México
y su futuro: lo más significativo de esta coyuntura electoral
José
Roberto Hernández Fuentes
Más allá de la supuesta diferencia de
seis o siete puntos entre Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto, donde
éste último es el aventajado, impera un ambiente de incertidumbre y
desconfianza en el ámbito social y político mexicano, pues de nuevo salen a
relucir evidencias, pruebas de irregularidades en el proceso electoral que se
llevó a cabo este 1 de julio del 2012 en la República Mexicana. Y es que han
resultado claros los detalles y las cuestiones en las que se denota el agravio
a la democracia electoral en nuestro país.
Las evidencias
contundentes de compra y coacción de votos que se dejan ver en las redes
sociales, que dicho sea de paso se han convertido en una especie de guardianes
de la democracia; la irresponsable, antidemocrática y cínica proyección de un
candidato como Peña Nieto por parte de los medios monopólicos de comunicación
en México (Televisa y TvAzteca), quienes todavía, y para mala fortuna, aún
manejan a su antojo un muy elevado porcentaje de la opinión pública nacional,
así como el acarreo de gente seducida por kits de despensa, conforman aún parte
de los malestares de la maltrecha democracia mexicana.
Pero ¿cuál es el
trasfondo de todo esto? ¿por qué retorna un partido político famoso en gran
medida por su corrupción, por su autoritarismo, por su carácter
antidemocrático? Será cierta aquella frase de que “el pueblo tiene los
gobiernos que se merece” porque en ese sentido seríamos un pueblo sometido, sin
conciencia, timorato, y corrupto también. Es decir, un pueblo sin aspiraciones
democráticas. En lo personal, no creo que esa sea la respuesta a las
interrogantes.
El regreso de un
partido como el Revolucionario Institucional (PRI) tiene que ver con varios
factores que es importante analizar desde una perspectiva sociológica y
sociopolítica. Y como el orden de los factores no altera el producto, comenzaré
destacando lo siguiente: uno de los aspectos más favorecedores para el priismo
es sin duda la enorme desigualdad social existente en la sociedad mexicana, el
elevadísimo porcentaje de pobres que aún caracterizan muchas zonas del
territorio nacional tanto urbano como rural. Este sector social es que legitima
en su ignorancia estructural este tipo de candidatos y sus partidos. Son ellos,
los pobres los que conforman una parte trascendental de la maquinaria electoral
priista.
¿Por qué? Simplemente
porque por lo que se les ofrece a cambio de su voto, y de un momento a otro,
sin esfuerzo alguno, es una gran necesidad para ellos, el hambre es
maquiavélica cuando se sufre de ella por días, dinero o despensas aminoran “gratuitamente”
esa necesidad al menos cada 6 años. Así es difícil que este tipo de gobiernos
encabezados por este tipo de partidos lleve a cabo estrategias, políticas
públicas o programas para abatir la pobreza y la desigualdad
social-estructural. A ellos les conviene mantener a este sector social en las
mismas condiciones, porque cada seis años los requieren para sus perversos,
nefastos y antidemocráticos objetivos políticos. Por eso no hay respuestas
eficaces para la pobreza, solo paliativos ridículos que sirven de apariencia
para la labor política y de los políticos.
Otro factor
tiene que ver con específicamente con la sociedad política en México. Las
negociaciones entre los partidos son más obvias que la arena en el desierto. Pruebas
de ello muchas, la última fue la inesperada y avergonzante declaración de
derrota por parte de la candidata panista Josefina Vázquez Mota antes siquiera
de pasar el 1% de las casillas capturadas; y por supuesto la felicitación
anticipada de Felipe Calderón al “virtual ganador de la contienda” Enrique Peña
Nieto, sin siquiera rebasar el 10% de las casillas capturadas. Estos detalles
son una ofensa, una burla descarada y sinvergüenza hacia y para una sociedad
que ellos mismos presumen como democrática. El respeto, un valor intrínseco que
debe de existir en todo régimen democrático, se pasó por alto en este proceso
electoral.
