viernes, 30 de enero de 2009








¿CÓMO?
José Roberto Hernández Fuentes.

En la actualidad, todas las naciones del mundo pasan por momentos realmente complicados y hostiles a causa de lo que se denomina crisis mundial. Los indicadores económicos enaltecen la preocupación y el desasosiego de los gobiernos y la sociedad civil cuya prospectiva no es nada alentadora, las predicciones auguran desempleo y crecimiento de la pobreza y el presente se vive entre la incertidumbre y la frustración.
Se han generado algunas reacciones en diversas partes del mundo, que van desde un comportamiento colectivo que protesta por mayor seguridad económica por parte del Estado -en Francia por ejemplo- hasta lamentables actos individuales que por la desesperación, el desconcierto y la poca o nula certeza de lo que vendrá en el futuro deciden quitarse la vida y en algunos casos más radicales hacerlo de forma conjunta con los familiares más cercanos -en Estados Unidos se han dado ya varias situaciones de éste tipo- siendo éstos, episodios trágicos de este dramático acontecer mundial.
En el caso específico de México, el gobierno a través de los medios de comunicación que monopolizan este sector -Televisa y TvAzteca- ha emitido un mensaje que pretende dar aliento a los millones de mexicanos económicamente activos, para que no “declinen” en tiempos de inestabilidad y debilitamiento del sistema financiero mundial, que hoy nos encontramos con mucho mayor capacidad de respuesta para enfrentar esta inevitable situación, que continuemos trabajando, que continuemos soportando. Sin embargo, existen otras problemáticas que se agudizan aún más por motivo de esta crisis mundial. El país atraviesa por un crudo momento de desorden social y político, en donde el gobierno se enfrenta frontalmente contra la delincuencia organizada -el narcotráfico principalmente- produciendo un clima de pánico y psicosis en la sociedad. Esta situación es aprovechada por grupos delictivos que se kamuflagean con este penoso fenómeno, cometiendo atrocidades que incrementan el terror citadino y la desconfianza entre los conciudadanos, tal es el caso de los secuestradores y los extorsionadores, por mencionar algunos. Y aún así, el Estado nos pide cohesión, solidaridad y compromiso, a sabiendas de que no existen las condiciones para tales actitudes sociales.
México tuvo el infortunio de tener que afrontar esta problemática mundial de causa económica pero de consecuencia multidimensional, al mismo tiempo que enfrenta la grave problemática nacional, lo cual hace más complicado el panorama y más enigmático el acontecer nacional. Se habla, se dice, se explica, se discierne, se crítica, se opina, se calla, se soporta, se tolera, pero nunca se propone, nunca se tiene una respuesta clara, no se delimita el camino a seguir para encontrar la salida de la penumbrosa situación en la que nos encontramos. Los grupos políticos discrepan en lugar de acordar, los intelectuales interpretan, descifran causas y consecuencias más no soluciones y respuestas, la sociedad no reacciona ni se le ven indicios de reacción, pareciendo indiferente ante la realidad que le invade, y a una buena parte de la joven generación mexicana parece no importarle nada, pues la ceguera del consumismo y la saciedad del placer les impide observar la atrofia social, e interpretar todo bajo el estigma del egoísmo y la otredad, sin compromiso ni responsabilidad. Es en este contexto en el que parece muy difícil encontrar respuestas certeras que nos conduzcan a todos por las vías de la paz y la estabilidad. Propuestas hay muchas, pero demasiado superficiales y sin llegar a arrancar el problema de fondo, pues no se sabe cómo lograrlo.
¿Cómo? es la pregunta que nos hacemos hoy en día, pues los ¿qué? y los ¿por qué? ya los conocemos, lo sabemos. ¿Cómo? es el reto, es la búsqueda, es la actitud. El médico sabe cómo curar, el ingeniero sabe cómo construir, el contador sabe cómo administrar, el abogado sabe cómo defender, el matemático sabe cómo resolver una ecuación, pero el sociólogo, el psicólogo, el antropólogo, el historiador, el politólogo, el economista, el pedagogo, el filósofo… ¿saben cómo resolver los problemas de las sociedades, de la humanidad?... o sólo saben explicarlos. Ese es el reto, pasar de la explicación a la solución, del discurso a la praxis, el dejar de hablar y el ponernos a actuar, delimitar los caminos que nos devuelvan la esencia humana en medio de la diversidad, pero…¿cómo? he ahí el trabajo pragmático de los científicos sociales.
Todo esto, mientras un individuo tira un bote de aluminio en plena calle cuando a su lado se encuentra un recipiente para depositar la basura, y un helicóptero del ejército mexicano pasa a escasos metros de la azotea de mi casa, haciéndome sentir una extraña sensación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todo comentario es bienvenido siempre y cuando se guarden las formas tipicamente pertinentes.