Sociología de la apatía
Samuel F. Velarde
Alguna vez escribí un
modesto artículo sobre la sociología de la vida cotidiana que anda por ahí en
la web, tal vez dije alguna cosas interesantes pues ha sido leído e
interpretado bien, pero también ha sido dilucidado mal por un oscuro personaje
que ni me quiero acordar de él, por fortuna soy un modesto pensador que usa el tiempo
libre para referirse a temas tal vez tratados
ya por otros mucho más expertos, pero que finalmente motivan a que afloren las ideas.
Hoy reflexiono en la apatía a propósito de encontrarme con ella diariamente a través de mis alumnos, pero más
bien de la sociología de la apatía, como un fenómeno social en sí. Para el
diccionario Larousse apatía significa: dejadez,
indolencia, falta de vigor o energía, insensibilidad, languidez. Según esta
definición, muchos de nosotros hemos pasado o nos hemos estacionado en estos
estados de ánimo, actitudes, conductas o posiciones, que de alguna manera permiten que los
individuos tomemos distancia de ciertas cosas en la vida.
Por supuesto que la
apatía también puede ser selectiva, podemos ser apáticos a la política, a la
economía, pero no precisamente al futbol, a la religión, o a lo que le sucede a
Justin Bieber. Es decir la apatía se practica dependiendo de los significados
que le demos al objetivo que uno elige para aplicarla o no, por supuesto que en
ello influye el aspecto cultural y el económico. Existen apatías que impactan
mas socialmente que otras, por ejemplo, no es igual el impacto social como
resultado de la apatía que sienta la gente por participar en las elecciones, a
la apatía que sienta por el cine de arte o por los pedigüeños callejeros.
Es aquí donde la
sociología de la apatía puede tener una lectura importante. En sociedades tan
heterogéneas como la mexicana, donde aún existen poblados como a finales del
siglo XIX y hay un sinnúmero de carencias estructurales o donde la
globalización le ha robado a la gente su vitalidad individual, incluso donde el
verdadero significado de burgués se ha confundido por el de un lumpen rico. Con
jóvenes que no conocen más que su ciudad o incluso las cuadras que rodean su
hogar (¡!), por supuesto que la apatía se entiende en cierta forma, no hay
manera de pensar en situaciones que para otros son muy importantes. En la edad media por ejemplo al menos en
Europa, era difícil que existiera una apatía religiosa, pues la religión
era lo que le otorgaba sentido a casi
todo en la actividad humana.
Pero en la dinámica de
una sociedad actual, donde miles ni saben que viven en una sociedad capitalista,
o pos capitalista y que fragmenta identidades, la apatía como práctica es
multifactorial en su objetivo a ignorar o a desatender. Somos apáticos ¿a qué?,
o no somos apáticos ¿a qué?, pero en lo fundamental ¿tenemos el derecho a ser
apáticos? Cada quien podría responderse de acuerdo a sus objetivos e intereses,
el problema radica en que el objetivo al cual se dirige la apatía como dije arriba, va en
relación a un impacto que redunde en algo negativo social o individualmente hablando.
Entonces ¿la apatía es
algo que uno decide o es algo que las circunstancias imponen? La apatía puede
ser selectiva, aunque de la misma manera puede ser parte de un escondrijo
individual, un refugio ante situaciones que se detestan o no dejan beneficio
alguno. En un mundo de frivolidades y de achicamientos de ideas, donde lo mas cómodo es lo menos
complejo, la apatía puede ir siendo la nueva postura moderna, esa filosofía individualista
aplicada por todo tipo de gente, mas allá de ideologías y clases sociales, Iremos
viendo.
Si tienes un comentario o deseas
enriquecer la idea escribe a:
masvelarde54@yahoo.com