lunes, 22 de febrero de 2010


Ciudad Juárez. Empecemos por hacer una comunidad.
José Roberto Hernández Fuentes.

Más allá de lo que se haya obtenido en cuanto a la presencia de las autoridades del gobierno federal en Ciudad Juárez y los compromisos que se establecieron, el municipio enfrenta un grave problema de índole social-identitario. Mucho se ha hablado acerca de la unidad juarense, de la cohesión de la sociedad civil, de que sólo los juarenses podremos sacar del hoyo a nuestra ciudad, pero la realidad es otra. Esta localidad históricamente ha sido conformada por personas provenientes de otras regiones del país, por ésta razón algunos han mencionado que el municipio se distingue por cierto grado de diversidad cultural y heterogeneidad. Sin embargo, la frontera norte del país por su misma dinámica socioeconómica y cultural homogeniza a los sujetos normalizando los estilos de vida. La maquiladora (que antes de la violencia fue el principal referente de la ciudad) bajo su mecánica enajenante fue creando un tipo de individuo de-simbolizado, es decir, culturalmente vacío. Tal fenómeno contribuyó en gran medida a la falta de elementos que promovieran una verdadera identidad social. En éste sentido, podemos decir que en Ciudad Juárez existe una sociedad, más no una comunidad. Max Weber en su desarrollo teórico planteó las diferencias conceptuales entre lo que se denomina como una sociedad y lo que es una comunidad. Por un lado, la sociedad se caracteriza por su funcionalidad social-institucional basada en la compensación de intereses recíprocos que coadyuven al mantenimiento de cierto tipo de orden deseado. En cuanto a la comunidad, su formación se fundamenta en vínculos sociales enlazados mediante un sentimiento compartido por parte de los sujetos, ya sea por motivos afectivos o bien correspondientes a la tradición, con la finalidad de construir socialmente su espacio. Bajo estos lineamientos, la concepción de comunidad conlleva esencialmente determinados factores socioculturales que identifican y solidarizan a los miembros, haciéndolos capaces de actuar colectivamente por el logro de un objetivo específico. Asimismo, en una comunidad los individuos quienes comparten un mismo sentir, tienen bien definida su perspectiva social y actúan de acuerdo a los mismos intereses.

En el caso de nuestra urbe, el gran periodo de crecimiento económico que tuvo Ciudad Juárez gracias a la industria maquiladora y al entretenimiento nocturno burdelesco, abrumó a los gobiernos en turno y a la misma sociedad civil, a tal gado que olvidaron las cuestiones referentes al desarrollo social y cultural. Tal vez se pensó de una manera muy neoliberal y se cayó en la creencia de que los frutos económicos traerían el progreso social por sí sólo. Lo mismo sucedió con los aspectos de la vida cultural, dejando únicamente al consumo y la materialización banales como principales factores culturales en la frontera, cayendo sobre los juarenses las consecuencias de dicho fenómeno. De ésta manera, la sociedad fronteriza de ciudad Juárez no experimentó una vida social plena, que no satisficiera únicamente las necesidades económicas de los habitantes, sino que también ofreciera las posibilidades que permitiesen a los individuos contar con un escenario de oportunidades en donde el desarrollo de su vida social fuese mucho más completo. Así, Juárez se limitó a ser una sociedad, donde se procurará sólo el funcionamiento de los mecanismos económicos necesarios para una incierta estabilidad, olvidando negligentemente las cuestiones sociales y culturales que afianzarán las bases de vínculos sociales comunitarios, mismos que arraigarían en el juarense sentimientos de afinidad, lealtad y apego a su comunidad. Hoy la sociedad juarense busca y exige impaciente respuestas, propuestas, resultados que acaben con la problemática municipal. Sin embargo, en ocasiones pareciera que la sociedad civil se olvida de ella misma, reificándose y volviéndose ciega de sus capacidades. Además de las competencias y responsabilidades del gobierno en los tres niveles, el accionar de la sociedad civil juarense tiene que empezar por acordar intereses, preponderar situaciones y encuadrar un mismo sentir, de tal manera que se vaya produciendo una identidad social que si bien no se generó por los aspectos antes mencionados, nazca irónicamente de la coyuntura social del municipio, llevándonos a actuar bajo una perspectiva conjunta y visualizándonos como una comunidad. Solamente mediante la creación y refuerzos de vínculos sociales sólidos e identificados, lograremos construir la base para la acción solidaria de la sociedad civil, es por esto que debemos empezar por construir una verdadera comunidad juarense.

1 comentario:

  1. Me detengo a escribirles porque nunca lo hago, me encantan sus reflexiones. Saludos Roberto
    Atte. Mara

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