domingo, 21 de noviembre de 2010

A cien años del comienzo de la lucha por la    democracia             


Por: José Iván Flores Monarrez  *

    La palabra democracia etimológicamente parece ser bastante clara. En términos coloquiales es “el poder del pueblo”. Aparentemente es la forma de gobierno ideal, donde la opinión de todos vale lo mismo. Cien años han pasado ya desde que México dio el paso hacia eso que llamamos democracia y al parecer tropezamos en el camino.
  Al igual que hace dos meses, la fiesta sigue y parece no tener fin. Fiesta para los que ostentan el poder, aquellos que no miran para abajo, los que se aferran a una vaga idea de lo que es gobernar y que no les importa derramar sangre con tal de pasar a la historia, aunque sea escribiendo con tinta roja páginas de derrota sobre un papel tan negro como sus conciencias.
  En nuestra ciudad no festejamos la revolución porque a pesar de ser la cuna de dicho movimiento nuestra historia ha perdido todo sentido. La dinámica social se vuelve turbia entre las balas.
  Con el paso de la estafeta, corroboramos lo que era de esperarse, se destapó la cloaca: nos prometieron un carruaje con carril exclusivo y nos dieron una calabaza que ni los ratones quieren arrastrar. La procuración de justicia le puso la cereza al pastel de la corrupción y reveló de qué lado estaban. Asimismo, omitieron las sentencias dictadas por la CIDH y se atrevieron a premiar el desfalco del payaso de la tele con la reelección.
  Los estudiantes no debemos ser ajenos a esta situación, porque nos siguen pegando abajo. A nivel medio superior y superior hemos sido víctimas de la borrasca. Salvarcar y Horizontes del sur no se borrarán de nuestras memorias. Han trastocado uno de nuestros puntos más sensibles: la escuela.
  El cambio no llegará solo, es algo que debemos provocar; algo así como una revolución. Pero no se confunda el término, la revolución debe ser intelectual, dentro y fuera de las aulas, no combatiendo al prójimo sino a la ignorancia. Revirtamos la paradoja en la que vivimos, hagamos de nuestra ciudad una metrópoli bajo la premisa de modernidad democrática y no por la cantidad de sus  habitantes.

Nuestra carabina está cargada de ideas: preparen... apunten... Fuego!

* Estudiante del último semestre de  la carrera de Administración  y coordinador del periódico electrónico El Juglar del ITCJ.

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