La manipulación
de la opinión pública a través del monopolio existente en los medios de
comunicación en México, constituye otro factor de gran importancia que
transgrede y lacera profundamente el espíritu democrático de una sociedad. La socialización
política que ahí se lleva a cabo es uno de los recursos más poderosos para la
definición del comportamiento electoral, mucho más en una sociedad tan desigual
como la mexicana, donde la falta de alimento y educación en un significativo
porcentaje de la población obstruye una mayor capacidad de reflexión social,
fundamental en este tipo de situaciones y coyunturas. Por ejemplo, el periódico
El Universal, ya tenía en su edición vespertina publicada a las 8pm tiempo de
la Ciudad de México, un encabezado pomposo que daba ya como ganador a Peña
Nieto, ¡Es Peña Nieto! decía el encabezado. Y por supuesto Televisa y TvAzteca
con resultados de sus casas encuestadoras como Mitofsky ya nombraban presidente
al priista sin siquiera haber iniciado el Programa de Resultados Electorales
Preliminares (PREP), y aparte dándole una ventaja de más de diez puntos.
Así pues son la
pobreza, la desigualdad estructural, la corrupción, los monopolios mediáticos,
los intereses elitistas, algunos de los principales aspectos que deterioran
gravemente nuestra democracia incipiente. Sin embargo, algo positivo resulta de
todo este desastre social y político, me refiero a la paulatina madurez y
consolidación de la sociedad civil mexicana y sus diferentes sectores u
organismos conformantes. Hoy en este periodo de la historia política de México
surge de nuevo el entusiasmo, el compromiso, la valentía, la rebeldía
constructiva de los jóvenes mexicanos, estudiantes, universitarios, críticos,
emprendedores, soñadores, utopistas conscientes de su realidad, nuevos hacedores
y defensores de la democracia, inspirados en su nación, en su historia, en sus
capacidades diversas y solidarias y, por supuesto, en su poder de transformación,
de concientización y democratización.
Las redes
sociales han sido su principal instrumento de guerra, su arma letal, esa que
dispara municiones de verdad, de crítica, de reflexión, de libertad, de utopía;
un arma que busca aniquilar el pasado sometedor, opresor, alienante,
asfixiante, pero que aún es un arma que no tiene el alcance necesario para
lograr su cometido. Y es que la brecha digital en la sociedad mexicana sigue
siendo bastante amplia, y no logra abarcar a todos los sectores de la
población. Es este pues, otra de las cuestiones a las que habrá que dar
respuesta en el futuro inmediato. #YoSoy132 es quizá el resultado más
favorecedor y motivante de toda esta coyuntura política, ya que representa el
despertar de la conciencia ciudadana, y se posiciona alentadoramente como un
soldado de la democracia mexicana.
No se trata
entonces de despotricar en contra de un candidato a la presidencia que genera
antipatía en un sector de la sociedad, tampoco de defender a ultranza y con
apariencia de berrinche a nuestro candidato favorito. No se trata de personajes
sino de vida social, de futuro social, de calidad de vida, de seguridad en
todos los sentidos, de certeza, de transparencia, de honestidad, de justicia,
de democracia verdadera, de paz. Entonces no importa quien haya ganado o
perdido, sino de que se gane o se pierda pero con claridad, sin dudas ni ambigüedades,
con honestidad y sin bajezas de la peor calaña. Eso es lo que se pelea en este
momento, lo que molesta, lo que motiva a seguir en la lucha; no es López
Obrador ni Peña Nieto, es la manera en que se contiende, es el respeto al
pueblo, es el sí a la democracia y el no al autoritarismo. Es el miedo a no
progresar, es la juventud valiente cuestionando su futuro y peleando el derecho
a construirlo con dignidad y justicia. Es México ante la historia, es una
nación ante la desilusión y la sumisión o la ebullición y la consolidación de
su democracia. VIVA MÉXICO!!!!!