domingo, 23 de agosto de 2009


Ciudad Juárez en prospectiva, la construcción de su futuro.
José Roberto Hernández Fuentes.

Cuando se vive en una situación de caos, en una crisis que acapara todas las dimensiones de la vida social y en una psicosis colectiva que deteriora el funcionamiento de una sociedad, viene inevitablemente a nuestras mentes el angustiante cuestionamiento respecto al futuro. La realidad que acontece actualmente a Ciudad Juárez no ofrece señales de esperanza, manteniendo a todos sus habitantes en el vacío de la incertidumbre. ¿Hacia donde va la sociedad juarense? ¿Qué le espera a Ciudad Juárez? son preguntas que surgen de una extraña mezcla de desasosiego, esperanza y morbo.

Después de que se detonara el estallido de violencia generado por el crimen organizado, a la ciudad fueron enviados millares de elementos del Ejército Nacional como parte de la estrategia de seguridad emanada por el gobierno federal en turno, dicho acontecimiento en un principio provocó una sensación de tranquilidad en la mayoría habitantes de la ciudad, pero con el paso del tiempo y ante la nulidad de resultados la postura de la sociedad juarense respecto a la presencia de militares se tornó dividida. Hay quienes a pesar de los nulos resultados optan por la continuidad de las fuerzas armadas y quienes definitivamente rechazan su estadía e incluso la creen inconveniente y dañina. Más allá de estas diferencias, la situación de la ciudad sigue siendo igual de desastrosa y en momentos parece agravarse y volverse aún más caótica. Sin querer entrar en detalles, Ciudad Juárez se ha convertido en una ciudad del crimen y en un espacio que reúne las condiciones sociales “ideales” para el camuflaje delictivo. Ahora ya no sólo enfrentamos la violencia del narcotráfico y sus demás problemas, sino que han surgido otro tipo de actividades delictivas tales como la extorsión y el secuestro, y se han aumentado los delitos referentes al pandillerismo, todo bajo la sombra y el sello distintivo del crimen organizado. Este terrible panorama es el que actualmente caracteriza a la ciudad y la define como una de las más violentas a nivel mundial, poniéndose así a la vista de todos.

Queda por demás claro que la solución al problema no se encuentra únicamente en la estadía de militares y policías federales en la ciudad, se requiere entonces buscar otras alternativas que colaboren en dar una respuesta positiva y definitiva que resuelva la problemática. Si el gobierno continúa afrontando dicho problema sólo con enfrentamientos directos entre militares y delincuentes por las calles del país, terminará con una cada vez más creciente y fuerte desacreditación por parte de la sociedad civil y con un aún mayor derramamiento de sangre y pérdidas humanas. Es obvio que se necesita incrementar el trabajo de inteligencia policial y militar, pero también lo es que no sólo de ésta manera se lograran los resultados esperados. Es urgente trabajar desde las instituciones tradicionales como la escuela y la familia y fomentar una cultura de mayor apego a la norma y a la conveniencia sociales además de reforzar el imperio de la ley, terminado con la corrupción y el desgaste político consecuente.

La situación que vive Ciudad Juárez cuenta con un factor que podría en determinado momento estar en contra de una posible solución a los problemas. La historia de la ciudad nos permite observar que su constitución como tal se ha debido en gran parte a la inmigración, es decir, Ciudad Juárez históricamente se ha consolidado como una ciudad de migrantes que provienen del interior de la república mexicana en busca de una mejor calidad de vida. El establecimiento de la industria en la década de los 60 fue un polo de atracción para miles de personas que venían con la esperanza de encontrar un empleo que les permitiera vivir decorosamente. Esta ha sido desde entonces una de las características peculiares de Ciudad Juárez, habitándose así de gente proveniente de diversos lugares del país. De ésta manera, la sociedad juarense no cuenta con una idiosincrasia pura que le permita tener un base cultural que refrende y amarre los lazos socioculturales de sus pobladores, por ende no cuenta con una fuerte identidad social que la conduzca a la solidaridad y compromiso colectivo necesarios para ejercer una reacción conjunta a los problemas que le aquejan. Sin la intención de generalizar y de herir susceptibilidades de aquellos que se sienten realmente juarenses a pesar de sus orígenes genealógicos, ésta ciudad ha sido poblada por el interés económico que representó y a pesar de todo aún representa, más no por otra cosa. Es entonces que planteo la necesidad de que la sociedad juarense comience por agradecer y reconocer lo que ésta ciudad les ha dado y al mismo tiempo se configure un sentimiento social que de inicio a un proceso de reconstrucción ciudadana que pugne por mejores y dignas condiciones de vida en una de las fronteras más importantes del mundo. Por más romántico que suene lo anterior, es indispensable para la búsqueda de soluciones a los problemas que vivimos hoy, la construcción de una identidad social que rebase las barreras egoístas de los diversos orígenes socioculturales que componen la ciudad, y así poder salir de frente a la problemática como una verdadera comunidad juarense.

La tarea es complicada, multifactorial y a largo plazo, se requiere de compromiso, de esfuerzo y de paciencia tanto del gobierno como de la sociedad civil. De otra manera, Ciudad Juárez podría ser patéticamente el escenario formal de la ilegalidad y del crimen organizado. Esta en nuestras manos, conducir el destino de nuestra ciudad.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo contigo, creo que finalmente lo que podrá re-configurar otro tipo de ciudad, es la participación activa de la sociedad con amplias y serias organizaciones de la sociedad civil. Pero curiosamente un requisto indispensable, es ya no tenere confianza en las institucicones para que esto se de.

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