martes, 20 de julio de 2010

Sobre la relación autoridad-ciudadanía.
José Roberto Hernández Fuentes.


La problemática social que prevalece en ciudad Juárez parece profundizarse cada vez más sin poder encontrar una respuesta efectiva que logre regresar la estabilidad al municipio. Lejos de esto, las posibles alternativas de solución se escabullen por las grietas del resquebrajamiento del orden social.
Una de las características más lamentables de la fenomenología patológica juarense, es el tipo de relación que se ha establecido entre todo aquello que conforma la autoridad gubernamental y la ciudadanía de la localidad. La desconfianza es el rasgo distintivo de éste vínculo, generando una dinámica comunicacional muy poco efectiva que no sólo disminuye las posibilidades de encontrar soluciones concretas, sino que merma las capacidades tanto de un actor como del otro.
Por un lado, la ciudadanía no siente la seguridad necesaria en las corporaciones policíacas de nivel municipal y federal, por el contrario existe ahora un cierto temor hacia esas instituciones, lo cual engendra un sentimiento social cargado de pesimismo, angustia, desconcierto y apatía en el ciudadano juarense. En tanto que las autoridades inmiscuidas en un contexto social tan ambiguo, no logran distinguir en la totalidad del conglomerado social, al hampón o al criminal, llevando a cabo una sospecha generalizada que en muchas ocasiones afecta la integridad de ciudadanos respetuosos de las normas y apegados a la ley, que sin duda aún son muchos en nuestra ciudad.
Sin embargo, esta percepción ciudadana caracterizada por la incertidumbre, no sólo está en relación a las corporaciones de policía municipal, estatal o federal, sino también a los funcionarios públicos de escritorio, a la clase política establecida en puestos de poder que no ha logrado elaborar planes y proyectos congruentes que devuelvan la estabilidad y el orden sociales. Así entonces, la experiencia interactiva entre estos dos actores fundamentales de la sociedad, no se ha producido en las mejores condiciones, provocando complicaciones que dañan una relación gestada en un escenario presumiblemente democrático.
Si la relación entre las autoridades y la ciudadanía continúa de la misma manera, será muy complicado definir una estrategia que realmente logre resultados positivos para la sociedad juarense. Estos dos actores sociales tienen que entender que no se puede avanzar en la dirección correcta manteniendo una marcada distancia entre ambos. Por lo tanto, es fundamental comenzar por asumir cada uno sus propias responsabilidades, sus propios errores y sobre todo entender que se necesitan mutuamente, más aun en situaciones tan graves como la que vivimos.
El empleo de mecanismos basados en la honestidad, el respeto y la solidaridad, son clave para la restauración de esta relación, de otra manera, el divorcio entre los ciudadanos y las autoridades representa el ejemplo más grande de la inviabilidad y la pérdida total de la cooperación institucional. Recuperar la confianza y por ende la comunicación es el primer paso a dar en una estrategia conjunta que abarque el compromiso de la ciudadanía y aquellos quienes han sido dotados de autoridad, cuya finalidad sea resolver objetivamente la problemática social que nos aqueja desde hace ya algún tiempo atrás a los juarenses y en general a los mexicanos.

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