miércoles, 7 de julio de 2010


México, el mundial de futbol y sus ironías socioculturales.
José Roberto Hernández Fuentes.

Hace algunos días el mundial de futbol termino para México, luego de la eliminación frente al ya “odiado” rival argentino, la expectativa del aficionado mexicano volvió a tener el mismo desencanto de siempre.



Todo un proceso mediático es el que se lleva a cabo con la selección mexicana de futbol durante su etapa previa al mundial, engrandeciendo a los jugadores, poniéndolos inclusive por encima de sus verdaderas capacidades, creando una relación idílica entre el aficionado y el equipo nacional, misma que eleva la ilusión, la falsa ilusión de un posible campeonato mundial. Esta perversidad de los medios de comunicación logra su cometido lucrativo, pues cuando se llega la fecha y la hora de inicio de un partido del equipo de futbol nacional, prácticamente todo el país se encuentra frente al televisor, a excepción de aquellos fanáticos que pudieron acudir al estadio. La mercadotecnia alrededor del futbol mexicano a cobrado tantos dividendos, que más allá del derrotero futbolístico mexicano, se encarga de hacer todo lo mediaticamente posible para volver a incrementar las expectativas de los aficionados por a selección de futbol. Sin embargo, lo interesante de todo esto es la sorprendente capacidad de influencia que tiene este deporte en el comportamiento de los mexicanos.



Quizá el futbol sea el deporte más popular en todo el mundo, pero no en todas la regiones del planeta representa la misma importancia sociocultural como en México. En éste país, el futbol genera muchas ironías en el comportamiento y conducta de los mexicanos. Somos capaces de salir a las calles multitudinariamente con el único propósito de celebrar un triunfo de la selección mexicana, aún sin haber ganado ningún campeonato. Pero somos incapaces de salir a las calles de todo el país con ese mismo ímpetu para exigir mejores condiciones sociales, políticas y económicas para vivir. Nos volvemos grandes críticos y conocedores del medio futbolístico, siendo los primeros evaluadores del funcionamiento táctico y técnico del equipo nacional de soccer, teniendo altísimos índices de interacción virtual en donde se genera un gran flujo de información referente a todo lo que gira en torno a este deporte. Pero nos callamos, nos conformamos y nos atamos de manos ante las corruptelas y malos manejos políticos de nuestros gobernantes. Cantamos el himno nacional con un inspirado nacionalismo, que al menos en apariencia, saca hasta las lágrimas de algunos durante el protocolo previo al inicio de un partido de copa del mundo. Mientras que los lunes por la mañana nos daba o nos da una flojera enorme interpretarlo en la explanada de nuestra escuela para honrar a los símbolos patrios. Indagamos, reflexionamos, discutimos, proponemos al que consideramos como mejor elemento para llevar la dirección técnica de la selección nacional, así como la mejor formación para un partido. Pero no hemos sido lo suficientemente atrevidos como para indagar, reflexionar, discutir y hasta proponer al mejor candidato a cualesquier cargo público que se dispute. Y por último, hacemos todo lo posible, como verdaderos aficionados, por ahorrar la cantidad necesaria de dinero para acudir al próximo mundial, pero muchas de las veces no hacemos lo suficiente, como ciudadanos, para desde nuestra posición construir un país mejor, empezando por nuestra familia, nuestra colonia, nuestro municipio y nuestra entidad.



Talvez estás ironías para algunos sean muy injustas de mencionar, podría decirse que el comportamiento del aficionado nada tiene que ver con el comportamiento ciudadano, pero lo cierto es que esto refleja una realidad social muy incomoda para el mexicano. Pues el ser un simple aficionado no compromete, no responsabiliza, no causa ningún efecto real en nuestra vida cotidiana. Contrario a ser un ciudadano comprometido y responsable, que busque cambios reales para mejorar su vida cotidiana, lo cual requiere de un involucramiento directo en la comunidad y en la sociedad y todo lo que esto conlleva. No hay duda de que existen este tipo de ciudadanos dispersos en cada uno de los rincones del país, pero sería ideal que hubiese la misma cantidad de estos ciudadanos ejemplares, como lo hay de aficionados entregados a su pasión por el futbol.



Así, el futbol no sólo ilusiona y eleva las expectativas de los pasionales aficionados que esperan el logro de un campeonato mundial, sino que también genera la ilusión de que con el mismo sentimiento, emoción y pasión desbordados por la afición mexicana al futbol, algún día los ciudadanos mexicanos retomemos con estos mismos elementos las riendas de nuestra nación.


1 comentario:

  1. Cristina Gándara29 de julio de 2010, 2:00

    Me parece una excelente comparación entre estos dos aspectos de la vida del mexicano: un extremoso, profundo, participativo y apacionado interés, incluso un amor prioritario a la selección de fútbol (y todo lo que ésta implica) que conlleva al mexicano a identificarse como tal (cuando las cosas van bien o aún no empiezan) y por otra parte ese desapego, ese renegar, ese frio y triste desinterés por la situación del país, es ahí donde se nos olvida que somos mexicanos, pertenecientes a esta tierra que es nuestra responsabilidad.
    Es triste darnos cuenta que para poner nuestro grito, nuestro corazón, nuestra energía, nuestro puño, nuestro tiempo e interés desmedido en ser mejores personas, en poner un granito de arena para que nuestro entorno sea mejor, es ahí donde lo mexicano se nos olvida y nos volvemos extraños, ajenos a lo que acontece.
    Si tan solo el mexicano invirtiera la cuarta parte del interés que siente por la selección en su entorno. Si le exigiera y quisiera entrometerse en su gobierno la mitad de lo que lo hace con la directiva o el técnico. Si por lo menos le tuviera al prójimo mitad del amor que le tiene al jugador más popular... Estoy completamente segura que este país sería muy diferente al que es ahora.

    Excelente tema para reflexionar...
    Felicidades por su artículo... !!!

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