lunes, 11 de julio de 2011

México, campeón del mundo: futbol y sociedad.
José Roberto Hernández Fuentes.

A la memoria de Juan Morales Arriaga, excelente amigo, pero sobretodo un hombre justo, honesto y de gran corazón. QPD.

La selección mexicana de fútbol categoría sub-17, es decir, jóvenes de dieciséis y diecisiete años han salido como campeones del torneo mundial celebrado en este país. Pero no sólo se celebra el éxito obtenido, sino la manera en que se logró, motivo por el cual se han abarrotado las plazas públicas de diferentes ciudades mexicanas para festejar el triunfo.

En lo deportivo son varios los puntos a destacar dentro del desempeño futbolístico de esta selección: la táctica planteada por el director técnico, la formación que se utilizó, los cambios de jugadores en el momento oportuno, los ajustes realizados, entre otros aspectos que sólo conciernen al futbol de pizarrón. Sin embrago, lo que a mi parecer llevó a este grupo de jugadores a conseguir el resultado que hoy todos conocemos, fueron cinco principios fundamentes dentro del trabajo de equipo: disciplina, paciencia, comunicación, compromiso y voluntad. Estos cinco pilares del trabajo en conjunto, además del talento individual de cada uno de los chicos, son los que verdaderamente propiciaron esta victoria que hoy celebramos eufóricamente.

Hay que puntualizar que lo que hoy se vivió en el majestuoso estadio Azteca corresponde a un episodio histórico del futbol mexicano, inclusive del deporte en México. En el palmarés de la selección mexicana, en sus diversas categorías, sólo encontramos dos títulos de campeonato mundial, ambos ganados en la categoría sub-17, el primero en el año 2005 y el segundo es éste que recién estamos disfrutando en pleno 2011. La diferencia entre estos dos triunfos radica en que en esta ocasión el equipo mexicano se llevó la victoria en cada uno de los encuentros que disputó, situación que nunca había ocurrido en la historia del balompié nacional, venciendo a rivales de la talla de potencias futbolísticas como Holanda, Francia, Alemania y por supuesto Uruguay con quien se jugó la final de este torneo. Realmente histórico para el futbol mexicano lo acontecido la tarde del 10 de julio en el “Coloso de Santa Úrsula”.  

Por otro lado, una afición mexicana entregada al fútbol y que reclama mayores satisfacciones deportivas, hoy es complacida por segunda ocasión gracias al esfuerzo y dedicación de un grupo de jóvenes entusiastas que jugaron muy bien al futbol, de manera libre, limpia y sin ningún tipo de presión. Ahora lo que sigue es procesar este campeonato mundial, que los clubes de cada uno de estos jugadores que hoy están viviendo un sueño, realmente se comprometan a llevarlos con la cautela debida, pulirlos como futbolistas y por supuesto darles la oportunidad que se merecen como profesionales de este deporte. Algunos emigraran al futbol europeo, otros se quedaran, pero lo importante es que hagan valer su status como campeones del mundo durante el transcurso de su carrera.

Impresionante la algarabía que el futbol provoca en los mexicanos, un deporte que ha sido exacerbadamente mediatizado y que particularmente a nivel selección ha creado demasiadas expectativas que en muchas ocasiones no tienen fundamento real, sino mera ficción o apariencia generada por lo medios, principalmente el duopolio Televisa y TvAzteca, situación que ha causado muchas decepciones a la afición. Un deporte que se ha visto envuelto en una serie de problemas que sólo perjudican considerablemente la ya de por sí dañada imagen del futbol mexicano, que pocos logros son los que puede presumir, pero que continúa con un apoyo que a veces parece irracional por parte de la afición mexicana.

Es indudable que el fútbol representa un elemento muy significativo dentro de la cultura popular mexicana, capaz de hacer vibrar a miles de personas, de crear sentimientos radicales de tristeza y alegría en el aficionado, y hasta de elevar las manifestaciones de nacionalismo, que no son capaces de lograr otro tipo de acontecimientos culturales, y ni siquiera políticos (atrae más un partido de fútbol que un debate entre candidatos a cargos públicos). Sería entonces importante tratar de conectar esa pasión por el país que se vive durante noventa minutos con la cotidianidad de la vida en México, es el argumento o la reflexión que hacen algunos analistas a propósito de la coyuntura nacional. Pero esa pasión que se presume del aficionado mexicano y que muchos quisieran que se reflejara en el día a día en México, sólo se vive desde el graderío, a la distancia, sin entrar en contacto con el balón, sin tener la responsabilidad real, sin estar dentro de la cancha, sin jugar. Quizá sea verdaderamente esa la manera en que los mexicanos estamos enfrentando la problemática actual, a la distancia, sin tomar las debidas responsabilidades como ciudadanos, sin comprometernos en la lucha, sin actuar. Por lo que yo propondría ser más jugadores que aficionados, es decir jugar, actuar, no sólo gritar y criticar. Tomemos esto con calma, disfrutémoslo como lo que es, un éxito deportivo, y sepamos separar una cosa de la otra. El fútbol mexicano sólo representa una válvula de escape para una sociedad hostigada por los problemas sociopolíticos y socioeconómicos, una válvula que a veces se abre y a veces se cierra, pero que nada tiene que ver con la actitud que los mexicanos muestran como ciudadanos y como personas. México es campeón mundial de fútbol sub-17 y un amigo muere abatido a balazos por unos “ciudadanos” mexicanos que se dedican a la extorsión.
   
A pesar de todo, cabe destacar que este es un buen acontecimiento para la sociedad mexicana, sobretodo para olvidar, al menos por un momento, la imagen que se le ha atribuido por el crimen y la violencia desatados. Bien entonces por el deporte mexicano, bien por los jóvenes deportistas, y bien por los valores que esta selección de futbol demostró en el terreno de juego, en la competencia deportiva, dándonos un ejemplo de trabajo en equipo, una lección de comportamiento colectivo y por supuesto el mensaje claro de que los mexicanos somos capaces de salir avante victoriosos.                   

1 comentario:

  1. Tu crítica es muy atinada mi querido José Roberto, nuestra sociedad tiene miedo al compromiso y a la unidad. En los tiempos actuales vivimos una vida "minimalista" donde lo que nos ocupa realmente es solamente nuestro entorno y lo demás lo dejamos de lado. Desafortunadamente ésa es la sociedad moderna. Es nuestra obligación colaborar con una transformación social cambiando nuestros hábitos. Por ejemplo, hemos cambiado tiempos de conversación con nuestros parientes y vecinos por la comodidad de estar sentado enfrente de un televisor o una computadora. Cambiemos!!!

    SAJ Carlos

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