes que permitan el buen funcionamiento de los sistemas que rigen la convivencia social de esta nación.
Analicémoslo de la siguiente forma. Los mexicanos se identifican en el mapa según tres regiones: norte, centro y sur. En el caso particular de la frontera es considerada una especie de espacio en la que habitan personas culturizadas por los angloamericanos, pero también, es sinónimo de anarquía para los que viven en el centro (producto de la imagen negativa proporcionada por los medios masivos de comunicación en relación a la violencia), el centro es cosmopolita, repleto de cultura colonial y moderna, con una gran tradición intelectual, en el sur las cosas son diferentes todavía con prejuicios y grandes desigualdades, la frontera tiene un concepto completamente distinto, donde no existe la dicha y la desventura de vivir al lado del país más poderoso del mundo, sino cerca del subdesarrollo centroamericano.
Pero volviendo a la frontera norte, es la primera trinchera contra la invasión cultural de los Estados Unidos, es el lugar a donde llegan un buen número de mexicanos a probar suerte y que también de alguna forma, contribuyen al enriquecimiento de la cultura fronteriza.
En la frontera, como en otras regiones, la jerga de sus habitantes es única, pero ésta cuenta con la particularidad de tener vocablos derivados del inglés y el español. Esto es un claro ejemplo de la influencia cultural que se ha dado desde hace muchos años. Pero no nos atañe estudiar lo que ya conocemos. El punto es, que la frontera es la puerta de entrada donde a pesar de la crisis de seguridad que se padece, se siente el orgullo de ser mexicanos, de ser una comunidad emprendedora y talentosa, donde miles (la mayoría) sobreviven por su honestidad. Pero la frontera necesita más recursos para evitar su crisis estructural.
Al igual que los baluartes de los castillos de la edad Media, la frontera norte mexicana debe ser protegida para evitar la caída del país. Parece algo extremista pensar en una debacle nacional de grandes magnitudes, pero no sería la primera vez que sucediera. Recordemos que por el abandono del norte, a mediados del siglo XIX, se perdió la mitad del territorio nacional a manos de los estadounidenses, quienes reclamaron esas tierras como suyas en nombre del Señor.
Hoy, Ciudad Juárez y el resto de la frontera, son generadores de recursos humanos eficientes, de entrada de divisas, atractivos centros estratégicos para la inversión extranjera y por todo lo anterior merecen el cobijo de la federación, sobre todo en situaciones de crisis. Así, para conservar la trinchera cultural, es importante la inversión en cultura, en infraestructura que integre a la sociedad y motive la inversión para generar empleos y crear seguridad. Basta observar el cambio en la economía y la vida social de El Paso, Texas, producidos en ese lado a causa de la trágica historia contemporánea de Juárez.
Sólo unificando las regiones de México y creando un intercambio comercial integrador, lograremos el pleno despegue de la nación para gozar de satisfacciones que duren más que el gusto de saberse campeón mundial del futbol juvenil. No basta proponer grandes pactos nacionales en un montón de papeles, ni marchas a lo largo del país para alcanzar nuestras metas; debemos entre otras cosas dejar de llamarnos de manera despectiva “chilangos”, “chihuahutas”, “jarochos”, seguir descalificándonos, mejor comprender que todos somos mexicanos y que añoramos un país más democrático, para las nuevas generaciones.

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